¿Qué es el anarquismo?

Extracto del folleto 

"¿Qué es el anarquismo? - Colectivo - Éditions du monde libertaire". 

"Dar una visión general, aunque sea breve, del pensamiento anarquista y de las prácticas libertarias en unas pocas páginas, no es sin duda una tarea fácil. Esto se debe, por un lado, a que no se puede, en el caso del anarquismo, reducir todas sus manifestaciones a la actividad de un único teórico o grupo y, por otro, a que están lejos de ser la expresión de una ideología fija.

Normalmente, nos referimos a Stirner, Proudhon y Bakunin como los tres principales teóricos de esta corriente de pensamiento. Sin embargo, esto sólo es cierto en parte, porque el pensamiento de Stirner permaneció prácticamente desconocido fuera de Alemania hasta finales del siglo XIX y fue totalmente ajeno a la aparición del movimiento libertario en sentido estricto. En cuanto a Proudhon, que puede ser considerado con razón el "padre del anarquismo", su pensamiento también sufrió largos periodos de olvido y en ocasiones fue objeto de burdas distorsiones. En lo que respecta a Bakunin, si su influencia es directa y decisiva en el movimiento libertario, éste sólo despega y adquiere sus propias características después de su muerte. Además, las ideas anarquistas se conocen esencialmente a través de la obra de sus discípulos, como Kropotkin y Malatesta, que no dudan en puntos importantes en modificar, aclarar y ampliar la herencia bakuniniana, reivindicando en particular de manera explícita su condición de comunistas libertarios.

El pensamiento anarquista tiene, sin embargo, un carácter homogéneo y unos rasgos definidos, y sería sin duda un grave error ver en él -como suelen hacer sus adversarios- una simple "protesta individual" o la manifestación de un espíritu de revuelta sin futuro.

En el plano filosófico e ideológico, el anarquismo puede considerarse como la manifestación más acabada del pensamiento humanista occidental, que conduce al rechazo de cualquier forma de autoridad externa o superior al ser humano, ya sea de carácter supuestamente divino o terrenal; al rechazo de todos los principios que, desde tiempos inmemoriales, en diferentes formas y modalidades, han sido utilizados por los amos de turno para justificar su explotación y dominación sobre el resto de la población.

En el plano político y social, el anarquismo se presenta como la continuación de la obra de la Revolución Francesa, así como la expresión revolucionaria específica del movimiento obrero, abogando, junto a la igualdad política, por la realización de una verdadera igualdad económica y social: una igualdad real, que sólo puede llegar con la desaparición del capitalismo y la abolición del trabajo asalariado.

Históricamente, pues, el movimiento anarquista nació en el seno del movimiento obrero como expresión -al igual que otras corrientes socialistas- de la protesta obrera contra la explotación moderna. En este sentido, puede entenderse como una reacción radical contra la condición de la clase obrera, caracterizada por la generalización del trabajo asalariado y la división de la sociedad en clases.

Sin embargo, desde el principio, las ideas anarquistas entraron en conflicto tanto con las concepciones reformistas del socialismo (que creían que era posible cambiar "gradualmente" las bases desiguales de la sociedad capitalista) como con las concepciones marxistas, especialmente en lo que respecta al uso de la dictadura como medio revolucionario.

Los anarquistas quieren que surja una sociedad de hombres libres e iguales. La libertad y la igualdad son los dos conceptos clave en torno a los cuales se construyen todos los proyectos libertarios.

Convencidos de que el ser humano sólo puede ser libre en una sociedad de hombres verdaderamente libres, creemos que la libertad de cada individuo no está limitada sino confirmada por la libertad de los demás. Sin embargo, la libertad, al igual que la igualdad, tal y como la entendemos, no es abstracta. Queremos una libertad e igualdad prácticas, es decir, sociales, basadas en el reconocimiento igual y recíproco de la libertad de todos.

