"El comunismo suele ser conocido por la lucha de clases, la búsqueda de la igualdad o la sustitución del gobierno de los hombres por la administración de las cosas. También es conocido, por quienes se toman la molestia de estudiar el tema, por ser una crítica radical de la economía capitalista y, más profundamente, de la economía de mercado. Al tiempo que revisamos todas estas propuestas, destacaremos un conjunto de críticas y propuestas que a veces se olvidan. El objetivo de esta reexaminación será llegar a un intento de redefinir lo que podría ser una sociedad comunista.
Prólogo: por comunismo no nos referimos a los diversos experimentos estatales, burocráticos, autoritarios y totalitarios del capitalismo de Estado implementados por Lenin, Stalin, Mao, Pol Pot, Castro, etc. El comunismo del que hablamos forma parte de un enfoque antiautoritario, autogestionario y libertario, consejista, sindicalista revolucionario y anarcosindicalista. Nos referimos al proyecto comunista tal y como podría definirse teóricamente, como el objetivo de una sociedad libre e igualitaria, sin dominación económica ni política, sin clases sociales, propiedad privada, relaciones salariales, Estado, relaciones de mercado o dinero.
Plan :
I La idea general del comunismo
1 La lucha de clases expropiatoria y autogestionaria 2 ...y sus límites: la necesidad de un análisis marxista de las crisis económicas 3 La necesidad de la asociación de productores y la propiedad común de los medios de producción 4 Producir según las necesidades, ¿de qué manera? 5 La producción a priori, la obsolescencia del dinero y la resolución de los problemas asociados
II El valor de uso: llevar la crítica al capitalismo y a la sociedad de la mercancía a su conclusión lógica
1 El valor de uso al servicio de la producción de plusvalía 2 El valor de mercado frente al valor trabajo 3 El valor de uso como aliado del valor trabajo frente al valor de cambio 4 Crítica a la indiferencia de la naturaleza de la producción 5 Disociar los valores de uso, disociar las esferas de equivalencia de la producción
III La disociación de la economía: otra idea del comunismo
1 Reducir el reino de la necesidad, extender el reino de la libertad 2 La separación de las esferas de producción
IV ¿Cómo la separación de la economía constituye una extensión de la libertad y un resultado del comunismo?
1 Superar la doble alienación 2 Superar la hiperespecialización 3 Superar la doble explotación
Conclusión: una extensión de la libertad
I La idea general del comunismo
1 La lucha de clases expropiatoria y autogestionaria
El capitalismo es generalmente criticado por ser desigual y fuente de pauperización, por separar al productor del control de su herramienta de producción, de los objetivos y de las condiciones de producción, por ser una relación de explotación, por ser una extorsión de la renta de producción. Estos problemas tienen su origen en la dominación económica y política de una clase social, la de los propietarios capitalistas. La dominación económica se basa en la apropiación de los medios de producción y el establecimiento de la relación salarial. La dominación política consiste en el establecimiento del aparato estatal. El aparato estatal está investido por representantes de esta clase. Su vocación es defender los intereses capitalistas, y en primer lugar el derecho a la propiedad. Este derecho está legalmente reconocido, legitimado por su aparato ideológico y defendido, en última instancia, por su aparato represivo, la policía y el ejército. Los objetivos comunistas serían entonces, mediante la acción de un movimiento revolucionario de masas, expropiar a la clase capitalista y abolir su Estado, para resolver las desigualdades socioeconómicas y devolver a los productores el control de los medios, condiciones y objetivos de la producción, así como sus ingresos legítimos.
