La necesidad de un movimiento anarquista revolucionario nunca ha sido tan grande - Wayne Price

Wayne Price es un teórico y activista anarquista de Nueva York, EE.UU., autor de "The Abolition of the State: Anarchist & Marxist Perspectives", 2007

Wayne Price. Quinto Estado # 407, otoño 2020 

"Últimamente se habla mucho de anarquismo en los medios de comunicación. Los anarquistas son criticados y denunciados por una amplia gama de políticos. Trump y sus partidarios denuncian a los anarquistas y antifas como protagonistas de las protestas de Black Lives Matter [ Black Lives Matter (BLM), un movimiento político nacido en 2013 en Estados Unidos en la comunidad afroamericana que hace campaña contra el racismo sistémico contra [nombrado] ].

Los demócratas distinguen entre los manifestantes pacíficos y los malvados y violentos anarquistas, a los que acusan, haciéndose eco de la retórica de los republicanos, de invadir y saquear.

En realidad, los anarquistas participan en una amplia gama de actividades dentro del movimiento de protesta. Ideas, si no anarquistas, al menos coincidentes con el anarquismo, circulan dentro de los movimientos de revuelta. La idea de que la gente salga a la calle en lugar de esperar a votar cada x años para enviar a un político a tomar decisiones por nosotros es anarquista. Las reivindicaciones del movimiento BLM, incluyendo sus llamamientos a desmantelar la policía e incluso a abolirla, son diferentes de los habituales llamamientos a la reforma o a una mayor concienciación de los policías en su formación.

Es poco probable que estas acciones den lugar a una revolución popular anarquista en un futuro próximo, pero ¿ayudarán a crear un movimiento anarquista revolucionario organizado? Organizado no significa la creación de ningún partido, ninguna organización con el objetivo de hacerse con el Estado y gobernar al pueblo. Los anarquistas no le dicen a la gente lo que tiene que hacer. Dialogan con los demás, aportando sus propias ideas de forma abierta y honesta, animando a los demás a autoorganizarse de forma independiente y oponiéndose a los enfoques autoritarios.

La política estadounidense está muy polarizada. El Partido Republicano, antes de centro-derecha, se ha convertido en una extrema derecha carismática. Se fusiona con los neonazis así como con los locos fascistas de Qanon. Los demócratas han seguido el giro a la derecha y ahora son un partido de centro-derecha. Pero han tenido que responder al resurgimiento de la izquierda desarrollando una supuesta ala progresista, aunque sólo exista sobre el papel.

Los demócratas no se atreven a empujar tan a la izquierda como los republicanos a la derecha. La base republicana puede volverse histérica y revolcarse en el fascismo sin amenazar los cimientos del sistema. Pero si la base demócrata de afroamericanos, latinos, trabajadores sindicalizados, mujeres, ecologistas, LGBT y otros se volviera demasiado militante, sacudiría el orden establecido.

Sus necesidades no podrían ser satisfechas sin una gran revisión del capitalismo y del Estado. Los trabajadores enfadados podrían incluso organizar huelgas masivas y bloquear la economía, incluso ocupar los centros de trabajo y las fábricas y dirigirlas bajo autogestión. La élite gobernante de la que forma parte el Partido Demócrata no lo permitirá.

Por lo tanto, es extremadamente importante para ellos desacreditar a los anarquistas. Se han hecho esfuerzos masivos, especialmente en el lado demócrata, para canalizar el descontento hacia el sistema electoral. Un signo de su giro a la izquierda ha sido el creciente apoyo a lo que sus partidarios llaman socialismo, pero que no son más que programas gubernamentales al estilo de los que existen en los países escandinavos.

Este entusiasmo, especialmente entre los jóvenes (sea cual sea su sentido del socialismo), quedó patente en las recientes primarias presidenciales demócratas, cuyo objetivo principal era apoyar la campaña de Bernie Sanders. Incluso cuando se retiró de la carrera, los Socialistas Democráticos de América volvieron a centrarse en el principio electoral mientras Bernie daba todo su apoyo al candidato demócrata.

Sin embargo, algunos antiguos partidarios de Bernie, decepcionados con los demócratas, se volvieron en una dirección antielectoral, cercana a los anarquistas.