"Soy un firme creyente en la igualdad económica y social", escribió Bakunin, "porque sé que sin esta igualdad, la libertad, la justicia, la dignidad humana, la moral y el bienestar de los individuos, así como la prosperidad de las naciones, no serán más que mentiras"; pero, como partidario de la libertad, creo que la igualdad debe establecerse mediante la organización espontánea del trabajo y la propiedad colectiva de las asociaciones de productores libremente organizadas y federalizadas en las comunas, y no mediante la acción suprema y tutelar del Estado. "

Para lograr ese estado social, el único que puede abolir realmente la explotación y los privilegios, los anarquistas creen que es indispensable luchar no sólo contra todas las formas de extorsión económica, sino también contra toda dominación política de carácter estatal o gubernamental.

Para los anarquistas, cualquier gobierno, cualquier poder estatal, sea cual sea su composición, origen y legitimidad, hace materialmente posible la dominación y explotación de una parte de la sociedad por otra. Como demostró Proudhon, el Estado no es más que un parásito de la sociedad que la libre organización de productores y consumidores debe y puede hacer innecesaria. En este preciso punto, las concepciones anarquistas están tan alejadas de las concepciones liberales -que hacen del Estado el árbitro necesario para garantizar la paz civil- como de las concepciones marxistas-leninistas -que creen poder utilizar el poder político y dictatorial de un Estado "obrero" para reprimir los antagonismos de clase. Después de 1917, en Rusia, y posteriormente en otros países del Este en particular, el fracaso de los intentos de alcanzar el socialismo mediante el uso de la dictadura es evidente y demuestra, sin medida, la exactitud de las críticas libertarias en este ámbito.

El uso de la dictadura, aunque se llame proletaria, ha dado lugar en todas partes, no a la decadencia del Estado, sino a una enorme burocracia que ahoga la vida social y la libre iniciativa individual. Y es esta misma burocracia la que ha sido la principal fuente de desigualdades y privilegios en aquellos países que quisieron abolir la propiedad privada capitalista, para luego restablecerla. Como ya había señalado Bakunin en su polémica con Marx: "La libertad sin igualdad no es más que una ficción malsana [...]. La igualdad sin libertad es el despotismo del Estado. Y el Estado despótico no podría existir ni un solo día sin tener al menos una clase explotadora y privilegiada: la burocracia."

Al modo gubernamental y centralizador de la organización de la vida social, los libertarios oponen un modo de organización federalista que permita sustituir el Estado, y toda su maquinaria administrativa, por la asunción colectiva por los propios interesados de todas las funciones inherentes a la vida social que, en la actualidad, son monopolizadas y gestionadas por los órganos del Estado, situados por encima de la sociedad.

El federalismo, como modo de organización, constituye el punto de referencia central del anarquismo, el fundamento y el método sobre el que se construye la sociedad libertaria. Sin embargo, hay que señalar que el federalismo así entendido tiene muy poco que ver con las formas conocidas de federalismo que practican un buen número de Estados actuales. No es una simple técnica de gobierno, sino un principio de organización social en sí mismo, que abarca todos los aspectos de la vida de una comunidad humana. O el federalismo es integral, organizando una sociedad donde reina la justicia, o no lo es.

El pensamiento anarquista está, por tanto, lejos de negar el problema de la necesidad y la importancia de la organización, pero se fija como objetivo una forma de organización diferente, que garantice la autonomía de sus componentes al tiempo que responda a los imperativos colectivos.

En su esencia, el federalismo se basa en la autonomía de los talleres e industrias, así como de los municipios. Se unen para garantizar la seguridad de los demás y satisfacer las necesidades individuales y colectivas. Así, si la autogestión en la empresa hace posible la sustitución del trabajo asalariado por la realización del trabajo asociado, la organización federativa de productores, municipios y regiones permite la sustitución del Estado. Es el complemento indispensable para la realización del socialismo y la mejor garantía de la libertad individual.

La base de esta organización es el contrato, que es igual y recíproco, voluntario, puede ser modificado por la voluntad de las partes contratantes (asociaciones de productores y consumidores, etc.) y reconoce el derecho de iniciativa de todos los componentes de la sociedad.

Así definido, el pacto federal permite también precisar los derechos y deberes de cada parte y establecer los principios de un verdadero derecho social capaz de regular los conflictos que puedan surgir entre individuos, grupos o colectividades, o incluso entre regiones, sin poner en cuestión la autonomía de los componentes. La organización federalista se opone tanto al centralismo estatal jacobino como al laissez-faire del individualismo liberal.