2 ...y sus límites: la necesidad de un análisis marxista de las crisis económicas
Los objetivos anteriores son condiciones esenciales para la salida del capitalismo. Sin embargo, el comunismo no puede limitarse a la destrucción del Estado burgués, la expropiación capitalista y la autogestión de la producción por parte de los trabajadores de una empresa determinada. La pauperización no sólo está vinculada al control capitalista sobre los niveles salariales y las decisiones de contratación y despido. Las formas de pauperización, tanto relativas como generales, están ligadas a la propia estructura y dinámica del capitalismo: atomicidad, competencia, venta en mercados anónimos, equivalencia general entre todas las mercancías mediante la cuantificación monetaria, descoordinación entre demanda y oferta, entre producción y consumo. La competencia por las cuotas de mercado empuja a los agentes económicos a invertir en máquinas para obtener ganancias de productividad. Los que se benefician de esta ventaja competitiva pueden entonces producir la misma cantidad de bienes en menos tiempo, y por tanto una mayor cantidad de bienes en el mismo tiempo. Así, puede vender más a un coste unitario menor. Al hacerlo, quita cuota de mercado a sus competidores. Estos últimos se empobrecen y se dirigen a la quiebra. Para evitarlo, los competidores invierten a su vez (los que pueden) en máquinas. El coste unitario de los bienes sigue siendo menor, pero el nivel de ventas, y por tanto los ingresos de estas ventas, disminuyen para cada empresa. Este fenómeno se denomina descenso tendencial de la tasa de beneficio. Para mantener el nivel salarial inicial, la empresa debe deshacerse de una parte de su plantilla. Sin embargo, esta masa creciente de desempleados no podrá comprar la producción de la empresa. Cada empresa tendrá entonces que reducir su producción y, por lo tanto, separarse de nuevo de una parte de la mano de obra que, al estar desempleada, no podrá comprar los productos. Y así sucesivamente. El capitalismo entra en una crisis de sobreproducción. Los capitalistas han ensayado diversas soluciones para paliar este problema: ampliación de mercados, imperialismo, deslocalización a lugares donde la mano de obra es más barata, estrategias de obsolescencia (programada, técnica, modista), políticas de estímulo, creación de dinero (aumento de la masa monetaria), impulso de la demanda (fomento del consumo mediante el aumento de los salarios) para estimular la oferta, recurso al crédito, ruptura social y ventajas fiscales para las empresas. Pero cada intento ha terminado, a medio plazo, en una vuelta a la crisis o en nuevas manifestaciones de las crisis. Por lo tanto, aunque hayan acabado con el mando y la explotación capitalistas, los agentes económicos colectivos y autogestionarios se enfrentarían a las mismas crisis. La expropiación, la autogestión, el fin de la explotación y la alienación no son suficientes. Esta observación descalifica inmediatamente las tesis que intentan justificar moralmente el mantenimiento de la pequeña propiedad comercial de los medios de producción.
3 Sobre la necesidad de la asociación de productores y la propiedad común de los medios de producción
La necesidad de que los productores o los consumidores se asocien no sólo responde a una lógica de supervivencia dentro del capitalismo, o incluso de lucha contra él, poniendo en común su fuerza de trabajo, sus medios de producción y su capital, como fue el caso del cooperativismo, el sindicalismo, el mutualismo y el comunalismo respectivamente. Tampoco responde únicamente a una lógica generosa de solidaridad y ayuda mutua, aunque esta lógica forma parte del proyecto comunista. Responde sobre todo a la necesidad de coordinar la producción a escala de la sociedad, para evitar las crisis estructurales inherentes a una economía de mercado competitiva. Por lo tanto, presupone una federación de todas las actividades de producción a escala territorial en la que la sociedad puede funcionar con total autonomía (material y energética). En efecto, sólo una coordinación global, controlada en la base por las asambleas de productores y consumidores asociados, podrá evitar los problemas de colapso del valor, provocados por la utilización del progreso técnico en el marco de la competencia del mercado. Esto implica que la propiedad y el control de los medios de producción deben ser comunes.
4 ¿Cómo producir según las necesidades?
