Bakunin, un anarquista de la filosofía.
Escritas por Bakunin durante el invierno de 1870-71, entre el fracaso de la insurrección de Lyon en la que participó y la Comuna de París, de la que sería partidario, las Consideraciones filosóficas sobre el fantasma divino, sobre el mundo real y sobre el hombre pueden sorprender a quienes sólo conocen la imagen del revolucionario ruso tal y como la retrata la historiografía oficial, en sus variantes reaccionaria, liberal o marxista: la de un partidario de las "teorías irracionales del uso inmediato de la violencia" [1], la de un hombre "dispuesto [. .] para vadear ríos de sangre" [2] o de un personaje cuyo "legado fue la idea única de que el Estado era malo y debía ser destruido" [3]. Sin embargo, no se trata aquí de dar a Bakunin la imagen exactamente opuesta y convertirlo en el autor de teorías desencarnadas, concebidas al margen de toda práctica política, sino de comprender el estatuto y el contenido de un texto que se presenta expresamente como filosófico.
La filosofía ocupa un lugar especial en la vida personal y política del revolucionario ruso. Nacido en 1814 en el seno de una familia de la nobleza rusa, Mijaíl Alexándrovich Bakunin, tras escapar de la carrera militar a la que le había destinado su familia, se inició en la filosofía alemana en un grupo de autodidactas conocido como el Círculo Stankevich. Quedó fascinado con Kant, Fichte y Hegel, y fue en parte para ampliar sus conocimientos de la filosofía alemana que dejó Rusia para ir a Alemania en 1840. Pero Alemania le curó de sus pasiones metafísicas: comenzando a frecuentar los círculos democráticos y la izquierda hegeliana, Bakunin publicó en 1842 "La reacción en Alemania" [4], un brillante artículo en el que anunciaba el fin de su periplo filosófico y su abandono de la teoría por la práctica revolucionaria, ya que el punto de culminación de la filosofía es precisamente reconocer sus propios límites, más allá de los cuales comienza un dominio que no puede gobernar, el de la práctica histórica, social y política.
Bakunin cumplió su palabra: entre 1843 y 1865, ya no escribió nada que se pareciera a la filosofía. Revolucionario con ideas democráticas y socialistas aún poco definidas, Bakunin asumió la causa de las nacionalidades eslavas oprimidas de Europa Central en torno a las revoluciones de 1848, y este tema dominó su compromiso hasta mediados de la década de 1860. Detenido tras la sublevación de Dresde en mayo de 1849, entregado a Austria y luego a Rusia, Bakunin no regresó a Europa hasta 1861, tras escapar de Siberia, y no se dio cuenta del callejón sin salida que constituía la cuestión de las nacionalidades y del alcance revolucionario que había adquirido la cuestión social hasta 1864. Es precisamente en este período, del que podemos datar su adhesión a lo que se calificará, retrospectivamente, como socialismo libertario (el propio Bakunin sólo se llamará anarquista a partir de 1867), cuando podemos ver reaparecer bajo la pluma de los revolucionarios rusos desarrollos afines a la filosofía. Pero no se trata de que vuelva a su primer amor y retome lo que había abandonado veinte años antes: Bakunin no pretende volver a ser filósofo, y los textos de contenido filosófico de su última época tienen en cuenta la "salida de la filosofía" realizada en 1842-43. Más bien, estos textos, de los que las Consideraciones filosóficas son la muestra más densa y notable, representan las incursiones en el terreno filosófico de un anarquista para el que también debe librarse una lucha en la filosofía, por la emancipación del hombre como ser pensante. La vuelta a la filosofía de la que dan testimonio las Consideraciones se basa, pues, en una práctica militante. Se trata ahora de saber qué concepción del mundo implica esta práctica, qué tipo de filosofía es susceptible de articular sus principios y de acompañar teóricamente un compromiso anticapitalista y antiautoritario. En resumen, si los textos de 1842-43 plantean la cuestión del salto de la teoría a la práctica, los de la última década de la actividad teórica de Bakunin constituyen un retorno a la teoría desde la práctica.