El federalismo no debe verse como una creencia religiosa más o la promesa de una sociedad perfecta, sino como un concepto social dinámico y abierto que puede cambiar con el tiempo. No se trata de un sueño más, sino de una forma de resolver las cuestiones sociales de la mejor manera posible, es decir, respetando la mayor libertad posible de cada individuo sin recurrir a los órganos de arbitraje gubernamentales, que seguramente crearán nuevos privilegios.

★ Acción anarquista 

Las modalidades de acción anarquista son el reflejo, y no podía ser de otra manera, de las ideas principales que acabamos de esbozar. Mejor aún, para los anarquistas existe un vínculo inseparable entre el fin que se persigue y los medios que se utilizan para conseguirlo. En contra de las justificaciones más o menos jesuíticas de cualquier partido político, creemos que el fin no justifica los medios y que los medios deben ser siempre acordes con el fin perseguido.

Por lo tanto, el objetivo de la acción anarquista nunca puede ser la conquista del poder o la gestión del poder existente. Ya en 1872, el Congreso de St. Imier, en Suiza, dio origen oficialmente a la rama antiautoritaria de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), en oposición a las tesis marxistas. Se afirmaba que el primer deber del proletariado no era la conquista del poder político, sino su destrucción. Por tanto, los anarquistas no son apolíticos, sino antipolíticos. Siempre han advertido a los trabajadores contra la ilusión de poder utilizar el arma electoral o el parlamentarismo para cambiar realmente sus condiciones de vida dentro de las democracias burguesas. En lugar de la acción política y parlamentaria, encaminada a la conquista del ejercicio del poder, preferimos la acción directa de las masas, es decir, la toma en mano de sus asuntos por los propios interesados sin delegación de poder en nadie.

Los trabajadores no necesitan que nadie exprese sus reivindicaciones o dirija la lucha por ellos, sino que pueden y deben hacerlo ellos mismos directamente. Los libertarios creen que la práctica de la acción directa, y la huelga en particular, es también el mejor medio de lucha posible, el más eficaz en manos de los trabajadores para defender sus intereses, incluidos los inmediatos. Los libertarios siempre se han opuesto a cualquier intento de esclavizar al movimiento obrero y revolucionario, y defienden la autoorganización y la acción colectiva y autónoma de los trabajadores.

Los anarquistas no son una vanguardia gobernante, ni quieren serlo, porque creen que no hay nadie que pueda ocuparse de sus propios asuntos mejor que ellos mismos. Pero para que esto sea posible, los trabajadores deben tomar conciencia de lo que Proudhon llamaba su "capacidad política". Los trabajadores son la verdadera fuerza de una sociedad y sólo de ellos puede venir una profunda transformación de la misma. La acción anarquista siempre ha tenido como objetivo principal la defensa de los explotados y apoya todas las reivindicaciones de mejora y progreso social.

Muchos libertarios han visto en los sindicatos no sólo organismos de defensa de los intereses de los asalariados, sino también una fuerza de transformación social, siempre que se sepan aprovechar sus posibilidades. Desde este punto de vista, el federalismo libertario, cuyos principios hemos esbozado, no puede realizarse sin la participación activa de los sindicatos de trabajadores, posible columna vertebral de la producción en una sociedad libre.

Desde un punto de vista libertario, una organización sindical debe en su funcionamiento como en sus principios :

- mantener su autonomía frente a cualquier organización política que quiera controlarla, así como frente al Estado;

- practicar el federalismo y una verdadera democracia directa, únicas garantías sólidas contra la burocratización;

- darse los objetivos de obtener la satisfacción de las demandas materiales inmediatas y de preparar a los trabajadores para asegurar la gestión de la producción en el futuro.

Este último punto es muy importante, porque el sindicato y la acción sindical no son ni pueden ser considerados como un fin en sí mismos. La "autonomía sindical" no significa "neutralidad" en relación con el poder o los partidos. Eso significaría que el sindicalismo perdería gran parte de su potencial de cambio y avance. A este respecto, el sindicato debe dotarse a su vez de un programa de transformación social y de una práctica coherente.