Como acabamos de explicar, evitar las crisis de sobreproducción requiere un modo de producción no competitivo. El progreso técnico puede entonces ser utilizado por la población para satisfacer sus necesidades, sin riesgo de empobrecimiento. Los productores, al ser propietarios federados y asociados de todos los medios de producción, organizados entre ellos de forma democrática, ya no dependen de la venta de su producción para obtener los bienes y servicios que necesitan. La democracia autogestionaria (en este caso, los acuerdos celebrados en asambleas generales entre todos los productores para organizar la satisfacción de sus necesidades mutuas) sustituye a la economía de mercado (es decir, la venta de la producción por parte de los agentes económicos en competencia entre sí en mercados anónimos). Esto nos deja con la pregunta: ¿cómo se puede organizar la producción en función de las necesidades? Hay dos formas de organizarlo: 1- sobre la base de la distribución a posteriori de la producción: esta lógica implica producir lo máximo posible para generar abundancia. Una vez conseguida la producción, se pone a disposición de los consumidores, que pueden recurrir a ella como deseen. Este es el enfoque de "tomar del montón". Esta lógica, que corresponde a una versión muy prometeica del comunismo, parece bastante anticuada. Por un lado, presupone la automatización total de la producción, sin la cual no permite reducir el tiempo productivo humano. Por otro lado, es material y metabólicamente insostenible, ya que consume demasiado material y energía y es potencialmente demasiado contaminante. Por lo tanto, no sólo está fuera de moda, sino sobre todo descalificada. 2- sobre la base de una organización a priori de la producción: se trata de anticipar las necesidades a satisfacer, para organizar la producción en consecuencia. Los particulares hacen un pedido y, a cambio de la producción que reciben, realizan una actividad considerada equivalente, en este sector o en otro sector productivo. Una vez terminada la producción, se distribuye directamente; pueden venir a recoger lo que han pedido y que les corresponde.
5 producción a priori, la obsolescencia del dinero y la resolución de los problemas asociados
En el marco de una organización a priori de la producción, según las necesidades identificadas, el dinero se vuelve obsoleto. Se sustituye por un modo de organización social completamente diferente. La producción común se evalúa identificando las necesidades expresadas por la mayoría de la población, en el marco de una planificación inteligente. En el caso de los bienes de consumo, basta con retirarlos de un almacén, un mostrador de retirada (el equivalente no comercial de un supermercado). No se necesita dinero para ello. Una hoja de pedido (equivalente a una nómina en la que la cantidad monetaria se sustituye por una lista de bienes pedidos), con el sello de "tarea realizada" por un agente federal, le permite retirar los bienes. En este momento, el artículo en cuestión puede ser retirado de la lista del pedido, acompañado de la firma de la persona que se encuentra en el almacén o en el mostrador de recogida de mercancías. Para los servicios más útiles (atención, educación, formación, etc.), el acceso es gratuito. Cualquier persona que se presente tiene acceso a ellos, previa presentación de una hoja de pedido sellada. La renta de las actividades de producción social se compone de todos los bienes y servicios previamente encargados por el individuo. Por lo tanto, es un acceso directo y automático a los bienes y servicios que necesita, una vez que ha pagado su parte de la actividad de producción. Por tanto, el equivalente general no es el dinero en el marco de las relaciones de intercambio del mercado, ni siquiera el número de horas individuales trabajadas, convertidas en un determinado número de vales de consumo. Consiste en la participación social en la producción común sobre la base de un tiempo global de actividad necesario para ello. Este tiempo global, relacionado con el número de individuos, permite definir un tiempo medio de actividad individual. Las personas se reparten a partes iguales entre las distintas tareas. Ya no existe una jerarquía de ingresos, ni una jerarquía de competencias, ni un salario basado en el mérito relacionado con el nivel individual de reducción, ni un diferencial de ingresos relacionado con el nivel de ventas. La distribución de la producción a partir de las necesidades identificadas, basada en un equivalente temporal general, relacionado con una media individual, expresada anteriormente, es también diferente del sistema de tickets de racionamiento en el marco de una planificación centralista operada por un estado tecno-burocrático. De hecho, este tipo de Estado tiende a definir las necesidades de la población por sí mismo (y esto siempre acaba en fracaso). Una burocracia estatal central es incapaz de definir estas necesidades. Sólo la población puede hacerlo. En consecuencia, la producción se organiza para cada persona según un orden general inicial. Por lo tanto, no hay frustración por la insuficiencia de las previsiones de la burocracia estatal y su escasez, y por lo tanto mucho menos riesgo de negociación y micro-especulación sobre los bienes de esta producción común. Hay menos riesgo de regateo/horas porque nadie puede ser eximido, salvo por razones válidas (discapacidad, enfermedad, jubilación), de la participación en la producción común (cuyo tiempo se reduce necesariamente: se habla hoy de una posible reducción del tiempo medio de trabajo entre 7 y 20 horas semanales, según las opciones, aunque esta reflexión sigue siendo incierta). Este modo de organización social sin dinero permite también resolver muchos problemas: el acaparamiento (que provoca un desequilibrio entre la masa de dinero puesta en circulación y la masa de valor contenida en el volumen de producción real), la acumulación y el ahorro (fuentes de poder individual), las deudas y los créditos impagados/no reembolsables, la especulación (anticipación de una futura producción de valor que no llega), la utilización para organizar una contrarrevolución destinada a volver a poner el capitalismo en su sitio (desarrollo de instrumentos de propaganda y de milicias privadas con este fin).
