La educación libertaria será nuestra o no será

"La educación libertaria será cosa nuestra o no lo será". Este podría ser el lema que resume uno de los principios básicos de la educación libertaria que tiene mucho que ver con el concepto de totalidad, pero también con el de antiautoritarismo: es la autogestión.

La autogestión es el medio por el que se autogestiona no sólo la comunidad educativa o de aprendizaje, sino también los individuos que la componen. La autogestión es la fórmula adecuada para armonizar la libertad con la responsabilidad, pero no sólo en el ámbito educativo, sino en todas las facetas de la vida libertaria.

Así lo expresó Ricardo Mella:

"¿Quieres cultura, libertad, igualdad, justicia? Pues vete a conquistarlos, no quieras que otros vengan a dártelos. La fuerza que no tienes, siendo todos, no pocos tendrán, una pequeña parte de ti mismo. Este milagro de la política nunca se ha conseguido, nunca se conseguirá. Vuestra emancipación será obra vuestra, o no estaréis emancipados por los siglos de los siglos" ( Solidaridad Obrera nº 4, Gijón 1909).

La práctica de la autogestión aumenta la autonomía e independencia de todos los que participan en ella. Esta ganancia de autonomía demuestra que es una práctica útil de transformación social prescindir de la delegación en otros, que de este modo disminuirá su poder de dominación sobre los demás, por lo que la autogestión debe estar vinculada al antiautoritarismo.

¿Cómo se traslada la autogestión sociopolítica a la escuela? Cualquier proyecto libertario debe ser autónomo, no sólo en la toma de decisiones, sino en la imprescindible asunción de responsabilidades, así como en la participación en la resolución de los problemas que se generen, para que el proyecto sea viable.

Este esquema de hacerse cargo en proporción a las posibilidades de cada miembro de la comunidad educativa lleva el mismo germen de la autogestión de los medios de producción o de la organización de la sociedad sin estado ni tutela.

Toda organización o práctica libertaria repite la autogestión, a su propio nivel, y la autogestión permite, a través de la autogestión, por tanto, la participación en la práctica esencial de la autogestión de toda organización educativa libertaria. Esto explica la enorme labor educativa que han realizado las organizaciones libertarias, por el simple hecho de ser comunidades de aprendizaje: sindicatos, ateos, grupos anarquistas, colectividades, comunas, escuelas libertarias, escuelas libres... han recuperado su enorme labor de educación permanente de todo tipo: formal, no formal e informal, y, por supuesto, no se ha reducido a la infancia, perjudicando a jóvenes y adultos, ni se ha reducido a un género, perjudicando al otro, lógicamente.

En las comunidades de aprendizaje que son organizaciones libertarias (incluida la escuela), la autoridad existe, pero se reduce a la mayor experiencia del socio (de cualquier edad) en un campo específico. Esta autoridad permitida se la da el "aprendiz" al "maestro" y, además, es intercambiable, porque para algunas materias alguien sabe más o mejor (maestría), pero para otras el maestro será "aprendiz". Esto permite que el aprendiz no dependa siempre de alguien. En la educación libertaria, los papeles de aprendiz y profesor se ejercen temporalmente, en un contexto específico y por acuerdo entre ambos. Sus diferencias se difuminan: más que aprendices y profesores, son socios colaboradores.

Y fuera de las organizaciones que se autodenominan libertarias, los libertarios se sienten muy cómodos en cualquier otro ámbito siempre que su dinámica sea autogestionada, aunque no se reconozcan como libertarios, como puede ocurrir en un barrio, una comunidad de vecinos...

El principio de autogestión educativa abarca todo lo relativo al qué y al cómo de la enseñanza-aprendizaje en cada grupo o persona, pero también abarca la gestión de la comunidad educativa, incluida la financiación. Esta es quizás la explicación de por qué en muchas experiencias educativas libertarias se forma un "patronato" que apoya la provisión de todo lo necesario para la escuela. Este mecenazgo no sólo lo constituyen las familias de los chicos y chicas, sino todos aquellos que se sienten implicados en el proyecto.

¿Es la autogestión pedagógica en sí misma libertaria? ¿La pedagogía antiautoritaria es libertaria? Podríamos decir que ambas son condiciones necesarias pero no suficientes, porque hay tendencias educativas liberales que eliminan el control estatal o practican el laissez-faire, aspirando precisamente a que la transformación de la sociedad en una sociedad más justa no se produzca nunca, o en el mejor de los casos, porque esta realidad social dentro de la escuela no importa.

De la misma manera que algunos movimientos sociales emergentes mantienen a la gente en un activismo continuo que lleva a un callejón sin salida, sin afectar a la raíz del problema, existe un tipo de autogestión educativa que se reduce a las técnicas pedagógicas utilizadas, pero sin la proyección sociopolítica de la autogestión social, que llamaríamos pedagogía, sin más.

En conclusión, la pedagogía no directiva no es sinónimo de libertinaje, aunque ha habido importantes defensores (sobre el papel) como Rousseau o Stirner y fuera del ámbito libertario: Rogers, Dewey, Claparède, Freinet...

Por el contrario, en el anarquismo, la autogestión tiene más peso como objetivo social y pedagógico que como simple metodología de enseñanza. En esta línea, como es de suponer, estaría Bakunin (siempre ácido con Rousseau), cuya opinión sobre la educación o las "buenas" escuelas es bien conocida, por así decirlo. La razón principal por la que hay menos identificación con la pedagogía no directiva de lo que cabría esperar es el sentimiento generalizado en muchos medios libertarios de que este enfoque pedagógico es ingenuo al afirmar estas dos cosas: que la libertad es imposible en un entorno social determinista y que el individuo no puede sustraerse a la influencia social...

Ana Sigüenza

Traducido por Joya

Original: le-libertaire.net/leducation-libertaire-sera-notre-fait-sera-pas/