Los valores morales del anarquismo y del pensamiento libertario desde el punto de vista de la antrop

ARTÍCULO EXTRAÍDO DE LE MONDE LIBERTAIRE N°1806 DE MAYO DE 2019. 

 Al tiempo de la armonía: la edad de oro no está en el pasado, está en el futuro", de Paul Signac (1893-95).

"El anarquismo, antes de ser una teoría política, es una filosofía social muy antigua. Se basa en la idea de que los seres humanos no están destinados a ser oprimidos y dominados por otros, y que su existencia colectiva se basa en una generosa disposición a ayudarse mutuamente. En las condiciones actuales de la vida colectiva global, no se cumple ninguna de estas dos condiciones. Casi todos los habitantes de nuestro planeta viven en condiciones de sumisión abierta o encubierta y persiguen su propio interés a expensas de los demás. ¿Cómo se explica que en las sociedades modernas y desiguales aparezcan con frecuencia y regularidad movimientos de masas espontáneos que reclaman una igualdad total y un reparto justo de los recursos, en un espíritu de reparto comunitario y fraternal, y ello fuera del marco impuesto por el Estado? Francia ha experimentado este fenómeno en los últimos años: Chalecos amarillos, ZAD de Notre-Dame des Landes, Indignés, Nuits Debout. Fuera de Francia, los movimientos de este tipo son habituales: Occupy Wall Street, bloques negros, zapatistas mexicanos, Rojava.... Todos estos fenómenos, que incluyen una enorme variedad de revueltas populares, movimientos de protesta y experiencias comunitarias en la historia de los dos últimos siglos y antes, parecen heterogéneos y diferentes, pero todos confluyen en la necesidad de una democracia directa establecida al margen o en contra de los poderes del Estado.

Los teóricos del anarquismo, como Proudhon, Bakunin, Kropotkin, Makhno y, más recientemente, Chomsky, creen que el anarquismo es inherente a la "naturaleza humana". Emma Goldman escribió: "Estoy convencida de que el anarquismo es demasiado vital y demasiado cercano a la naturaleza humana como para morir. (A Life Worth Living, 1934 - mi traducción). Durante medio siglo, los filósofos y los científicos sociales han ignorado o rechazado la noción de "naturaleza humana" por considerarla falsa o irrelevante para su propósito. Sin embargo, la antropología social (antes llamada etnología) en sus desarrollos más recientes, aliada a otras disciplinas (evolucionismo darwiniano apoyado en la genética mendeliana, primatología, etología, paleoantropología informada por la genética de las poblaciones, psicología cognitiva, neurociencias), ha confirmado algunas de las convicciones de los pensadores anarquistas, y en particular que el anarquismo y el espíritu libertario están enraizados en la naturaleza humana. 

En primer lugar, una breve advertencia sobre la controvertida cuestión de la "naturaleza humana". Esta noción no es -o ya no es- un asunto de la filosofía sino de la ciencia. La ciencia trata de distinguir entre lo que es genético, epigenético y/o cultural, lo que es innato y/o adquirido, lo que es resultado de la filogénesis y/o la ontogénesis, lo que es hereditario y/o lo que es resultado de la invención consciente, en el contexto de la llamada coevolución. Estamos lejos de saber todo sobre esto.

El Homo sapiens es un mamífero con una historia biológica de la que los representantes actuales son el resultado. Esta historia está enterrada en un pasado de varios cientos de miles o incluso millones de años. Sólo conocemos realmente una pequeña parte de esta historia (menos de diez mil años). Sin embargo, los nuevos conocimientos adquiridos en las disciplinas que acabo de mencionar permiten empezar a construir hipótesis bastante sólidas sobre cómo era el Homo sapiens antes de que se convirtiera en un ser urbano y jerárquico sometido a las leyes del mercado en tiempos extremadamente recientes.