II El valor de uso: llevar la crítica al capitalismo y a la sociedad de la mercancía a su conclusión lógica
1 Valor de uso al servicio de la producción de plusvalía
En general, el valor de uso es el binomio del valor de cambio en la crítica del fetichismo de la mercancía. El capitalismo es indiferente a la naturaleza de la producción, siempre que ésta pueda venderse. Por lo tanto, el valor de cambio de un bien o un servicio por una determinada cantidad de dinero no depende del valor del trabajo, del coste estricto de producción (remuneración del trabajo humano que permite a los productores reproducir su fuerza de trabajo). Depende de su valor de uso fetiche, práctico o simbólico, es decir, de las cualidades que atribuimos o proyectamos en el bien o servicio producido. El valor de cambio está, pues, determinado, en gran medida, por el deseo de adquirir un bien en función de lo que permite. Este deseo puede ser despertado, creado, por las industrias comerciales y publicitarias. La indiferencia capitalista hacia la naturaleza de la producción implica, pues, la reducción del valor de uso a los fines del mercado.
2 Valor de mercado frente a valor laboral
La indexación del valor de uso al valor de cambio sólo es posible cuando el coste de producción, que permite la reproducción de la fuerza de trabajo, se disocia del coste de venta de las mercancías. En otras palabras, lo que está en juego para el productor es, como mínimo, reproducir su fuerza de trabajo y, además, obtener un beneficio. Pero la introducción de la mercancía en el mercado es, en este nivel, de doble filo: o bien el valor fetiche de mercado será más alto, por lo que el productor obtendrá un beneficio (además, es en este nivel donde el propietario capitalista realiza su plusvalía, ya que sólo paga la parte que permite la reproducción de la fuerza de trabajo, mientras que se embolsa el resto por su cuenta), o bien será más bajo. El productor producirá entonces con pérdidas y se arriesga a no poder asegurar la reproducción de su fuerza de trabajo.
3 El valor de uso como aliado del valor del trabajo frente al valor de cambio
Sin embargo, el valor de uso también puede utilizarse teóricamente en un sentido más o menos anticapitalista, pero no por ello menos mercantil. Se convierte entonces en el antagonista del valor de cambio, en el marco de una rehabilitación del coste real de producción, y por tanto del valor trabajo. Se hace hincapié en la dimensión cualitativa, en el aspecto no cuantificable del valor de uso de los bienes, por lo que no se equipara con una determinada cantidad de dinero. El valor de uso se niega así en la relación de intercambio. Sólo cuenta el valor del trabajo, el coste de venta que permite la reproducción de la fuerza de trabajo. Esta crítica, tomada aisladamente, permite ciertamente remunerar el trabajo en su justa medida. Pero no permite frenar el hundimiento de la masa de valor ligado a la competencia y al aumento de la productividad, así como el empobrecimiento, el desempleo y las crisis que se derivan. En efecto, si dos productores venden el mismo producto al mismo coste, es posible que uno invada la cuota de mercado del otro. En consecuencia, ésta quebrará o tendrá que aumentar su productividad, sobre todo la técnica, para vender a un precio más bajo y recuperar su cuota de mercado. El primero, ante esta inversión de la situación, hará lo mismo, etc. La caída de las tasas de beneficio impedirá que se les pague lo suficiente para reproducir su fuerza de trabajo.