Sin embargo, la acción sindical no es el único medio de lucha del que disponen los productores, que pueden y deben, según las circunstancias, adoptar las formas de organización y resistencia que les parezcan más adecuadas.

★ El anarquismo ayer y hoy 

La influencia del movimiento libertario en el movimiento obrero ha sido considerable, aunque rara vez se reconozca. Nos guste o no, los anarquistas son una corriente de pleno derecho en el movimiento sindical y obrero internacional, y sus manifestaciones se encuentran en todos los movimientos revolucionarios, tanto del siglo XIX como del XX, empezando por la Comuna de París de 1871 y las revoluciones rusa y española de 1917 y 1936.

La influencia de las ideas anarquistas fue especialmente significativa en organizaciones sindicales como la CGT en Francia, la USI en Italia, la CNT en España, pero también la Fora en Argentina, la IWW en Estados Unidos, la FAU en Alemania o la SAC en Suecia. La lista es larga, como puedes ver. Presentar cada una de estas organizaciones equivaldría a dar una visión general, para cada uno de estos países, de la historia del movimiento obrero en su conjunto. Limitémonos a señalar que en 1922 el congreso constitutivo de una Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), que agrupaba a las organizaciones anarcosindicalistas que se habían negado a adherirse a la Internacional bolchevique, contaba con varios millones de miembros.

Sin embargo, el anarquismo vivió un periodo de crisis en los años 20 y 30. Si la revolución rusa abrió una nueva fase revolucionaria en Europa y en el mundo, fue acompañada en casi todas partes por el desencadenamiento de la reacción patronal y burguesa en su forma fascista. El movimiento libertario se enfrentó en particular a un doble ataque. Eliminado en Rusia por la represión del Estado "obrero", tiene que enfrentarse en otros países a los métodos de los comunistas que, en el seno del movimiento obrero y sindical, no rehúyen la eliminación física de sus oponentes. El mito de la revolución bolchevique y la actitud de los distintos partidos comunistas occidentales han llevado a una creciente marginación de la influencia anarquista en la clase obrera. En otros lugares, donde las organizaciones libertarias seguían siendo fuertes, fueron aniquiladas por la reacción fascista. En Italia, Alemania, Argentina y Bulgaria, donde triunfó el fascismo, el movimiento anarquista se rompió y sus mejores militantes fueron asesinados u obligados a exiliarse.

En general, durante este periodo los anarquistas se encontraron cada vez más aislados, incluso a nivel internacional, junto con unos pocos socialistas o comunistas disidentes, ante el juego a tres bandas que Stalin, por un lado, los países fascistas y las democracias burguesas, por otro, estaban jugando por la supremacía mundial. Rechazando la alternativa del fascismo o de la democracia, en la que se pretende encerrar la acción del proletariado mundial, los libertarios lucharán lo mejor que puedan para oponerse a la guerra que se avecina.

La revolución española de julio de 1936 representa la última oportunidad para que los trabajadores luchen contra el fascismo y la guerra con la revolución. Los acontecimientos en España, a través del papel decisivo que jugaron las organizaciones anarquistas y anarcosindicalistas, fueron la expresión histórica de lo más importante de las ideas libertarias y merecen nuestra atención. El 18 de julio de 1936, un golpe de Estado del ejército español, apoyado por la derecha, los fascistas de la Falange y la Iglesia, fue roto en más de la mitad del país por el levantamiento de la población obrera. Las fuerzas decisivas en el campo antifascista eran la central anarcosindicalista, la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), que en mayo de 1936, en su congreso de Zaragoza, contaba con 982 sindicatos y 5.095.595 afiliados, la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL).

La lucha contra los militares insurgentes se transformó desde las primeras horas de la victoria en una revolución social; desde mediados de julio hasta finales de agosto, se colectivizaron los transportes urbanos y ferroviarios, las fábricas metalúrgicas y textiles, el abastecimiento de agua, la producción y distribución de gas y electricidad y algunos sectores del comercio grande y pequeño. Unas veinte mil empresas industriales o comerciales fueron expropiadas y gestionadas directamente por los trabajadores y sus sindicatos. Se crea un Consejo Económico para coordinar las actividades de las distintas ramas de la producción.

