Este señor del que se habla en la noticia está subido a un andamio de madera que se podría partir en cualquier momento. La cuestión es que esa tabla nunca se parte, ni por mucho que este señor que nos gobierna salte, ni por muchos bloques de hormigón que hayan cargado sobre el andamio en los últimos años. Resulta que debajo del andamio hay millones de personas soportando todo ese peso, y quienes los miran desde fuera no entienden qué los motiva a soportar esa carga cada día.
Podría hacer mil bromas sobre cómo va vestido el verdugo ese, pero se me agrian todas cuando pienso en la salvajada que está cometiendo en las imágenes.