Sobre el aislamiento y el miedo. Contra la vigilancia especial y la represión antianarquista

Sobre el aislamiento y el miedo. Contra la vigilancia especial y la represión antianarquista. Un breve relato de lo sucedido en Piazza Lavagna, Génova.

Los "caruggi" de Génova, rodeados de su halo poético: cantados, interpretados y pintados en lienzos: son realmente así, un poco oscuros y rodeados de edificios tan altos que no se ve el cielo; un laberinto característico y fascinante, antaño lugar de protección y conspiración para quienes evadían constantemente, por necesidad o preferencia, las leyes y la autoridad. Hoy, sin embargo, esta poesía parece haberse desvanecido: los turistas de los cruceros y las cámaras de vigilancia van sustituyendo poco a poco esta encrucijada de culturas y mundos, propia de una de las ciudades portuarias más importantes del Mediterráneo; patrullas de policías se aventuran allí donde antes se les ahuyentaba con vehemencia, para evitar actividades molestas, incompatibles con las normas, con habitantes y comerciantes chivatos (¡ya estamos acostumbrados! ) que llegaron de las partes más ricas de la ciudad cuando la renovación urbana comenzó su proceso de transformación de un lugar que antes se consideraba feo, sucio, desagradable.

Si se ha aprovechado el periodo de la pandemia para hacer resonar en la mente de la gente la necesidad de la Seguridad y la Salud, ésta es la justificación para cualquier endurecimiento del control, para cualquier restricción y limitación de la libertad. Mientras el relato propuesto por los medios de comunicación, que hace pasar parcialmente una realidad descrita de forma útil para las necesidades del Estado, sigue siendo el mismo, las calles se llenan de Seguridad: es decir, de individuos sospechosos armados con pistolas eléctricas, porras y spray de pimienta, junto a sus inconfundibles pistolas reglamentarias. Si la seguridad deseada es la de las muertes durante los controles de la Policía y los Carabinieri, en las calles o en sus cuarteles, de la violencia inaudita que se produce en los Centros de Detención de indocumentados y en las cárceles, en manos del Ejército, la Cruz Roja italiana y la Administración Penitenciaria. Si la tan deseada Sanidad es la de las Vacunas experimentales y el Pase Sanitario, la del Distanciamiento Social, la del Estado de Emergencia y la del ballet de Decretos anunciados a medianoche, que quitan toda responsabilidad a la globalización, al desarrollo mercantil desenfrenado y a todas las opciones políticas de una Dominación capitalista sedienta de beneficios y materias primas. Se está creando un dualismo basado en la moral y la ética, de forma totalmente interesada, entre los que aceptan la situación de emergencia sin inmutarse y los negadores, los irresponsables y los ignorantes. Ahora está claro que el mecanismo del miedo se utiliza en todos los sectores de la sociedad, con el apoyo de los medios de comunicación y las redes sociales, para garantizar que la ya amplia división entre los que cumplen sin inmutarse y los que "no siguen el juego" se convierta en una montaña infranqueable.

Precisamente entre los que no acostumbran a agachar la cabeza, están los compañeros anarquistas. Lo que anima el pensamiento anarquista es un ideal de libertad, que no prevé ninguna división de clases, que lucha contra los patrones, los opresores y los lacayos que los protegen, para borrar por completo todas las formas de autoridad, sin ninguna mediación política, sino mediante la acción, la solidaridad y la autoorganización. Si la declaración de guerra contra los opresores resuena en el corazón de todos los compañeros anarquistas, la represión siempre ha funcionado para derrotar a los que se rebelan y que llevan en su interior el sueño de ver cómo se rompe la sociedad y el sistema que la mantiene.

Para llevar a cabo esta purga de todas las formas de lucha y pensamiento radicales, aquí están los servidores del Estado: los Fiscales y el Raggruppamento Operativo Speciale de los Carabinieri (ROS), la Divisione Investigazioni Generali e Operazioni Speciali (DIGOS), y la Direzione Nazionale dell'Anarchismo (DAN). ]) y la Direzione Nazionale Antimafia e Antiterrorismo (DNAA [Dirección Nacional Antimafia y Antiterrorismo, institución judicial encargada de investigar las organizaciones mafiosas y el terrorismo; NdAtt. ), utilizados para espiar vidas a través de micrófonos y cámaras colocados en casas y coches, para realizar registros y comprobaciones no realmente al azar, siempre dispuestos, con sus hipótesis, a crear asociaciones criminales con fines de terrorismo (art. 270), para repartir años de prisión y medidas preventivas de Vigilancia Especial.

Es precisamente esta última medida, la Vigilancia Especial, la que parece ser la más popular hoy en día en los juzgados de toda la Península, lugares donde los cuerpos represivos, después de haber brotado en los escritorios de los ya nombrados sucios cuerpos policiales, se instalan en detrimento de la libertad de los compañeros, que, a pesar de todo, rara vez agachan la cabeza.

En la ciudad de Génova, encajonada entre el mar y la montaña, con calles estrechas en las que no se ve el cielo, ligada desde hace décadas a los sucesos de la cumbre del G8 de 2001 y sus secuelas, al distanciamiento y a la desvinculación, es el fiscal Federico Manotti quien insiste en atacar a los compañeros anarquistas. Ya conocido por la espectacularmente fallida "Operación Replay" en 2014, StalkerManotti también citó, en un juicio que terminó con una condena de 14 meses, a un compañero anarquista, por "incitación a perpetrar actos de terrorismo", por el texto "Para los que no se desvinculan", que se negó a distanciarse de la acción reivindicada por el Núcleo Olga / FAI-FRI, es decir, el fusilamiento del director general de Ansaldo Nucleare, Roberto Adinolfi.