El estatus de la filosofía en los últimos textos de Bakunin nos permite comprender algunas de las especificidades de nuestro texto. Las Consideraciones filosóficas sobre el fantasma divino, sobre el mundo real y sobre el hombre, reeditadas aquí a partir del texto que recopiló el equipo reunido en torno a Arthur Lehning en el Instituto Internacional de Historia Social de Ámsterdam (IISG), fueron concebidas originalmente como un apéndice de El Imperio Knuto-Alemán y la Revolución Social. Como había sucedido unos años antes con Federalismo, socialismo y antiteología (1867-68), y como volvería a suceder con La teología política de Mazzini (1871) y Estatismo y anarquía (1873), Bakunin comenzó escribiendo un texto circunstancial (que se tituló significativamente La revolución social o la dictadura militar), que se convirtió en la ocasión de una exposición de sus concepciones filosóficas, que tuvo que interrumpir para comenzar otro escrito circunstancial, que a su vez tomó el alcance de una exposición general, y así sucesivamente... La obra de Bakunin, su vida misma, se sitúa en este incesante vaivén entre la lucha del momento y las teorizaciones a las que da lugar.
Al carácter incompleto que caracteriza a todos los grandes textos de Bakunin, hay que añadir la forma tan particular en que el revolucionario ruso compuso -o más bien no compuso- sus obras. Escritos en condiciones a menudo muy precarias, sin el apoyo de una biblioteca que permitiera recurrir a referencias precisas, pero también sin un plan preestablecido, como él mismo escribió, a veces con notas a pie de página que se convierten en escritos en sí mismos, los textos teóricos de Bakunin pueden resultar confusos, hasta el punto de que es difícil captar el hilo conductor. En este sentido, las Consideraciones Filosóficas son, al menos en parte, una excepción. Es cierto que el manuscrito se interrumpe inesperadamente en medio de una cita de Auguste Comte, y hay una de esas largas notas con las que Bakunin está familiarizado. Además, el texto no proporciona todas las referencias académicas de las que claramente se nutre. Sin embargo, hay un plan, en cinco partes ("Sistema del Mundo", "El Hombre - Inteligencia y Voluntad", "Animalidad, Humanidad", "Religión", "Filosofía, Ciencia"), y el conjunto constituye una notable condensación de las ideas filosóficas que eran las de Bakunin en aquella época.
Pero las ideas expuestas en las Consideraciones no son específicas de este manuscrito, que en muchos lugares retoma, a veces textualmente, manuscritos de años anteriores. Así, el famoso texto que pone al lector en la tesitura de tener que elegir entre la libertad humana y la existencia de Dios se encuentra ya en manuscritos de 1865, publicados por la IISG con el título de "Fragmentos sobre la masonería", y luego en la última parte de Federalismo, socialismo y antiteología, un texto que quedó inacabado e inédito, del que Bakunin tomó prestados otros pasajes. Las Consideraciones constituyen, pues, la culminación y el resumen de las incursiones filosóficas de Bakunin desde mediados de la década de 1860.
Está fuera del alcance de este prefacio reconstruir en detalle las concepciones filosóficas desarrolladas por Bakunin en las Consideraciones, o incluso dar una visión general de las mismas [5]. Sin embargo, parece necesario explicar las fuentes de las que se nutren y su especificidad. Auguste Comte es innegablemente la referencia dominante en el texto, que Bakunin parece haber escrito a mano el Curso de Filosofía Positiva, hasta el punto de que en algunos lugares el texto constituye una discusión de filosofía positiva. El "sistema del mundo" expuesto por Bakunin al principio de las Consideraciones toma ciertamente prestada de Comte su clasificación de las ciencias (expuesta en las dos primeras lecciones del Curso), pero precisamente con la ambición de presentar una "cosmología", y no sólo un sistema de conocimiento, mientras que los partidarios de la filosofía positiva, en nombre de un rechazo de la metafísica, se negaban a expresarse sobre el contenido último (material o ideal) de la realidad. Más adelante, Bakunin llegaría a identificar la negativa comtiana a pronunciarse sobre la esencia de las cosas con la retirada kantiana de todo conocimiento de la cosa en sí. En resumen, al transformar la crítica comtiana de la metafísica en una crítica del idealismo, Bakunin propone una versión materialista de la filosofía positiva, y en este punto depende de autores que no se mencionan en el texto pero que ha leído en el curso de los años precedentes: los que se califican de "materialistas científicos", Ludwig Büchner, Jakob Moleschott o Carl Vogt [6]. Es en ellos, y en particular en La circulación de la vida de Moleschott, en los que Bakunin puede apoyarse para argumentar que la naturaleza, es decir, "la vida, la solidaridad y la causalidad universal" no es más que una suma de acciones y reacciones particulares [...] que se combinan en un movimiento general y único.
