Cuando un héroe nacional es negro: Abdias do Nascimento y la Historia que no aprendimos

ABDIAS NASCIMENTO/ IPEAFRO ACERVO Abdias Nascimento en Nueva York, 1997.

¿Sabe lo que pasó con los esclavos después del 13 de mayo de 1888? ¿O su libro de historia se saltó este capítulo posterior a la abolición?

Se firmó la libertad. Pero la ley de la princesa Isabel era sólo un trozo de papel. Cientos de miles de negros pasaron directamente de la senzala del campo a las senzalas del olvido. Formaban la masa de pobres y miserables de Brasil a finales del siglo XIX.

Si esa pluma hubiera sido realmente de oro, habría venido con políticas públicas de integración y emancipación. Si realmente hubiera sido de oro, no estaría ahora rindiendo homenaje a los 100 años de uno de los mayores héroes negros del siglo XX, Abdias do Nascimento.

El vacío en nuestros libros de historia

No, el negro ya no era propiedad del dueño del molino después de la abolición. Sin embargo, el Imperio no hizo nada para garantizar las condiciones mínimas de esta supuesta libertad. No había incentivos para la alfabetización y la formación profesional de los antiguos esclavos. No hubo una reforma agraria para que pudieran tener un pedazo de tierra y producir por sí mismos. Tampoco había leyes que protegieran su mano de obra, que recientemente había dejado de ser libre y eterna.

El Estado debería haber dirigido una serie de acciones sociales y educativas a este colectivo. Sólo entonces podríamos hablar de libertad e igualdad de condiciones y oportunidades. Pero los antiguos esclavos ni siquiera sabían por dónde (re)empezar. La Antigua República también los había olvidado. Y, sin un punto de partida, sin una fuente de conocimiento, orientación e ingresos, el camino natural de los negros recién liberados era la marginación.

Las mujeres negras encontraron un camino. Sabían cocinar, lavar, cuidar a los hijos de la señora. De mucamas, pasaron a ser criadas en la década de 1900. Los hombres negros, en cambio, eran vistos con desconfianza. Ya sabes, eran esclavos, solían huir de los blancos, organizaban caceroladas... ¿Quién te daría trabajo? La criminalidad era una consecuencia de esta exclusión.

El color de la pobreza en Brasil se reforzó a principios del siglo XX: los negros eran desempleados, subempleados, los primeros habitantes de las favelas y delincuentes.

El negro que se atrevió en la vida y en el escenario

Abdias do Nascimento, nacido en 1914, no se conformó con este destino, reservado a él y a los de su color de piel. De niño, aprendió a quejarse de los insultos que oía en la escuela por ser negro. Y comprendió que afirmar su diferencia -la que se empeñaban en escupirle con adjetivos ofensivos- era un motivo de orgullo y fuerza.

Por eso participó en el Frente Negro Brasileño, un movimiento que buscaba el ascenso social de los "de color" en los años 30. Las lecciones de aquella época, sobre la necesidad de resaltar la propia identidad racial, fueron decisivas en la trayectoria de Abdias.

En aquella época, "en los teatros municipales de Río y São Paulo, los negros entraban sólo para limpiar el suelo que ensuciaban los blancos", como dijo Abdias en una entrevista con Portal Afro. El activista decidió transformar el escenario y los personajes del momento. Reclutaba a sirvientas, analfabetos, obreros y desempleados, todos negros, para que estudiaran teatro y montaran obras.

En 1944, concibió lo que puede considerarse uno de los mayores laboratorios de diversidad y autoafirmación en las artes escénicas de Brasil. Fue el Teatro Experimental do Negro, que revolucionó la vida de cientos de personas negras, morenas y pobres.

Abdias alfabetizó al elenco, preparó a los actores y fomentó su conciencia ciudadana. El escenario se convirtió en un espacio para que los negros marginados tuvieran voz y ejercieran su talento. Aprendieron sobre sus propios orígenes, aceptaron sus raíces africanas y se sintieron orgullosos de lo que eran. Abdias trabajó en la autoestima de aquellos antiguos esclavos que apenas habían dejado de serlo más de 50 años después de la Lei Áurea.

Algunas de las puestas en escena de moda fueron: El hijo pródigo (1947), de Lúcio Cardoso; Aruanda (1950), de Joaquim Ribeiro; y Sortilégio (1957), del propio Abdias. El Teatro Experimental do Negro formó a artistas de la talla de Ruth de Souza y Milton Gonçalves.

La semilla sembrada por Abdias

Además de su exitosa experiencia en el teatro, el activista dedicó parte de su vida a actividades políticas. En el exilio, durante la dictadura militar, se hizo cercano a Leonel Brizola. A su regreso a Brasil, participó en la creación del PDT (Partido Democrático del Trabajo). La igualdad racial se convirtió en su principal reivindicación y se incorporó como bandera del Partido Laborista de Brizola.

Fue diputado federal en la década de 1980 y senador durante la década de 1990. Siempre que hablaba, reclamaba políticas de integración de los negros en la sociedad brasileña. Políticas nacionales que nunca habían sido pensadas por ningún gobierno.

En 2006, cuando tuve el honor de entrevistarlo, Abdias celebró la adopción masiva de la acción afirmativa por parte de las universidades públicas brasileñas.

"Esta realidad de hoy, con las cuotas para los negros, fue una lucha mía, nuestra, del movimiento, allá, durante años", recordó, ya un poco debilitado, en silla de ruedas.

Más de un siglo después, la igualdad comenzaba a construirse. Y Abdias fue uno de los responsables de intentar pasar la página de las reflexiones y el legado de la esclavitud.

Un héroe nacional que merece ser conocido, estudiado y celebrado por los brasileños interesados en llenar las lagunas de nuestra historia

Traducido por Jorge Joya

original: www.geledes.org.br/quando-um-heroi-nacional-e-negro-abdias-do-nascimen