"Elisée Reclus escribió: "La anarquía es la máxima expresión del orden".
Si esta idea puede parecer descabellada en un primer momento para quienes no están nada familiarizados con el anarquismo, es porque atenta contra el prejuicio de que el Estado es el garante del orden y la justicia. Somos anarquistas porque creemos precisamente lo contrario.
La jerarquía en todas sus formas genera injusticia y, por tanto, desorden.
Para nosotros, toda la historia de la humanidad demuestra que es la jerarquía en todas sus formas la que genera la injusticia y, por tanto, el desorden. Creemos que cuanto más se concentra el poder en unas pocas manos, más poderosa es la injusticia que resulta de ello. Por lo tanto, el Estado es la forma típica y perfecta de dominación de unos pocos sobre todos. Creemos, por el contrario, que la justicia social, es decir, la igualdad de acceso a todos los bienes materiales e inmateriales (y en particular el acceso al poder de decisión), es lo único que puede reducir el caos y la violencia. El orden no es la policía, es la justicia. La historia del anarquismo se caracteriza por la búsqueda y experimentación de las formas sociales que pueden utilizarse para lograr la justicia. En otras palabras, es una búsqueda concreta y pragmática de una alternativa a todos los sistemas de opresión, como el capitalismo, el feudalismo, el marxismo, el patriarcado (dominación masculina), las religiones, etc. Esta historia, construida a través de conjeturas teóricas y experimentos en la realidad, conduce a principios del siglo XXI a una respuesta sintética al problema social: el comunismo libertario.
El proyecto de sociedad anarquista es comunista pero ciertamente no marxista
Es "comunista" porque, en el plano económico, todos los medios de producción son de propiedad común. "Libertario", porque todas las decisiones deben tomarse libremente para que el proyecto se realice. Este libre consentimiento depende de la naturaleza de las instituciones típicamente libertarias que proponemos para dirigir la sociedad que buscamos. La verdadera propiedad colectiva existe cuando los propios trabajadores deciden qué producir y cómo hacerlo. Para nosotros, la única manera de garantizar una verdadera propiedad colectiva de los medios de producción es la autogestión. En última instancia, ser propietario de algo es tener soberanía sobre su uso. La propiedad estatal de los medios de producción, tal y como la defiende el marxismo, sólo consiste, por tanto, en entregar el poder de decisión económica a una nueva minoría: el Estado.
"El objetivo: dar el control a la base..."
Se trata de actualizar los métodos y las técnicas de organización horizontal de las actividades humanas que permiten satisfacer nuestros valores (libertad, igualdad y solidaridad). El comunismo libertario se basa, pues, en la autogestión económica, política y social de la sociedad. Se trata de crear instituciones adecuadas para que todos puedan participar en las decisiones que les conciernen, desde el nivel local hasta el internacional. El objetivo es dar el control a las bases, para que las decisiones sean tomadas por todos y las opciones políticas se hagan de acuerdo con el interés general.
Nuestro proyecto político: democracia directa y federalismo libertario
Este sistema político es la democracia directa. Lejos de cualquier concepción referendaria que suponga la existencia de una minoría política en funciones que "consulte" a la base, se trataría de generalizar la asamblea general soberana a todos los sectores: fábricas, oficinas, escuelas, agricultura, barrios, municipios. Si la democracia directa, para estar lo más cerca posible de las necesidades humanas reales, se ejerce de forma natural y espontánea a nivel local, tanto el ámbito económico como el político tendrían entonces su propia lógica federativa: de la comuna a la región, de la región a la "nación" y luego al nivel internacional. Cada transición de un nivel a otro se realiza de abajo a arriba con la ayuda de representantes que pueden ser despedidos en cualquier momento. Es este mecanismo, el federalismo libertario, el que hace que la autogestión sea generalizable a una escala geográfica muy grande. La federación de municipios libres es la alternativa a las pretensiones organizativas del Estado que, ya sea rojo, rosa, azul o verde, siempre ha sido y será la herramienta de dominación de una minoría privilegiada.
"La competencia por acceder a los puestos de poder hace que las prácticas inmorales sean indispensables para quienes quieren ganar unas elecciones.
La democracia representativa, en cambio, es incapaz de servir al interés general precisamente porque sus representantes elegidos, al ser irrevocables durante su mandato, constituyen una clase social por derecho propio, especialmente consciente de sus intereses. Como privilegios políticos, sólo pueden tener relaciones más o menos formales con los privilegios económicos: la patronal, especialmente la más grande e influyente. Pero, por otra parte, la competencia por el acceso a los puestos de poder hace que las prácticas inmorales sean indispensables para cualquiera que quiera ganar unas elecciones.
Otro modelo, ni capitalista ni marxista, para otro futuro...
El comunismo libertario consiste en abolir los mecanismos de mercado. En efecto, el mercado "perfecto" es un mito propio de la ideología liberal, la competencia siempre conduce a los monopolios, a las rentas, a la concentración de la riqueza en pocas manos y, por tanto, a las crisis... En definitiva, a una cierta forma de feudalismo... Es importante entender que el "mercado" es sinónimo de opacidad. En efecto, hacer funcionar la economía a través del mercado es aceptar la idea de que la sociedad no tiene un control democrático sobre lo que produce, es aceptar que no tiene voz.
En una época de crisis ecológica y financiera en la que todo el mundo está de acuerdo en que hay que racionalizar la economía, la economía de mercado es arcaica. Nos guste o no, la explosión global de las desigualdades y la superación de los límites ecológicos en el futuro nos obligan a pensar en otro modelo económico y político que no sea capitalista ni marxista. ¿No es el punto común de estos dos dramas de los dos últimos siglos el rechazo a la democracia, es decir, el rechazo a dar el control a las bases? Más que nunca, el anarquismo y su proyecto comunista libertario, ampliamente acreditado por las experiencias históricas que puede reivindicar, puede y debe aportar a los movimientos sociales el proyecto alternativo que tanto les falta y que explica en gran medida sus demasiado frecuentes fracasos.
Grupo CGA de Clermont-Ferrand
FUENTE: Coordination des Groupes Anarchistes
Traducido por Joya
Orginal: www.socialisme-libertaire.fr/2015/10/le-communisme-libertaire-une-alte.