4 Crítica a la indiferencia por la naturaleza de la producción
Sin embargo, es posible profundizar aún más en la crítica. La indiferencia hacia la naturaleza de la producción inherente a la lógica del mercado no se rompe a este nivel. Aquí es donde entra la crítica. Si el capitalismo, desde el punto de vista de la realización de la plusvalía, o el productor aislado enfrentado, en el marco de la sociedad de mercado, a la necesidad de asegurar su supervivencia, produciendo algo para vender en mercados anónimos, son ambos indiferentes a la naturaleza de la producción, la sociedad comunista, es decir la asociación de todos los productores, organizándose en la base, para producir según sus necesidades, no lo es. El valor de uso de un bien no es, para una sociedad de este tipo, un instrumento de valorización a posteriori de la producción, sino un a priori fundamental, que determina de antemano quién producirá en función de la necesidad.
5 Disociar los valores de uso, disociar las esferas de equivalencia de la producción
Como todos los valores de uso son incuantificables y varían de un individuo a otro según sus necesidades, no toda la producción es necesaria para todos los individuos. Por lo tanto, la posibilidad de que puedan intercambiarse entre sí sobre la base de un equivalente general (tiempo o dinero) es cuestionable. Algunas producciones son, en general, comunes a toda la sociedad y, por tanto, pueden considerarse, a cierto nivel, como equivalentes entre sí. Es el caso, por ejemplo, de la alimentación, la vivienda, la sanidad, la educación, las infraestructuras comunes, la energía o el transporte público. Sin embargo, otras producciones son mucho más específicas y se refieren a un número menor de individuos. Por lo tanto, sería posible separar las actividades de producción en dos esferas distintas e independientes: la de la producción relacionada con las necesidades comunes y la de la producción relacionada con las necesidades específicas.
III La disociación de la economía: otra idea del comunismo
1 Reducir el reino de la necesidad, ampliar el de la libertad
El comunismo consiste en producir según las necesidades, en condiciones determinadas por los productores asociados, liberados del mando de los propietarios capitalistas y de la tecnoburocracia estatal, reduciendo el tiempo que el individuo dedica a la producción de bienes y servicios necesarios para la vida de la sociedad. La reducción de este tiempo de actividad necesario es posible por varios medios: el aumento de la productividad técnica, una organización más eficaz de las actividades de producción, la eliminación de sectores de actividad inútiles, pero también por la producción anticipada, que evita la sobreproducción. Pero también puede acentuarse separando las actividades de producción comunes de las específicas. Esta separación de las actividades de producción implica, sin embargo, una condición para que permita una reducción del tiempo medio individual de actividad: todos los productores asociados que se benefician de las aportaciones de la producción común deben realizar una actividad en ella (en un tiempo determinado igual entre todos y, de hecho, muy reducido).
2 la separación de las esferas de producción
La separación de las esferas de producción podría organizarse de la siguiente manera: Producción común: consiste en una especie de servicio público ampliado y autogestionado. Se trata de la producción de todos los bienes y servicios necesarios y mayoritarios. Por tanto, pertenece al ámbito de la necesidad. Todo el mundo necesita estas actividades para sobrevivir, para vivir y, en parte, para vivir bien. Por lo tanto, la participación es obligatoria para las personas sanas. Se refiere a las necesidades comunes de al menos entre el 50% y el 75% de la población (a determinar democráticamente) e incluye todos los sectores de actividad que satisfacen estas necesidades. La participación de toda la sociedad en estas actividades implica una reducción sustancial del tiempo de actividad individual.