Fue en el ámbito agrario donde la colectivización fue más completa: abolición de la moneda, reorganización de los límites comunales, organización de la ayuda mutua entre comunidades ricas y pobres, equiparación de las remuneraciones, establecimiento de salarios familiares, puesta en común de herramientas y cosechas. "Fue la revolución social más profunda de la historia", escribió Gastón Leval.

Del 3 al 8 de mayo de 1937 se inició una segunda e inexplicable lucha, esta vez dentro del bando republicano, cuando los comunistas estalinistas intentaron hacerse con el control de los edificios públicos de Barcelona. Hoy sabemos con certeza, con los testimonios posteriores de los dirigentes políticos y militares del Partido Comunista Español (J. Hernández, el Campesino), que Stalin prefería la victoria del fascismo a una verdadera revolución social dirigida por los anarquistas. A lo largo de la guerra civil, el PC centró su propaganda y actividad en la defensa de la propiedad y la religión. Abandonado por las democracias occidentales bajo el falaz pretexto de la no intervención, mientras la Alemania nazi y la Italia de Mussolini armaban masivamente a los nacionalistas, traicionados por los estalinistas, el pueblo español y sus organizaciones de clase lograron resistir con las armas en la mano a la coalición de la reacción europea y el fascismo hasta marzo de 1939. Derrotada por la fuerza, la revolución española sigue siendo un ejemplo de logro social y económico excepcional.

Después de 1945, la división del mundo en dos bloques imperialistas distintos, la Guerra Fría y la amenaza atómica redujeron las posibilidades de acción de los libertarios y de todos aquellos que se negaban a aceptar este estado de cosas. Además, la recuperación de la acción de los trabajadores en beneficio de las burocracias sindicales o de los dirigentes políticos de izquierda agotó muchas de las posibilidades de cambio social en los países capitalistas industrializados.

Sin embargo, desde 1968, tras el estallido de la revuelta estudiantil y juvenil, las ideas libertarias han resurgido, incluso en el movimiento social, con la popularización de conceptos como la autogestión o la gestión directa.

Pero sobre todo, después de los sucesivos naufragios de los diversos proyectos reformistas o revolucionarios promovidos por los partidos socialdemócratas, así como de las diversas tendencias que se reclaman marxistas, leninistas, trotskistas, maoístas, etc., las ideas anarquistas parecen ser las que mejor resisten el paso del tiempo.

Hay que señalar que muchas de las luchas emprendidas por los anarquistas, ya sea contra el militarismo, el sexismo, la xenofobia o las religiones, han sido objeto de amplias movilizaciones, algunas de las cuales han dado sus frutos. El libre uso de la anticoncepción y el derecho al aborto son buenos ejemplos, pero también lo son el reconocimiento de los derechos de los niños y la relativa preocupación por el desarrollo de los mismos, tanto por parte de los padres como de las escuelas. Por último, mencionemos los llamados "logros sociales", esos trozos de libertad por los que han luchado generaciones de personas.

Estas pequeñas victorias sobre el apartheid secular (el de los "bien nacidos" sobre los pobres, el de los hombres sobre las mujeres, el de los blancos sobre los negros, el de los hombres del saco sobre los niños, el de los líderes de todo tipo sobre los dirigidos, el de las doctrinas y religiones de todo tipo sobre el pensamiento libre), son un recordatorio diario del esfuerzo universal de la humanidad contra la desigualdad y para liberarse de la autoridad. El conflicto humano irreductible, que demasiados profesores quieren ver como consustancial al hombre, tiene su origen en el principio de autoridad, y el anarquismo sigue siendo en este punto la única idea viable para contrarrestar su mecanismo. Las evoluciones positivas y los progresos relativos mencionados no son definitivos y, sobre todo, conciernen a muy pocas personas en comparación con los seis mil millones que habitan el planeta.

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FUENTE: Liberté ouvrière - anarcosindicalismo (Montreal, Quebec)

La especificidad de la doctrina anarquista  

Traducido por Jorge Joya

Original: www.socialisme-libertaire.fr/2021/08/qu-est-ce-que-l-anarchisme.html

La spécificité de la doctrine anarchiste