Todo lo relacionado con Internet y las nuevas tecnologías es "objeto de una valorización sin precedentes, al modo de una promesa, la de un mundo mejor" (citado por Cédric Biagini en "L'Emprise numérique")
"Le culte de l'Internet - Une menace pour le lien social ?" de Philippe Breton
EXTRACTO DEL NÚMERO ESPECIAL DEL MUNDO LIBERTARIO N°53: "LAS NUEVAS CARAS DE LA AUTORIDAD".
En la época de Internet, de la comunicación sin fronteras, del acceso ilimitado al conocimiento, ¿qué pasa con la acción política? Parece que Internet ayuda a renovar el activismo... ¿Y si, por el contrario, Internet y, más ampliamente, lo digital, encubrieran un fenómeno social alienante, una de cuyas características es transformar la acción política, el activismo? Este es el ángulo de ataque que hemos elegido para este artículo. Por lo tanto, no trataremos aquí los otros aspectos relacionados con este dominio digital: el control total a través de la digitalización de nuestras actividades y la vigilancia; el engaño que nos hace creer que las nuevas tecnologías serán ecológicas y no generarán ninguna molestia consumiendo poca energía, mientras que son costosas para el medio ambiente; la ceguera ante las condiciones de trabajo en los países donde se extraen los metales raros necesarios para lo digital...
¿QUÉ ES LA ACCIÓN POLÍTICA? ¿QUÉ ESTÁ EN JUEGO?
Si las herramientas digitales pretenden favorecer la acción política, deben responder a las diversas necesidades que el activismo exige. ¿Cuáles son estas necesidades? ¿Cómo se estructura la acción política? Aquí tienes algunas ideas: - Construir la propia visión del mundo. Esto significa, ni más ni menos, cultivarse a sí mismo, lo que requiere un proceso que a veces puede ser arduo. El conocimiento también implica vivir experiencias, captar referencias, puntos de referencia, y compartirlos, confrontarlos con otros, en un fuerte contexto social. - Reflexionando. Se trata de producir una reflexión que forme parte de un proceso a largo plazo y de una progresión. La reflexión necesita tiempo, una larga temporalidad. También necesita coherencia. - Compromiso, a largo plazo, con una causa, con un movimiento político, con un territorio, etc. El compromiso implica elecciones: al comprometerse, uno se ve abocado a concentrarse en una cosa dominante, que favorece. De este modo, renunciamos momentáneamente a otras cosas. - La política significa vivir con personas que no has elegido de antemano. - Confrontar a los demás (y, por tanto, aceptar que no hay necesariamente un consenso), debatir ideas, afinar el pensamiento, construir juntos orientaciones colectivas. Estas cuestiones que subyacen a la acción política son lo contrario de la visión liberal de un individuo solo en el mundo, desvinculado de cualquier anclaje social.
LA TECNOLOGÍA DIGITAL Y NUESTRAS VIDAS: PROMESAS Y REALIDADES
La tecnología digital no se presenta como una herramienta de enlace adicional, sino como una herramienta de sustitución, una herramienta definitiva capaz de reducir a la nada otros protocolos de intercambio. Como mera demostración, transmite promesas: intercambios permanentes - acceso ilimitado e inmediato al conocimiento - la entrada en una nueva era: la sociedad del conocimiento, el capitalismo cognitivo - la economía de la contribución. Hoy tenemos la suficiente retrospectiva para rebatir estas promesas con una observación alarmante. La realidad de nuestras vidas digitalizadas es mucho menos halagüeña: - Aislamiento: ¿hay que decir más? ¿Quién no se ha dado cuenta de cómo nuestras vidas transcurren una al lado de la otra? - Ignorancia: los trabajadores franceses de principios del siglo XX estaban mucho más formados (universidades populares entre 1899 y 1914, prácticas culturales a través del socialcristianismo, etc.) que los del siglo XXI, mientras que ahora el conocimiento está al alcance de un clic. - Repliegue en uno mismo: las personas ya no están vinculadas entre sí, sino que sólo están conectadas a través de las redes digitales. - Transformación de la cultura "por el pueblo y para el pueblo" en cultura "por las industrias culturales para las masas". - La cultura de masas, embrutecedora, que invade todos los compartimentos de nuestra vida y suprime cualquier sentido crítico, y valora el "sin límites". - La competencia (frente a la contribución que pregona la tecnología digital) y la precariedad. - Reacciones "sobre la marcha" (por ejemplo, Twitter) - ...La vida colocada bajo el signo de la aceleración permanente.
