"El mínimo de vida" (1954).

"Nunca se dirá lo suficiente que las actuales reivindicaciones del sindicalismo están condenadas al fracaso; no tanto por la división y dependencia de estos organismos reconocidos como por la indigencia de los programas.

Nunca se dirá lo suficiente a los trabajadores explotados que es su vida insustituible la que está en juego, donde todo se puede hacer; que son sus mejores años los que pasan, sin ninguna alegría que valga la pena, sin siquiera haber tomado las armas.

No hay que pedir que se asegure o eleve el "mínimo vital", sino que se renuncie a mantener a las multitudes en el mínimo vital. No sólo hay que pedir pan, sino juegos.

En el "estatuto económico del trabajador ligero", definido el año pasado por la Comisión de Convenios Colectivos, un estatuto que es un insulto insoportable a todo lo que todavía se puede esperar del hombre, la cuota de ocio - y de cultura - se fija en una novela policíaca de la Série Noire al mes.

No hay otra salida.

Y además, a través de sus novelas policíacas, como a través de su Prensa o de su Cine al otro lado del Atlántico, el régimen extiende sus prisiones, en las que ya no hay nada que ganar, pero sí que perder, salvo sus cadenas.

La vida hay que ganarla más allá.

No es la cuestión de los aumentos salariales lo que hay que plantear, sino la de la condición de la gente en Occidente.

Debemos negarnos a luchar dentro del sistema para obtener concesiones de venta al por menor que inmediatamente se ponen en duda o se recuperan en otro lugar por el capitalismo. Es el problema de la supervivencia o la destrucción de este sistema lo que hay que plantear radicalmente.

No hay que hablar de posibles acuerdos, sino de realidades inaceptables: pregunten a los trabajadores argelinos de la Régie Renault dónde están su tiempo libre, y su país, y su dignidad, y sus mujeres... Pregúntales qué esperanza tienen. La lucha social no debe ser burocrática, sino apasionada. Para juzgar los desastrosos resultados del sindicalismo profesional, basta con analizar las huelgas espontáneas de agosto de 1953; la resolución de las bases; el sabotaje de los centros amarillos; el abandono de la C.G.T. que no supo provocar la huelga general ni utilizarla cuando se extendía victoriosamente. Por el contrario, debemos ser conscientes de algunos hechos que pueden apasionar el debate: el hecho, por ejemplo, de que nuestros amigos existen en todo el mundo y que nos reconocemos en su lucha. El hecho también de que la vida continúa, y que no esperamos compensación, salvo la que debemos inventar y construir nosotros mismos.

Es sólo una cuestión de valor.

Para la Internacional Letrista :MICHÈLE I. BERNSTEIN, ANDRÉ-FRANK CONORD,MOHAMED DAHOU, G.-E. DEBORD, JACQUES FILLON, GIL J WOLMAN

En Potlatch N°4 - 13 de julio de 1954

Traducida por Jorge Joya

Original: kropot.free.fr/potlatch4.htm