"Está muy de moda, también entre los anarquistas, burlarse de la noción de esperanza, descalificar explícitamente cualquier posibilidad de victoria final sobre la dominación y la opresión. Desierto [1] tiene esta perspectiva en su portada: "En nuestros corazones todos sabemos que el mundo no se 'salvará'", y repite esta afirmación dos veces más en las primeras páginas. La civilización persistirá. Es hora de abandonar las "batallas que no se pueden ganar". De este modo, se evitará la miseria del choque emocional y la desilusión y todos seremos mucho más felices (!). El grupo mexicano tipo Unabomber [2], Individualidades teniendo a lo salvaje (ITS), también afirma firmemente que no habrá victoria. "No creemos que sea posible", proclaman repetidamente.
Pero es posible. Nuestra victoria sobre la enfermedad de la civilización no está en absoluto garantizada, por supuesto, pero es claramente posible. Prefiero lo que dijo Kierkegaard sobre la esperanza: "Es la pasión por lo posible". Y lo que es más atrevido, ¿qué pasó con el "pidamos lo imposible"? Cuando nos negamos a ganar, ¿no estamos en Game Over?
Podríamos recordar al hombre unidimensional de Herbert Marcuse, que anunciaba el aparente fin de las posibilidades radicales, el triunfo definitivo de la falta de libertad consumista. Se alegró de que a las pocas semanas de la publicación de su libro, en 1964, se produjera el inicio de un movimiento global que conmocionó al mundo. Y como el sistema mundial se está mostrando ahora como un fracaso a todos los niveles, revelando que no tiene respuestas para nada, entonces hay muchas posibilidades de superar cualitativamente el movimiento de los años 60.
Pero no si renunciamos a toda esperanza de ganar, ni que decir tiene. Es bien sabido que la salud y la curación de las enfermedades no están ligadas a la desesperación, sino a su contrario. Por ejemplo, la última novela del serbio Danilo Kiš, Salmo 44, sobre la voluntad de una joven familia de sobrevivir y resistir a Auschwitz, donde la visualización de la esperanza era una "necesidad". Para nosotros y para toda la vida, las cosas son graves, pero no estamos en Auschwitz. ¿Y aún así rechazamos la esperanza?
Es evidente que el egoísmo y el nihilismo están de moda entre los anarquistas, y espero que quienes se identifiquen con ellos no estén desesperados. Ilusiones no, esperanza sí. Me pregunto qué podemos ofrecer en el sentido más amplio, en términos de análisis e inspiración, por ejemplo, ¿o es demasiado pedir?
Hay egoístas que parecen haberse enamorado de sus egos sagrados por encima de todo, para los que todo se juzga con tal de que sirva al Yo. Mientras tanto, el reinado de la tecno-cultura alimenta el solipsismo, el narcisismo y el aislamiento acorde con la tecno-dependencia de sus sujetos. ¿Consideraba Max Stirner que el mundo natural sólo tenía valor en relación con su ego? ¿Qué interés tiene el egoísta en la ayuda mutua, en las luchas sociales o en la desaparición de la comunidad? Recomiendo El único y su propiedad de Stirner como un importante correctivo a los llamamientos del colectivismo en sus diversas formas, pero tiendo a estar de acuerdo con el anarquista de Arizona Dan Todd en que Diógenes y los cínicos de Occidente y Chuangtzu y algunos de los taoístas de Oriente hicieron un trabajo aún mejor siglos antes.
¿Significa el nihilismo que hay que hacer prácticamente todo para avanzar hacia una vida digna? Si es así, entonces soy un nihilista. Se puede argumentar que el nihilismo no es literalmente nada, o no se podría ser a la vez nihilista y anarquista. Pero si eso significa la politización de la desesperación, entonces no gracias. El filósofo francés Jean-François Lyotard lo expresó de otra manera: "Con la megalópolis, lo que Occidente consigue y difunde es su nihilismo. Esto es lo que llamamos desarrollo. ¿Hay nihilistas que toman estas declaraciones como lo que les motiva?
En cualquier caso, hay algo más que antiesperanza que ofrecer. Dos nuevos libros nos lo recuerdan. Liberi dalla civiltà, de Enrico Manicardi, es el primer manual anticivilización en cualquier idioma, y La revelación anarquista: ser lo que debemos ser, de Paul Cudenec, es el libro menos pesimista que he leído. Se refiere al anarquista alemán Gustav Landauer, por ejemplo, a la idea de que "no debemos preocuparnos por los pocos que han respondido a la llamada, cuando la calidad de su contenido [anticivilización] está fuera de toda duda". Esto reconcilia el espíritu y la resistencia anarquista en una contribución muy amplia y poderosa.
Son tiempos difíciles, pero, como dijo Oscar Wilde, "todos estamos en la cuneta, pero algunos miramos las estrellas".
John Zerzan
Traducido por Non Fides de ¿Por qué la esperanza?
(Crítica a la tendencia nihilista en el anarquismo), anarchistnews, 21/08/2013.
Traducción revisada y corregida.
Apache-éditions, marzo de 2015.
[1] Libro/folleto publicado en inglés en EEUU en 2011, una especie de mezcla entre anarquismo verde, callismo y ese nihilismo en boga desde hace unos años en el movimiento. (Nota de Non-Fides)
[2] Véase Theodore Kaczynski, La sociedad industrial y su futuro. (Nota de Apache-éditions)
FUENTE: Infokiosques.net