Diagrama anterior: la aceleración de la tecnología (1) lleva a la aceleración del cambio social (2) y, en última instancia, a la aceleración del ritmo de vida (3), que a su vez requiere una aceleración de la tecnología. "Las personas se sienten (...) obligadas a seguir el rápido ritmo de cambio al que se enfrentan en su mundo social y tecnológico, para no perderse opciones y conexiones potencialmente valiosas (...) y para mantener sus posibilidades en la competencia. Este problema se ve agravado por el hecho de que, en un mundo en constante cambio, resulta difícil determinar qué opciones acabarán siendo valiosas. Por tanto, la aceleración del cambio social conducirá a su vez a una aceleración del "ritmo de vida". Y, finalmente, se necesitarán nuevas formas de aceleración técnica para agilizar los procesos de la vida productiva y cotidiana. Así, el "ciclo de aceleración" se ha convertido en un sistema cerrado y autopropulsado [Hartmut Rosa]. "Es correcto suponer que escribir un correo electrónico es dos veces más rápido que escribir una carta convencional. Considere entonces que en 1990 usted escribía y recibía una media de diez cartas por día laborable, que tardaba dos horas en procesar. Con la introducción de la nueva tecnología, sólo necesitas una hora para tu correspondencia diaria, si el número de mensajes enviados y recibidos sigue siendo el mismo (...) Pero sospecho que hoy lees y escribes cuarenta, cincuenta o incluso setenta mensajes al día. Así que se necesita mucho más tiempo para todo eso de la comunicación que antes de que se inventara la Web [Hartmut Rosa] "Las promesas de lo digital son señuelos que simplemente nos impiden vivir bien. El capitalismo digital recompone el mundo según los criterios de rendimiento y eficiencia. Las palabras clave del capitalismo digital: publicidad, hiperconsumismo, infantilización, desmesura, fluidez, intercambios instantáneos. Podemos ver inmediatamente que estas palabras clave caracterizan plenamente el mercado capitalista. "En el mundo fluido que se está configurando ante nuestros ojos, los compromisos duraderos, la experiencia, la solidez de una relación y la fidelidad se están convirtiendo más en factores de incertidumbre y debilidad que en garantías de seguridad o cualidades, cualidades que ya nadie valora, hasta el punto de que parecen pertenecer a un mundo pasado: en el mejor de los casos desprenden un vago perfume de romanticismo. Esta nueva forma de estar en el mundo es el motor del despliegue de la cultura del consumo [Cédric Biagini en "Radicalité 20 penseurs vraiment critiques" ]".