Producción específica: corresponde a una especie de "libertad empresarial no comercial". Se refiere a la producción de bienes y servicios más específicos. La participación es opcional y depende de la elección de cada persona. Por tanto, pertenece al ámbito de la libertad. Estas actividades se realizan en el tiempo libre, es decir, cuando el individuo ha pagado su parte de la producción común. Los que necesitan algo más pueden organizarse para producirlo y satisfacer así sus necesidades específicas. Se trata, pues, de producir para uno mismo, individualmente o entre productores asociados que comparten la misma necesidad. Los productores pueden asociarse y estructurarse en federaciones de sectores o ramas de actividad, y entre federaciones, para organizar la producción. Pero no se trata de comercializar la producción. Por lo tanto, no se trata de una libertad de empresa capitalista de mercado, que presupone la venta de la producción en mercados anónimos, así como la creación de la oferta y la necesidad de crear y satisfacer luego una demanda.
IV ¿En qué sentido la separación de la economía es una extensión de la libertad y un resultado del comunismo?
La ruptura con la lógica de la equivalencia general, inducida por la separación de las esferas de producción según la necesidad común y las necesidades específicas, implica una ampliación de la libertad en varios niveles:
1 La superación de la doble alienación
Con el régimen de propiedad y el trabajo asalariado, imponiendo una cuota de trabajo excedente al productor y desposeyéndolo de su poder de decisión, el capitalismo no sólo ha establecido la separación del productor de su herramienta de producción. También ha establecido, o reproducido, a través de la instauración de la atomicidad y de la competencia inherente a la lógica del mercado, la separación del individuo de su propio consumo, y por tanto de su propia producción. El productor ya no produce lo que necesita, sino bienes y servicios que a menudo son ajenos a sus necesidades, es decir, que él mismo no utiliza ni aprovecha. El comunismo no sólo pretende devolver al productor la propiedad de su herramienta de producción y el control de sus condiciones de producción. También pretende dar sentido a las actividades de producción, permitiendo al productor volver a conectar con el objeto de su producción, es decir, producir según sus necesidades. Se trata, pues, de romper con la separación inducida por la condición de productor, por un lado, y de consumidor, por otro. Por supuesto, es imposible que un individuo produzca absolutamente todo lo que necesita en términos de bienes y servicios. Además, también son necesarias ciertas actividades de carácter desinteresado. Pensemos, por ejemplo, en las actividades para personas con discapacidad. Por lo tanto, es necesaria una cierta división de las actividades de producción. Sin embargo, esta división de la producción debe tener sentido para el individuo. Por lo tanto, debe establecerse en función de la inserción del productor en un ciclo de reciprocidad en el que éste participará en la producción de una parte de lo que consume. La participación en las decisiones colectivas y en un sector productivo común, que por tanto es necesario para todos, tiende a reducir, y hasta cierto punto a abolir, esta separación entre la condición de productor y la de consumidor.
2 Superar la hiperespecialización
A medida que el capitalismo ha desarrollado su estructura científica, se ha ampliado la división del trabajo, la distribución de los hombres en tareas diferentes y cada vez más especializadas. La colonización del tiempo, subordinada a los imperativos de la valorización capitalista, tiende, como consecuencia de la creciente especialización del trabajo, a reducir a una sola dimensión la realización de todo el potencial individual. Así, bajo el capitalismo, asistimos a la aparición de un sujeto cada vez más especializado en un determinado campo de competencia, y cada vez menos capaz de versatilidad en sus actividades. El comunismo no pretende, por supuesto, eliminar toda la especialización, todas las competencias avanzadas. Pero sí pretende dar a todos la posibilidad, junto a una especialización en uno o dos campos determinados, necesaria para la supervivencia, la reproducción y el buen funcionamiento de la sociedad, de realizar una mayor multiplicidad de potencialidades, en campos diversificados, relacionados con la producción necesaria, pero también independientes de ella. La multiactividad, que consiste no sólo en la abolición de la separación entre lo manual y lo intelectual, lo que manda y lo que ejecuta, a nivel de un sector determinado, sino también en la posibilidad de reciclarse en otro sector de la producción, así como en la variedad de tareas y actividades realizadas en el tiempo libre, permitirá al hombre volver a conectar con la multidimensionalidad de su ser.