También fue el verdugo de Natascia, Beppe y Robert, imputados en la operación "Prometeo" (los dos primeros siguen encerrados en las cárceles de Rebibbia y Bolonia, tras agotadores traslados, vejaciones y huelgas de hambre) por enviar paquetes bomba al entonces Director de la Administración Penitenciaria (DAP), Santi Consolo, y a los dos fiscales de Turín, Roberto Sparagna y Antonio Rinaudo, que también fueron portadores del virus de la implacabilidad represiva en la operación "Scripta Manent" y en las investigaciones y detenciones de quienes se oponían a la construcción de la línea ferroviaria de alta velocidad (TAV) en el Valle de Susa.

Hoy, el fiscal StalkerManotti pide 17 años de cárcel para Nat y Robert y 18 años y 4 meses para Beppe, ya acusado y condenado a 5 años por un artefacto incendiario colocado cerca de una oficina de Correos, en Génova, en 2016 (en ese momento, Poste Italiane era objeto de atentados en toda la Península, por su colaboración con la deportación de inmigrantes, a través de la compañía aérea Mistral Air, ahora Poste Air Cargo).

Para que no quede ninguna duda sobre su carácter infame, Manotti está también detrás de las solicitudes de vigilancia especial, medidas preventivas que en un año han afectado a dos compañeros y una compañera de Génova, privándoles de su libertad al obligarles a permanecer en casa por la noche, privándoles de algunas de sus relaciones al prohibirles reunirse con los condenados, privándoles de su actividad al prohibirles participar en asambleas, manifestaciones y reuniones públicas, en un intento de aislarles y dejarles "fuera de juego". Se les reprocha su solidaridad con los presos, su difusión de textos, su no disociación de las acciones directas, su negativa a permanecer inactivos ante el mundo que les rodea, hecho de explotación y opresión, más precisamente, por tanto, por adherirse a la ideología anarquista; todo ello, más que por los delitos (hasta tal punto que uno de estos compañeros tiene un expediente limpio), por su determinación y su negativa a reconsiderar su comportamiento.

Y fue en una de esas plazas en las que el cielo parece dividirse, Piazza Lavagna, donde el pasado 15 de septiembre, con motivo de una manifestación contra la Vigilancia Especial, precisamente el día de la audiencia para la solicitud de aplicación de esta medida, una procesión decidida y enfurecida, compuesta por anarquistas pero no sólo, fue completamente rodeada, por los cuatro costados, por la policía antidisturbios. Precisamente en ese contexto de extraordinaria represión, se levantaron algunas de las anclas que custodiaban la ciudad vinculadas a antiguos barcos, ahora hundidos. En el exterior de la plaza, un centenar de simpatizantes y residentes locales lanzaron consignas contra la policía y a favor de la libertad; En la plaza, a diferencia de los propietarios de los bares de moda que ofrecieron agua a los Robocops con equipo antidisturbios, cerraron sus puertas y retiraron sillas y mesas, algunos vecinos de la zona abrieron literalmente las puertas de sus casas a los compañeros bloqueados en la plaza, gritaron su solidaridad ondeando la bandera negra con el Jolly Roger desde sus ventanas y mostraron su total molestia por esta excesiva militarización, que, al fin y al cabo, es la que vivimos cada día, entre patrullas policiales y cámaras de vigilancia. Este ambiente dio energía a las personas encerradas en la plaza, que vivieron durante más de tres horas una situación de tensión pero también de enfrentamiento, de frustración pero también de propuestas entre los compañeros que, al final, salieron para unirse a los solidarios del exterior, sin tener que dar sus papeles a la policía y sin estar obligados a ser filmados saliendo en fila india; Un escaso consuelo, éste, después de pasar una tarde bajo el ojo de las cámaras de Digos y tras tener que abandonar parte de su equipo a la policía, pero eso es otro discurso y hay que afrontarlo cara a cara, ¡desde luego no en un texto!

Pero si la infamia, la calumnia, la desvinculación y la entrega abyecta al chantaje del poder permanecerán, como anclas fijadas a sus rocas, imposibles de borrar, como es imposible pretender no haberlas vivido, en cambio, la solidaridad y la voluntad de luchar contra el miedo y el aislamiento pueden resultar un camino que, si se sigue con determinación, puede dar un golpe a nuestro enemigo.

Nuestros compañeros, encerrados, sometidos a medidas preventivas, privados de su libertad, son sangre de nuestra sangre, nervios de nuestros nervios, y por eso intentaremos no dejarlos nunca solos. Lo haremos con palabras y acciones, y con todas las formas de solidaridad que conocemos; no sabemos si los demás estarán con nosotros o no, los que caminarán con nosotros o los que se rendirán en el primer callejón sin salida; con nuestras ideas siempre sabremos hacia dónde mirar, aunque a veces no se vean las estrellas por los tejados de los edificios de la ciudad.

Solidaridad con la compañera genovesa y los dos compañeros afectados por la Vigilancia Especial, así como con todas las personas sometidas a esta sucia medida preventiva.

Todavía en complicidad con Juan, detenido en la prisión de Terni.

Junto a Natascia, Beppe y Robert, que están siendo juzgados por el Tribunal de Génova, que dictará sentencia el 4 de octubre.

Junto a Anna y Alfredo, que, con su corazón ardiente y sus palabras, consiguen a menudo, solos, abrir brechas en los muros de las cárceles que los encierran.

Libertad para todos los presos, en Italia y en todo el mundo.

Por un mundo sin prisiones, sin miedo y sin aislamiento. ¡Libertad!

Y vosotros, malditos policías... nunca nos haréis doblegar, os será imposible vigilarnos.

Algunos compañeros anarquistas, en Génova

Traducido por Jorge Joya

Original: attaque.noblogs.org/post/2021/10/03/genes-italie-parmi-les-petites-rue