Para reconstruir parte de esta prehistoria social, la arqueología prehistórica no dispone de pruebas directas ni de indicios de formas de organización colectiva hasta el Neolítico. ¿Se organizaban en clanes que luchaban entre sí? ¿Eran patriarcales o matriarcales? ¿Practicaban la promiscuidad sexual o el matrimonio monógamo? La evolución de las herramientas líticas permite inferir una evolución paralela del aparato cognitivo. Todavía hay otros indicios, pero nada preciso en cuanto a la forma exacta de las organizaciones que marcaron la antigua prehistoria humana. 

Pero sí sabemos, gracias a la genética, varias cosas importantes: que el Homo sapiens es una especie única que puede tener hasta 300.000 años, que se mezcló con otras especies o subespecies humanas (Neandertal, Denisovano, Hombre de Flores), y que se trasladó de África a Eurasia hace unos 70.000 años y que 30 o 40.000 años después se había extendido a todos los continentes. También se sabe que era cazador, recolector y carroñero y que tenía que viajar con frecuencia y a largas distancias. Este modo de vida es más o menos el de los cazadores-recolectores actuales, al menos algunos de ellos, y ésta es una segunda fuente de información putativa. La etnología de los cazadores-recolectores modernos (los observados en el siglo XIX y hasta la actualidad) aporta datos que pueden extrapolarse con cautela: así, podemos deducir que durante el Paleolítico el hombre se movía en pequeñas bandas nómadas de tipo familiar, tendía a ser igualitario y en general pacífico, que explotaba vastos territorios y que era un cazador intrépido y bien organizado, con armas arrojadizas. Se sabe que tenían fuegos para cocinar, acampaban o residían en lugares protegidos, como cuevas, o en refugios temporales. Fabricaban herramientas, tenían un lenguaje fónico doblemente articulado y capacidades de representación cercanas o idénticas a las nuestras en su dimensión estética y simbólica. Al final, todo esto sólo da una imagen muy borrosa de su organización social, o más bien de sus organizaciones sociales -pues es probable que experimentara con muchas formas de vida colectiva que desaparecieron sin dejar rastro- y sobre todo no permite entender cómo surgieron nuestras organizaciones sociales modernas. 

La hipótesis de la "revolución neolítica" se ha contentado con una revolución tecnológica ("invención" de la agricultura, la ganadería, la metalurgia, la cerámica) acompañada o seguida del nacimiento de las concentraciones urbanas y del crecimiento demográfico, así como de las instituciones reales y religiosas. Esta secuencia, que va de las bandas a los reinos e imperios, pasando por las tribus y los cacicazgos, y que se encuentra de forma independiente en el Viejo y en el Nuevo Mundo, refleja la evolución humana en su fase final, pero no explica por qué y cómo esta forma de organización extremadamente jerárquica, basada en la esfera del mercado, en las ideologías de la sumisión (por ejemplo, la abrahámica [1]), en la guerra y la competencia, apareció y acabó dominando todas las demás. 

Dos hipótesis son lógicamente posibles. Esta forma moderna de sociedad jerárquica e inigualitaria estaba contenida desde el principio, en germen, en las organizaciones primitivas. O bien se ha producido, debido a circunstancias especiales, una mutación de la forma igualitaria en una forma no igualitaria que, debido a su eficacia adaptativa, se ha impuesto y ha eliminado todas las demás formas de organización. Sea como fuere, el hecho es que el 95% o más de la existencia terrestre del Homo sapiens tuvo lugar bajo el régimen de pequeñas bandas de doce a cincuenta individuos, de tipo familiar e igualitario, bandas lábiles, en constante proceso de fisión-fusión, en contacto unas con otras, cambiando de forma y composición rápidamente, sin poder central, sin organización política. Lo que se puede aprender de la observación de los cazadores-recolectores (cazadores nómadas a pie, sin excedentes, con un almacenamiento limitado) es que se observa sistemáticamente un cierto número de reglas, que definen una ética mínima, incluyendo en particular la regla de compartir y el mutualismo, la solidaridad interna en la banda, el cuidado de los niños proporcionado por todo el grupo, el consenso, incluso la unanimidad en las decisiones, y la ausencia de cualquier forma de poder político (los "jefes" persuaden pero no mandan). En resumen, si estas condiciones prevalecieron, el hombre ha vivido en un estado de pura anarquía durante la mayor parte de su existencia. De este modo, ha adquirido y fijado los comportamientos de ayuda mutua e igualitarismo que definen su naturaleza social. Los pocos miles de años durante los cuales se ha doblegado bajo el yugo de las restricciones jerárquicas y se ha encerrado en la jaula llamada "civilización" pueden haberle transformado, pero no han podido eliminar ese fondo de reflejos, aspiraciones y valores que le han permitido sobrevivir como especie viva. 