Auguste Comte también es invocado por Bakunin por su filosofía del progreso y por la historia de las religiones que subyace en ella. El paso del fetichismo al monoteísmo pasando por el politeísmo -las tres etapas que marcan lo que Comte llamaba el "estado teológico"- se recogen en su totalidad. Pero al igual que en Federalismo, socialismo y antiteología, Bakunin añade a esta historia de lo religioso un modelo que toma prestado de La esencia del cristianismo de Feuerbach, obra que conoce por haber estado en Alemania cuando se publicó. Los pasajes de las Consideraciones que hacen de lo divino una ilusión misantrópica, consistente en despojar al hombre de sus propiedades esenciales para atribuírselas a Dios y justificar así su opresión, son una radicalización de los puntos de vista desarrollados por el filósofo alemán en su gran obra. Radicalización porque Bakunin pretende pensar, a través de este esquema, un verdadero modelo teológico de autoridad: el hombre, humillado y alienado de la teología, sólo puede buscar fuera de sí mismo la fuente de su existencia (Dios) y el operador de su propia libertad (el Estado). En este caso, la radicalidad filosófica pretende nada menos que eliminar la raíz de la autoridad.
Pero en el ámbito de la filosofía alemana, Feuerbach no es la única fuente de la que se nutren las Consideraciones. Más discretas, las referencias a Hegel no son menos decisivas. La idea de que cada cosa actúa según sus propias leyes, que constituyen su naturaleza y que luego sólo desarrolla, es remitida expresamente por Bakunin a la filosofía de Hegel, reinterpretada en sentido naturalista y movilizada contra la supuesta inaccesibilidad de la cosa-en-sí detrás de los fenómenos. Por último, la concepción de la libertad que Bakunin propone en las Consideraciones, concepción estrechamente ligada a la noción de reconocimiento, bebe sin duda de fuentes fichteanas: frente a una concepción liberal de la libertad, que de hecho reconduce el dogma cristiano del libre albedrío, Bakunin sostiene que mi libertad no se detiene donde empieza la de los demás, sino que se completa en ella, de modo que la liberación colectiva es también una liberación del yo.
¿Esta multiplicidad de referencias a veces heterogéneas no resta originalidad a Bakunin y no acerca sus concepciones a la "vinagreta filosófica" [7] de la que se burlaba en Victor Cousin? Bakunin no es ciertamente un gran nombre en la historia de la filosofía, y nunca pretendió serlo. Sin embargo, sigue siendo un punto de encuentro único entre el idealismo alemán (y las tendencias críticas que surgieron de él), la filosofía positiva, el materialismo histórico y científico, en definitiva, entre las diferentes corrientes filosóficas que caracterizan el siglo XIX. Lo que asegura la unidad de estas múltiples referencias es su anclaje en una perspectiva de liberación humana integral, que es la originalidad y la actualidad del hombre que se definía como "un fanático de la libertad" [8].
Jean-Christophe Angaut
[El texto de este prefacio, así como el libro completo, puede consultarse en el sitio web de la editorial. ]
[1] Carl Schmitt, Parlementarisme et Démocratie, París, Seuil, 1988, p. 83.
[2] Isaiah Berlin, Les Penseurs russes, París, Albin Michel, 1984, p. 155.
[3] Francis Wheen, Karl Marx, Londres, Fourth Estate, 1999, p. 318 (traducción francesa: Marx - Biographie inattendue, París, Calmann-Lévy, 2003)
[4] He propuesto una traducción y un comentario de este texto, así como de otros de la misma época, en Bakunin jeune hégélien - La Philosophie et son dehors, Lyon, ENS Éditions, 2007.
[5] Aunque no se compartan necesariamente todas las conclusiones, la obra más completa sobre este tema es Paul McLaughlin, Mikhail Bakunin: The Philosophical Basis Of His Anarchism, Nueva York, Algora, 2002.
[6] Bakunin dirige explícitamente el enfrentamiento entre Comte y estos tres autores, a los que se refiere como "apóstoles de la ciencia revolucionaria", en un escrito publicado en ruso en 1868, La Science et le peuple.
[7] Bakunin, L'Empire knouto-germanique et la révolution sociale en Œuvres complètes, t. VIII, París, Champ Libre, 1982, p. 144.
[8] Ibid, p. 291.
FUENTE: Atelier de Création Libertaire - Blog Michel Bakunin
Traducido por Jorge Joya
Original: www.socialisme-libertaire.fr/2016/12/bakounine-un-anarchiste-en-philos