¿Todos los capitalistas viven de la explotación? - Jan Waclav Makhaiski (noviembre de 1905)

Los socialistas rusos han demostrado mejor que nadie lo que es el socialismo. Los socialistas tienen el deber de llevar a cabo la revolución burguesa allí donde aún no se ha producido, han proclamado los socialdemócratas, y todos los socialistas rusos asumen este deber con fervor. Ningún socialista ve en esto un motivo de traición. Su deber es precisamente éste: prometer a los trabajadores la revolución proletaria en un futuro lejano y, por el momento, realizar la revolución burguesa. Se han propuesto convencer a los esclavos del régimen burgués de que la prisión en la que han nacido sólo se destruirá más rápidamente cuando la hayan ampliado y reforzado con sus propias manos.

Los socialistas rusos repiten con gran éxito lo que los socialistas de todo el mundo ya han dicho en el último siglo. Los socialistas aseguran a los trabajadores que los conducen directamente al paraíso socialista; pero en realidad, con su trabajo, sólo preservan, desarrollan y fortalecen el régimen de saqueo secular existente.

¿Qué es entonces el socialismo? Es un sermón sobre la felicidad, sobre la vida justa, sobre la igualdad universal de las próximas generaciones; un sermón tal que obliga a los que caen en él a ampliar y reforzar el saqueo secular, para supuestamente alcanzar más rápidamente esa felicidad futura.

El socialismo es una fe similar a la que todas las religiones han ofrecido a los esclavos. El socialismo es la religión creada para los esclavos del régimen burgués.

Los socialistas han imaginado que para derrocar la opresión secular es necesario, en primer lugar, que los esclavos adquieran, como ellos dicen, la certeza de la posibilidad de una vida justa en la tierra, aunque admiten que el saqueo no cesa para nada en el futuro inmediato, por muy fuerte que sea esta fe. Todos dicen que es necesario difundir en todo el mundo el ideal socialista, la llamada conciencia socialista, es decir, la certeza inquebrantable del inevitable advenimiento del régimen socialista. Durante casi un siglo han estado llamando a los hambrientos para que se alimenten de la fe socialista, de la nueva palabra de Dios; han estado consolando a todos los esclavos, a todos los oprimidos, asegurándoles que las generaciones futuras obtendrán sin duda todas las riquezas de la tierra. Así, la enseñanza socialista, al igual que las religiones que la precedieron, no hace más que adormecer a las masas explotadas, frenando cualquier revuelta general.

Cualesquiera que sean los libros, folletos, programas o periódicos que se consulten, ya sean socialdemócratas o anarquistas, viejos o nuevos, los socialistas se esfuerzan en todas partes por sugerir a los trabajadores que sus únicos explotadores, sus únicos opresores, son los poseedores del capital, los propietarios de los medios de producción. Sin embargo, en todos los países y estados existe una inmensa clase de personas que no poseen ni capital mercantil ni industrial y que, sin embargo, viven como verdaderos señores.

Esta es la clase de la gente educada, la clase de la intelectualidad.

No poseen ni tierras ni fábricas y, sin embargo, disfrutan de unos ingresos comparables a los de los medianos y grandes capitalistas. No son dueños de nada, pero, al igual que los grandes y medianos capitalistas, son "manos blancas", como ellos exentos del trabajo manual durante toda su vida; y si participan en la producción, es sólo en calidad de ingenieros, directores y gerentes; así aparecen ante los trabajadores, esclavos del trabajo manual, como amos y gerentes idénticos en todo sentido a los capitalistas-empresarios.

Los socialistas siempre han difundido una inmensa mentira entre los trabajadores: que sólo hay capitalistas que viven de la explotación y el saqueo. ¿Por qué esta mentira? ¿Qué hace por los socialistas? Preserva a toda la sociedad cultivada del mundo de los ataques de los esclavos insurgentes, porque los trabajadores socialistas que son víctimas de ellos sólo atacan a la vieja clase de los saqueadores. Así que esta mentira garantiza la supervivencia parasitaria de la sociedad dominante, ya que sólo tiene como objetivo el viejo modo de rapiña.

Los profetas del capitalismo equipararon a los millonarios con el "conjunto del pueblo trabajador"; los socialistas hacen lo mismo mezclando descaradamente en las filas del "proletariado trabajador y explotado" a toda una clase de verdaderos "amos de manos blancas", viviendo la vida saciada de los amos y desempeñando el honorable y dominante papel de comandante de los esclavos, los trabajadores manuales. Este ejército de guante blanco utiliza las revueltas de los trabajadores para negociar con los amos ingresos propios cada vez mayores; y en caso de derrocamiento de la clase capitalista -que es lo que sueñan los socialistas- este ejército de guante blanco pronto ocuparía los lugares de los empresarios privados, mandaría directamente a los trabajadores, y por su cuenta, y se apropiaría de toda la riqueza del mundo sin división. Al igual que los capitalistas se reconciliaron con los aristócratas, la intelectualidad, todo el mundo culto, se reconciliaría pronto con los antiguos amos, por un orden socialista, y la servidumbre de los trabajadores no haría más que reforzarse.

Los trabajadores han sido privados durante siglos no sólo de los medios de producción, sino también de la capacidad de dirigir y gestionar la industria contemporánea, cada vez más perfeccionada, pues incluso antes de nacer están condenados a permanecer ignorantes, a no poseer ninguno de los conocimientos humanos, ninguna de las ciencias modernas. Antes de tomar la producción en sus manos, los trabajadores deben obtener, mediante la lucha, el derecho para ellos y sus hijos de adquirir estos conocimientos por los mismos medios que estas "manos blancas". Los trabajadores sólo obtendrán este derecho cuando hayan elevado la remuneración de su trabajo al nivel de la de los trabajadores de cuello blanco, que actualmente permite a estos últimos mantener a sus hijos durante sus largos estudios.

Mientras los trabajadores no hayan arrancado este conocimiento de las manos del mundo culto, mientras sigan como ahora, condenados al trabajo manual servil y a ser educados como esclavos, siempre serán mandados por sus amos -los intelectuales de manos blancas-, ya sea en un estado socialdemócrata o en una comunidad anarquista.

Jan Waclav Makhaiski (pensador libertario y revolucionario polaco)

[De El socialismo de los intelectuales, 1898-1918]

FUENTE: Non Fides - Base de datos anarquista

Traducido por Jorge Joya

Original: www.socialisme-libertaire.fr/2017/10/il-n-y-aurait-que-des-capitaliste