"Las primeras etapas de la formación de Mujeres Libres comenzaron mucho antes de la Guerra Civil (que comenzó en julio de 1936), al menos desde 1934. Mujeres Libres surgió de la participación de las mujeres fundadoras en diversas organizaciones del movimiento anarquista y de su frustración con la naturaleza de su participación en ellas. Por ejemplo, Lucía Sánchez Saornil escribió una serie de artículos en Solidaridad Obrera en los últimos meses de 1935 sobre el "problema de las mujeres" en diversas organizaciones. Estos artículos (y el intercambio de artículos que siguió con Mariano Vásquez, miembro destacado de la CNT) ayudaron a dar a conocer sus preocupaciones y dieron lugar al inicio de una red de mujeres con ideas afines. A principios de 1936, se habían formado pequeños grupos en varios pueblos y ciudades de toda España y el primer número de la revista Mujeres Libres, escrito íntegramente por mujeres, llegó a los quioscos.
Sin embargo, el estallido de la Guerra Civil hizo que el esfuerzo de las Mujeres Libres fuera aún más urgente. En una época en la que cada vez más hombres abandonaban sus hogares y trabajos para luchar contra los insurgentes fascistas, las mujeres fueron llamadas a ocupar su lugar. Mujeres Libres vio esto como una oportunidad. Querían formar (en el sentido más amplio posible) a las mujeres para que pudieran ocupar los lugares de los hombres que se marchaban, pero también para que las mujeres reconocieran este paso como algo que podría conducir a largo plazo a una sociedad más igualitaria.
Con la Revolución Social a la vuelta de la esquina, los programas de Mujeres Libres -como el aprendizaje de la escritura, la formación en diversas tareas, el suministro de información sobre cuestiones de higiene- pueden considerarse fácilmente como partes de un proyecto social-revolucionario más amplio.
En cierto sentido, no lo provocaron en absoluto, salvo para pedir al movimiento que se comporte de acuerdo con sus posiciones declaradas sobre la igualdad de todas las personas. Como ya he mencionado, aunque el movimiento estaba comprometido con la igualdad entre mujeres y hombres -y éste era uno de sus objetivos básicos-, individualmente los anarquistas masculinos y las organizaciones del movimiento rara vez trataban a las mujeres como socios iguales. La mayoría de las mujeres que entrevisté informaron de que -tanto los hombres como los niños- esperaban que las mujeres hicieran la comida y limpiaran, que "estuvieran allí" para atender sus necesidades, pero no necesariamente que fueran socios en igualdad de condiciones en la planificación de las actividades. Así, Mujeres Libres vio por sí misma la necesidad de empoderar a las mujeres individualmente -para que sean autónomas- y de empoderar a los grupos de mujeres para que se ayuden mutuamente a destacar en los lugares de trabajo, las comunidades, las organizaciones laborales, etc. Sin embargo, aunque las Mujeres Libres se veían a sí mismas como colaboradoras de las otras organizaciones del movimiento -y la mayoría de las militantes seguían siendo activas en las otras organizaciones a las que pertenecían (la CNT, la FAI o la FIJL)-, muchos de los hombres las veían como antagonistas. Algunos argumentaron que las Mujeres Libres eran perjudiciales y distraían al movimiento de sus objetivos más inmediatos de revolución social y victoria en la guerra.
Tenían lo que podríamos llamar una "estrategia de dos puntos" para lograr la emancipación de las mujeres: a través de la "capacitación" (que una traducción suelta de la palabra significa "empoderamiento", "potenciación" o "realización de su potencial") y la "captación" (la movilización/participación de las mujeres en las organizaciones del movimiento). Los programas de empoderamiento fueron el centro de su programa. Entre ellos se encuentran los cursos de idiomas a todos los niveles, ya que consideran que el analfabetismo impide a las personas participar activamente en las actividades sociales y que saber leer es un proceso de gran empoderamiento. Además, desarrollaron programas de apoyo a las mujeres que trabajaban en las fábricas, reuniéndolas en grupos para ayudarlas a acostumbrarse a hablar de sí mismas delante de la gente, de modo que pudieran participar más activamente en las reuniones sindicales.
Tenían programas sobre la maternidad y la salud infantil, así como programas sobre la biología y la sexualidad de las mujeres (dado que casi toda la educación estaba controlada por la Iglesia católica, la ignorancia sobre la biología y la sexualidad de las mujeres era generalizada). Junto con las asociaciones sindicales, desarrollaron programas de formación profesional y técnica para capacitar a las mujeres para que formaran parte de las fuerzas del trabajo asalariado. También desarrollaron una especie de "oficina de oradores" para formar a las mujeres a hablar cómodamente en público sobre sus ideas, de modo que las oradoras de Mujeres Libres estaban disponibles para participar conjuntamente con representantes de la CNT, la FAI y la FILJ en actos de propaganda en pueblos de la provincia. También ayudaron a organizar en las fábricas y lugares de trabajo para contrarrestar los efectos de la Federación de Mujeres Antifascistas (una organización comunista) que movilizaba a las mujeres para que se unieran a las organizaciones del partido". (extracto de una entrevista con Martha Ackelsberg)
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Traducida por Jorge Joya
Original: manifestolibrary.noblogs.org/post/2019/02/16/to-periodiko-mujeres-libr