Dictadura del proletariado y socialismo de Estado

(Artículo publicado en "Guerra di Classe" nº 4 del 5 de noviembre de 1936)

"La dictadura del proletariado es una concepción marxista. 

Según Lenin, "el único marxista es el que extiende el reconocimiento de la lucha de clases al reconocimiento de la Dictadura del Proletariado". Lenin tenía razón: la Dictadura del proletariado no es, en realidad, para Marx, más que la conquista del Estado por el proletariado que, organizado en una clase políticamente dominante, logra, mediante el Socialismo de Estado, la supresión de todas las clases. 

En la "Crítica del Programa de Gotha", escrita por Marx en 1875, leemos:

"Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista se encuentra el período de transformación revolucionaria de la primera a la segunda. A este período corresponde un período de transición política durante el cual el Estado no puede ser otra cosa que la dictadura del proletariado."

En el "Manifiesto Comunista" (1847) ya decía:

"El primer paso en el camino de la revolución obrera es la elevación del proletariado al rango de clase dominante..."

"El proletariado aprovechará su dominio político para arrancar todo el capital a la burguesía, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, en manos del propio proletariado, organizado como clase dominante.

Lenin, en "El Estado y la Revolución" no hace más que confirmar la tesis marxista:

"El proletariado necesita al Estado sólo durante un tiempo determinado. La supresión del Estado como objetivo final no es lo que nos separa de los anarquistas. Pero afirmamos que para lograr este objetivo es indispensable utilizar temporalmente contra los explotadores los instrumentos, medios y procedimientos del poder político, así como es indispensable, para abolir las clases, establecer la dictadura temporal de la clase oprimida."

"El Estado desaparece en la medida en que no hay más capitalistas, no hay más clases, y no hay necesidad, por tanto, de oprimir a "ninguna clase". Pero el Estado no está completamente muerto mientras sobreviva la "ley burguesa" que consagra la desigualdad de hecho. Para que el Estado muera completamente, es necesario el advenimiento del comunismo integral.

El Estado proletario se concibe como una forma política de transición, destinada a destruir las clases. Una expropiación gradual y la idea de un capitalismo de Estado están en la base de esta concepción. El programa económico de Lenin en vísperas de la Revolución de Octubre termina con la frase: "El socialismo no es otra cosa que un monopolio socialista de Estado.

Siguiendo a Lenin:

"La distinción entre marxistas y anarquistas consiste en esto:

1) Los marxistas, aunque proponen la destrucción completa del Estado, creen que sólo es realizable después de la destrucción de las clases por la revolución socialista, y como resultado del triunfo del socialismo que terminará con la destrucción del Estado; los anarquistas quieren la abolición completa del Estado, de un día para otro, sin entender cuáles son las condiciones que lo hacen posible.

2) Los marxistas proclaman la necesidad de que el proletariado tome el poder político, destruya por completo la vieja máquina estatal y la sustituya por un nuevo aparato,

Los anarquistas, al exigir la destrucción de la máquina estatal, no saben bien "con qué" la sustituirá el proletariado, ni "qué uso" hará del poder revolucionario; incluso llegan a condenar cualquier uso del poder político por parte del proletariado revolucionario y rechazan la dictadura revolucionaria del proletariado.

3) Los marxistas quieren preparar al proletariado para la Revolución utilizando el Estado moderno: los anarquistas rechazan este método.

Lenin disfrazaba las cosas. Los marxistas "no proponen la destrucción completa del Estado", pero prevén la desaparición natural del Estado como consecuencia de la destrucción de las clases mediante la "dictadura del proletariado", es decir, del socialismo de Estado, mientras que los anarquistas quieren la destrucción de las clases mediante una revolución social, que suprima, con las clases, el Estado. Los marxistas, además, no proponen la conquista armada de la Comuna por parte de todo el proletariado, sino que proponen la conquista del Estado por parte del partido que suponen representa al proletariado. Los anarquistas admiten la utilización de un poder directo por parte del proletariado, pero entienden el órgano de este poder como formado por el conjunto de los sistemas de gestión comunista -organizaciones corporativas, instituciones comunales, regionales y nacionales- libremente constituidos al margen y en contra de cualquier monopolio político partidista, y procurando reducir al mínimo la centralización administrativa. Lenin, con fines polémicos, simplifica arbitrariamente los datos de la diferencia entre los marxistas y nosotros.

La fórmula leninista: "Los marxistas quieren preparar al proletariado para la Revolución utilizando el aparato estatal moderno" es la base del jacobinismo leninista como lo es del parlamentarismo y del ministerialismo social-reformista.

En los Congresos Internacionales Socialistas de Londres (1896) y París (1900), se estableció que sólo podrían ingresar en la Internacional Socialista aquellos partidos y organizaciones obreras que reconocieran el principio de la "conquista socialista de los poderes públicos por la fracción del proletariado organizada en un partido de clase". La escisión se produjo en este punto, pero efectivamente la exclusión de los anarquistas de la Internacional sólo fue el triunfo del ministerialismo, del oportunismo, del "cretinismo parlamentario".

Los sindicalistas antiparlamentarios y algunas fracciones comunistas que se reclaman marxistas rechazan la conquista socialista prerrevolucionaria o revolucionaria de los poderes públicos.

Al observar la historia del socialismo después de la exclusión de los anarquistas, uno no puede dejar de notar la degeneración gradual del marxismo como filosofía política a través de las interpretaciones y la práctica socialdemócratas.

El leninismo constituye, sin duda, un retorno al espíritu revolucionario del marxismo, pero también constituye un retorno a los sofismas y abstracciones de la metafísica marxista. "

Camillo Berneri

(Artículo publicado en "Guerra di Classe" nº 4 del 5 de noviembre de 1936)

Traducida por Jorge Joya

Original: www.socialisme-libertaire.fr/2017/12/dictature-du-proletariat-et-socia