3 Superar la doble explotación
El exceso de trabajo es el resultado tanto de la explotación capitalista (captura de una parte de la plusvalía producida) como de la obligación del productor de producir bienes y servicios para otros para los que no tiene utilidad. Esta situación tiene su origen en la integración en la sociedad del trabajo, posibilitada por la generalización del trabajo abstracto y la equivalencia monetaria (cualquier tarea puede medirse en términos de tiempo, la cantidad de tiempo es convertible en una cantidad de dinero), y hace posible, en una sociedad capitalista, el intercambio comercial de todo por cualquier cosa. No se trata sólo de una relación de alienación, de extrañeza hacia lo que se produce, sino también de explotación, en el sentido de que el individuo se ve obligado a "trabajar en exceso", es decir, a producir más, aumentando así su cuota de tiempo de producción individual, para permitir la realización de bienes y servicios que le son inútiles, y además perjudiciales para la vida terrenal. Seamos claros, no se trata de defender una concepción egoísta que, por ejemplo, exima a las personas, con el pretexto de la buena inmunidad, de la contribución a los servicios sanitarios, de la validez de las ayudas a los pensionistas y a los discapacitados, etc. Nuestra concepción del comunismo está estructurada, por supuesto, por los principios de ayuda mutua y solidaridad. De lo que se trata aquí es de criticar la participación forzada, mediante la integración en una sociedad del trabajo totalizadora, del hecho de que toda la producción de bienes o servicios vendibles sea puesta en un plan de equivalencia horaria, sin ningún juicio cualitativo sobre la naturaleza de la producción. El productor se ve así obligado a producir más tiempo para que otros se vean liberados de la producción básica (la que satisface las necesidades comunes y elementales de la sociedad), para producir bienes que satisfacen necesidades específicas (hoy, principalmente las de las clases acomodadas). La concepción del comunismo que aquí se desarrolla tiene como objetivo la abolición de estas dos formas de explotación, que son la relación de explotación salarial, y la relación de explotación ligada a la integración total de todas las tareas productivas en una misma esfera de equivalencia de necesidades, posibilitada por el trabajo abstracto. La separación de las esferas de producción pretende abolir esta segunda relación de explotación. El individuo podrá producir, individualmente o en asociación, bienes y servicios más específicos, sin tener que recurrir al trabajo de otros para descargar las tareas comunes a todos.
Conclusión: una extensión de la libertad
Esta organización social tendría la ventaja de resolver los problemas que plantea el capitalismo, tanto desde el punto de vista de la dominación de clase como de su dinámica económica recesiva. Permitiría superar radicalmente las relaciones sociales fetichistas, alienantes, explotadoras y unidimensionales. La separación de la producción, la reducción del tiempo global de producción necesario para las necesidades comunes, así como el desarrollo de una esfera específica de producción con libre participación, más allá de la producción común, permitiría el ejercicio de un derecho a la pereza, el desarrollo de actividades lúdicas, de realización, convivenciales, etc., la autonomía de la elección de pasar más tiempo produciendo para satisfacer más necesidades, así como la lógica del auto-hacer y de la libre asociación. Esta sociedad sería a la vez más libre, en términos de toma de decisiones, y de tiempo disponible para la autorrealización, permitiendo al mismo tiempo la satisfacción igualitaria de las múltiples necesidades del individuo. Por supuesto, serían necesarios algunos ajustes en la organización temporal o espacial de las actividades de producción. Habría que elegir entre jornadas cortas a lo largo de la semana, un número limitado de jornadas completas (1, 2 o 3), semanas dedicadas a la producción conjunta y semanas libres. Del mismo modo, habría que pensar en la distribución espacial-territorial de las actividades productivas. Sin embargo, en este nivel, confiaremos en la actividad democrática de autogestión y en la inteligencia colectiva de los individuos para encontrar los ajustes adecuados en el funcionamiento. "
Traducido por Joya
Original: espritcritiquerevolutionnaire.revolublog.com/une-autre-idee-du-communi