La Unión Parte 1

La lucha de clases es un medio por el que no sólo podemos luchar por mejoras en nuestra vida cotidiana, sino también enfrentarnos a los sistemas de dominación y explotación que conforman nuestra sociedad. Aislados, impotentes y compitiendo por la supervivencia como trabajadores individuales, podemos construir la fuerza colectiva y los lazos de solidaridad en un sindicato. Sin embargo, los sindicatos de hoy en día se presentan como poco más que planes de seguros, gigantescas instituciones burocráticas completamente integradas en la economía capitalista.

Podemos definir un sindicato como una asociación estructurada de trabajadores, organizada para promover sus intereses. El sindicato reformista añade a esta base de organización colectiva la función de representar a los trabajadores ante sus amos. Los funcionarios asalariados negocian con los patrones y presionan a los políticos en nombre de sus miembros, ofreciendo a cambio garantías de una mano de obra ordenada y productiva. Por lo tanto, median entre las dos clases y sus intereses opuestos.

Hay que aumentar el número de afiliados para legitimar el papel representativo del sindicato ante la patronal, para ganar influencia en el movimiento obrero y para pagar los sueldos de varios funcionarios, ejecutivos y abogados.

Para llegar a un acuerdo con la patronal, el sindicato debe ser capaz de prometer la paz laboral, lo que significa que debe tener la capacidad de controlar y disciplinar a sus miembros. A veces, el sindicato se comporta de forma combativa y presiona para que se produzca la confrontación con el fin de atraer a nuevos miembros y ganar reputación, pero siempre se llega a un punto en el que la lucha debe contenerse o suprimirse por completo porque ya no interesa a la burocracia sindical.

Las elecciones y las votaciones añaden un elemento democrático a estos sindicatos, pero son esencialmente un asunto de arriba a abajo, una jerarquía con unas pocas personas poderosas en la cima y una masa ordenada de miembros en la base. Al tener un asiento en la mesa de la colaboración de clases y ganar un salario atractivo con buenas perspectivas de carrera, los burócratas sindicales tienen intereses institucionales separados de los trabajadores a los que representan, y un interés en el statu quo. No cabe duda de que muchos trabajadores con ideales e integridad comienzan a ascender por esta escalera, pero rápidamente se integrarán en la burocracia o serán neutralizados por ella. En el nivel del lugar de trabajo sindicalizado es posible actuar independientemente del control oficial hasta cierto punto si los trabajadores son lo suficientemente militantes, y los delegados sindicales siguen siendo trabajadores entre los trabajadores, pero es una batalla cuesta arriba.

Desde la huelga hasta el paro, hay muchas tácticas disponibles, y la fuerza de cualquier sindicato reside en la acción directa de sus miembros. Pero la energía e iniciativa de los trabajadores se disipa rápidamente en procedimientos burocráticos y legalistas. Dirigida por funcionarios y restringida por la ley, la acción se vuelve regimentada y menos eficaz. Las luchas se mantienen aisladas (es decir, bajo control) en un lugar de trabajo o sector concreto, y contenidas dentro del sindicato, que sólo se coordinará con otros sindicatos si una posición de debilidad le obliga a ello. Esto fragmenta a la clase obrera e impide que estas luchas se intensifiquen y se extiendan.

El centralismo y la jerarquía producen pasividad, y viceversa. La mayoría de los afiliados participarán poco en su sindicato, más allá del pago de las cuotas. Lo mejor que un sindicato así puede ofrecer a sus miembros es una sensación de seguridad, pero en el peor de los casos simplemente reforzará la resignación y la desilusión. La política se exporta al Partido Laborista, al que el sindicato debe lealtad (y financiación) y del que el trabajador ordinario es un mero peón. De esta experiencia no se desprende ningún potencial de transformación personal o social. El sindicato de este tipo es reformista en el sentido de que no se opone al sistema capitalista -con su división de clases basada en la propiedad y la explotación- sino que se limita a defender las condiciones económicas de una parte de los trabajadores dentro de él.

Los trabajadores han encontrado continuamente formas de eludir muchos de los obstáculos descritos anteriormente, como las asociaciones de base a nivel de taller, y las huelgas salvajes en desafío a todo el proceso debido. Como anarquistas buscamos apoyar a otros trabajadores dondequiera y cuandoquiera que se enfrenten a sus explotadores y opresores, independientemente de su afiliación a un sindicato, pero también animarles a ir más allá de los límites que les atan. Sin embargo, en última instancia, debemos encontrar una vía diferente para expresar el potencial revolucionario de la lucha de clases. El sindicato anarcosindicalista ofrece una de esas alternativas, y se explorará en la segunda parte.

Traducido By Jorge Joya

Original: liverpoolanarchist.wordpress.com/2021/08/05/the-union-part-i/