Pero, ¿cómo podemos estar seguros de ello? A la etnología comparada se ha unido ahora una nueva fuente de conocimiento proporcionada por la biología y dos de sus ramas, la etología y la primatología. En primer lugar, la biología proporciona información sobre ciertas limitaciones específicas de las distintas especies. Hay al menos tres que afectan directamente a la especie humana. El primero es el gregarismo, el segundo la cooperación, el tercero la neotenia y la "estrategia K". Sabemos que los humanos son gregarios -viven en grupos, colectivos, tropas, bandas, tribus o lo que sea- y no solitarios. Este es un hecho prioritario. En segundo lugar, cooperan eficazmente. La cooperación existe en todos los niveles de la vida, pero la especie humana coopera de una manera particular. Por último, los humanos tienen pocos hijos (generalmente uno por vez) y el desarrollo infantil es muy largo, ya que el niño humano sólo alcanza la madurez a los quince años aproximadamente y su cerebro a los veinte o más. Por último, a diferencia de los insectos sociales, los seres humanos son muy autónomos y tienen un amplio abanico de opciones, principalmente en materia de cooperación. Sobre esta base, los grupos humanos se formaron teniendo en cuenta estas limitaciones: era necesario cooperar con sujetos muy autónomos para proteger, alimentar y criar a una descendencia extremadamente frágil y dependiente durante un largo periodo de tiempo. En la medida en que el sujeto es autónomo y debe cooperar si quiere reproducirse, la cooperación debe ser deseada y sólo puede lograrse sobre la base de una división equitativa de las tareas y los productos, el mutualismo (en otras palabras, la acción altruista por interés propio). La preocupación por proteger a la propia familia es quizá la más frecuente entre los adultos. El grupo familiar basado en la ayuda mutua y la cooperación ha sido, pues, el crisol de la evolución social. Así, nos hemos mantenido muy cooperativos, muy altruistas (pero de forma ilustrada y pragmática) y muy imbuidos del valor de las relaciones personales. El Estado moderno, al convertirnos en sujetos abstractos, ha negado nuestra primitiva existencia humana. Pero sigue siendo persistente y se expresa de mil maneras a lo largo de la historia antigua y moderna. Las diversas manifestaciones del espíritu libertario surgen de nuestra conciencia común y universal, como el fuego del centro de la tierra que brota de tantos volcanes esparcidos por la superficie del mundo.

Podemos pues hablar de un gran movimiento libertario y/o anarquista, sin confundirlo todo bajo este término, porque está claro que a lo largo de la historia ha aparecido otra corriente, la del autoritarismo, la del culto a la fuerza, la del poder absoluto, la del Estado, la de las creencias en entidades ficticias omnipotentes (la Nación, la Raza, la Religión) y por tanto la de la guerra. Estas dos corrientes siguen chocando en las sociedades modernas sin que sea posible saber cuál de ellas prevalecerá o si es realmente posible una síntesis. Tras el fracaso de los experimentos comunistas, ante la degradación moral y física infligida por el orden estatista y capitalista, sólo nos queda volver a los orígenes anárquicos de nuestra vida colectiva para extraer las lecciones y convicciones que necesitamos para inventar otra forma de vida.

Charles Macdonald

(1) NDLR (para los que se perdieron o saltaron las clases de educación religiosa): Cristianismo, Islam y Judaísmo.

FUENTE: Le Monde Libertaire

Traducido por Jorge Joya

Original: www.socialisme-libertaire.fr/2019/07/les-valeurs-morales-de-l-anarchis