ACCIÓN DIGITAL Y POLÍTICA
En estas condiciones, ¿cómo se puede inscribir la propia actividad en un proceso político, fundamentalmente ligado a un largo plazo? En la práctica, ¿no vemos ya, dentro de nuestros colectivos activistas, una reducción del tiempo dedicado a la organización, al análisis político, a la reflexión sobre las actividades a realizar? ¿Y no hay una relación directa con el acceso inmediato a las ideas y al conocimiento, debido a la tecnología digital? En otras palabras, dado que las ideas son inmediatamente accesibles y se difunden a gran velocidad, ¿sigue siendo útil tomarse el tiempo para organizarse, colectivamente? Lo que está en juego con la tecnología digital, por ejemplo a través de las redes sociales, es la fantasía de una sociabilidad zapping, de un otro del que podemos desconectar con un simple clic, es decir, de un vínculo social basado no en la política (la confrontación con los demás), sino en la afinidad (una relación privilegiada con personas elegidas). Si efectivamente es legítimo considerar que dentro de lo político puede surgir la afinidad y que dentro de la afinidad puede surgir lo político, es importante estar especialmente atentos. Cuidado cuando lo político prima sobre la afinidad, por ejemplo en el caso de ciertas corrientes políticas sectarias. Y cuidado también cuando la afinidad pretende cubrir la totalidad del vínculo social y político, como presumen las redes sociales, por ejemplo. Por último, el gran mito es el de la información liberadora. Cuanto más informados estemos, más nos movilizaremos. Basta con mirar a tu alrededor, en tu familia, en tu barrio, en tu lugar de trabajo... para ver que este mito no se basa en ninguna realidad concreta. Es como si, más o menos inconscientemente, el simple hecho de estar informado y/o de hacer circular la información significara participar en la acción, ¡o incluso ser un rebelde! La tecnología digital pretende captar todas las relaciones sociales, en particular a través de las redes sociales. Esto contrasta con la acción política, que se construye paso a paso sobre la base de unas relaciones sociales ricas y pacientemente tejidas. En la misma línea, al pretender captar todas las relaciones sociales, la tecnología digital pretende dejar obsoletas todas las estructuras que permitían la apropiación del conocimiento y el desarrollo de un espíritu crítico. Esto ya está ocurriendo con la acelerada desaparición de las librerías (y pronto de las bibliotecas), con el cuestionamiento del papel de los profesores y las escuelas, así como de las estructuras creadas por el movimiento obrero a través de la educación popular. No basta con hacer clic en una pantalla para construir una visión del mundo y reflexionar sobre ella. El zapping permanente que genera la tecnología digital es contrario a cualquier idea de compromiso a largo plazo y de confrontación con los demás, que es la base de la acción política. La vida que nos impone la tecnología digital va en contra de la acción política.
¿QUÉ HACEMOS?
La promoción de lo digital juega a favor de la liberalización del mundo: ¿y si ser revolucionario significara romper con lo digital? Porque, al final, ¿qué es más rebelde? ¿Llamar a la revolución en las redes sociales o negarse a aparecer en esas mismas redes sociales, de forma colectiva y cada vez más masiva? Es cierto que es muy difícil separarse por completo. La sociedad actual ha convertido en indispensables una serie de prácticas digitales para quienes no quieren vivir al margen de los demás. Así las cosas, nada nos impide luchar contra lo que opera en el mundo digital: una lógica que pretende que lo aceptemos como ineludible, porque es indispensable, o deseable. La tarea podría describirse así: redefinir las condiciones necesarias para la formulación de otro futuro sin caer en la ideología del progreso, cavar el surco libertario sin volverse liberal (...) [plantear] la cuestión del futuro colectivo, una cuestión que se ha vuelto más grave que nunca en la época de la vida líquida, precaria y digitalizada, la vida sin cualidades. En esta lucha, sin duda es más sencillo empezar por rechazar las tecnologías digitales más recientes, y por tanto menos extendidas, así como las que están por venir. Y, ya que buscamos la simplicidad, iniciar intercambios críticos sobre ellos... empezando por los colectivos en los que estamos invertidos. No es cierto que muchos de nuestros amigos de nuestros colectivos militantes no estén convencidos de que la tecnología digital pueda ayudarnos en nuestras prácticas, o incluso provocar una revolución... Dicho esto, nuestros colectivos siguen siendo lugares en los que se mantiene viva una verdadera camaradería y en los que, esperamos, sigue siendo posible la puesta en práctica de una reflexión profunda sobre el asidero digital. Con, al fin y al cabo, la posibilidad de imaginar llevar estos intercambios más allá de nuestros círculos militantes, y prever iniciativas concretas y en gran medida colectivas para rechazar la ola digital.
Lucien, LAG Liévin
FUENTE: Le Monde Libertaire - 15 de enero de 2014
Traducido por Jorge Joya
Original: www.socialisme-libertaire.fr/2016/04/capitalisme-numerique-impuissance