En contra de la imagen que dan los medios de comunicación de los anarquistas como un bloque monolítico que da miedo, hay diferencias entre ellos en muchas cuestiones. En cuanto a la violencia, por ejemplo, muchos anarquistas son absolutamente pacifistas, mientras que otros utilizarán la fuerza en defensa propia, pero casi todos distinguen entre la destrucción de la propiedad y los ataques a las personas. Muchos creen en una estrategia a largo plazo de construcción de instituciones alternativas hasta que puedan, con suerte, sustituir a la economía capitalista y al Estado. Otros, aunque no rechazan las instituciones alternativas, creen que la confrontación directa con el Estado y la clase capitalista será necesaria en algún momento y que ésta tomará la forma de una insurrección revolucionaria. Ambas tendencias (que se solapan) apoyan las manifestaciones populares de BLM.

En las manifestaciones y en su organización, los anarquistas suelen trabajar como médicos, en apoyo de los bancos de alimentos, en la asistencia jurídica y en otras tareas, además de estar en primera línea contra la policía. Las manifestaciones de BLM revelaron que hay una gran fracción de anarquistas "negros" o, para usar otro término, "de color". Adoptan las ideas anarquistas a través del antirracismo y de sus propias experiencias.

La clase dirigente intenta socavar la tendencia al anarquismo por todos los medios posibles. Como he dicho, existe la crítica a las corrientes anarquistas tanto por parte de la derecha como de los más liberales. En general, se ignora el uso provocador de la violencia por parte de los grupos fascistas y de la policía como fuente de parte de la violencia y de los daños materiales.

Recortar la financiación de la policía, a pesar de los gritos de horror de la derecha, no es más que transferir dinero público a diferentes agencias de seguridad mientras los policías se reorganizan para seguir controlando a los pobres y reprimiendo la disidencia. Incluso la demanda más radical, la de abolir la policía, es simplemente liberal si se interpreta en el sentido de eliminar una fuerza policial especializada mientras se mantiene el capitalismo y el Estado.

Decir que la policía puede ser abolida sin una revolución para crear un tipo diferente de sociedad es una ilusión. La idea generalizada de que los anarquistas querrían una sociedad idéntica a la actual, pero sin policías, es por supuesto falsa. La sociedad de clases es una autojustificación para mantener el poder armado del Estado. Dejar el capitalismo sin las actuales fuerzas de la ley y el orden llevaría al caos (anarquía, como dirían los medios de comunicación) hasta que el orden sea restaurado por bandas criminales, mafiosos, policía corporativa privada o una combinación de los tres. La mayoría de la gente, por mucho que odie a la policía, lo sabe. Los anarquistas pueden apoyar las demandas de desmantelamiento o abolición de la policía, u otras reformas como el fin de las leyes sobre drogas, aunque explican que esto sólo puede lograrse plenamente tras una revolución.

Existe una enorme presión para moderar las exigencias maximalistas de nuestro movimiento. Esto sucede mientras el mundo se enfrenta a una acumulación de desastres que hacen que las soluciones blandas sean completamente inadecuadas: la pandemia, la depresión que ha provocado, el racismo y la represión policial, la catástrofe climática y los subsiguientes picos de calor, las tormentas violentas y los incendios forestales, así como la presidencia de Trump, las guerras en curso, el aumento de las tensiones entre Estados Unidos y China y una nueva carrera armamentística nuclear. Y todo esto requiere que miremos más allá de las meras reformas.

En estas condiciones, nada podría ser más importante que el desarrollo y la coherencia del anarquismo revolucionario. No está claro cómo puede producirse este trastorno. América del Norte es inmensa, es poco probable que una sola organización, red o federación pueda reunir o aglutinar todas las mejores ideas.

Una revolución, si alguna vez ocurre, será un frente unido de muchas corrientes, anarquistas y no anarquistas. Sin embargo, es importante que la minoría que ahora se autodenomina anarquista, no espere pasivamente a que surjan movimientos, sino que trabaje para hacer avanzar el proceso."

Wayne Price.

TRADUCCIÓN MONICA JORNET - GRUPO GASTON COUTÉ FA 

FUENTE: Le Monde Libertaire

Traducido pot Jorge Joya

Original: www.socialisme-libertaire.fr/2021/01/le-besoin-d-un-mouvement-anarchis

En el blog: libertamen.wordpress.com/2022/01/01/la-necesidad-de-un-movimiento-anar