Contribución completa de Sarah Haidar, escritora y periodista anarquista [1], al encuentro en torno a Sail Mohand Ameziane y a la inauguración de una estela dedicada a su memoria. Este homenaje se celebró en su pueblo natal, Taourit, comuna de Tibane, en Cabilia, el 15 de octubre de 2021.
Fallecido en 1953, hemos tardado más de medio siglo en redescubrir a Mohand Saïl, un personaje único en nuestra historia tanto por su alcance político como simbólico. Es la feliz consecuencia de una memoria cabila y bereber confinada durante demasiado tiempo a una iconografía, ciertamente necesaria, pero homogénea y fija, donde la atención prestada a las ideas y a las luchas estaba condicionada por su significado identitario, lingüístico y cultural. De Si Moh U Mhand a Matoub, pasando por Mouloud Mammeri y Ferhat, la Cabilia quería y necesitaba estar unida, como a un cordón umbilical, a figuras y palabras que se fundieran con una cultura milenaria víctima de la negación oficial y de un proceso de socavamiento metódico.
Entre "Tamazight di lakul" y "Aksil VS Okba", entre la resistencia a la arabización forzada y la lucha por la identidad, Mohand Saïl tuvo muy poco espacio para brillar en un imaginario cabileño obligado a replegarse y reaccionar. Y sin embargo, hay mil y una riquezas que extraer de la vida, la trayectoria y las ideas de este auténtico luchador por la libertad para abrir, airear y dar cuerpo a nuestros esquemas políticos y filosóficos. Hoy, más que nunca, Mohand Saïl puede encarnar la alternativa a la eterna división que se nos propone desde hace años y que reduce considerablemente nuestros horizontes.
Nacido en 1894, en una Cabilia ya conquistada y casi "pacificada" por las fuerzas coloniales francesas, y muerto en 1953, un año antes del inicio de una revolución que nunca dejó de reclamar, habrá consumido entretanto varias vidas y transgredido los innumerables guetos a los que le predestinaban sus orígenes y su condición, para convertirse en un revolucionario indomable e "irredento".
Mohand Saïl no era un bereberista, y menos aún un "nacionalista"; no se hizo un hueco en las filas del PPA/MTLD ni distribuyó panfletos a la gloria de Messali Hadj; no se encontraba junto a Rachid Ali Yahia o Ouali Bennaï en 1949, ni entre los futuros novembristas formados por la OS. No era ninguna de estas cosas y era todas al mismo tiempo. ¡Era un anarquista!
En 2020 se publicó en Francia L'étrange étranger, una recopilación de textos coordinada y comentada por Francis Dupuis-Derri. En ella redescubrimos a un Saïl habitado por los más bellos principios revolucionarios y obstinadamente refractario a los marcos políticos y a las "ofertas" predominantes de la época. Era fácil ver el milagro intelectual de este niño de Souk Oufella, que se convirtió en anarcosindicalista, luego en combatiente de la Columna Durruti durante la guerra de España, y después en un inspirado escritor de crónicas y otros tratados que llamaban a los dominados a la revuelta; todo ello en un contexto en el que podría haberse conformado con el camino clásico seguido por la juventud politizada de su generación. Saïl fue capaz de atacar a los colonialistas, a los estalinistas, a los marabinos cabileños y al nacionalismo estrecho, en un rechazo permanente y noble de todas las facilidades y esquemas anticuados. Llamó a los argelinos, "sus hermanos indígenas", a levantarse contra la colonización francesa, pero no se opuso a ésta con el proyecto de un futuro Estado argelino que sólo reproduciría la vieja trampa de la dominación; exhortó a los trabajadores, tanto argelinos como franceses, a derribar el sistema antropófago que les robaba la vida, más allá de sus nacionalidades y orígenes; No dudó en rechazar el "fascismo rojo" que se hacía pasar por la única alternativa al imperialismo mortificante; reconoció "los inicios" de una verdadera democracia en el "ejemplo cabileño" representado por la organización social milenaria de su región natal, pero no se hundió en un identitarismo ingenuo y no tuvo miedo de desmitificar las creencias sacrosantas de sus compatriotas, religión y marabunta incluidos.
Mohand Saïl encarna, al igual que sus compañeros de diferentes geografías, el ser político a la vez trascendente y anclado en la realidad, exigente y honesto, coherente e inalienable, cuya riqueza le vendría bien a la Cabilia para cuestionar y comprender, ya que actualmente vive uno de los períodos más oscuros de su historia.
Traducida por Jorge Joya