El movimiento que estalló en España a partir del 15 de mayo de 2011 también sorprendió a los militantes más radicales. Los anarquistas, a pesar de una vigilancia crítica, participan en este amplio movimiento.
Desde el 15 de mayo de 2011, los jóvenes de Madrid se rebelan contra la precariedad y las condiciones de vida que sufren. Ocuparon la Puerta del Sol, la plaza principal de la capital española, e intentaron organizarse en asambleas. Esta dinámica se extendió a Barcelona y a todo el país. El viento que barrió los regímenes dictatoriales de Túnez y Egipto está llegando poco a poco al continente europeo.
Este movimiento "ciudadano" y "apolítico", al margen de las organizaciones partidistas y sindicales, permitió sin embargo diversas recuperaciones políticas. Pero, al principio, las corrientes reformistas y de izquierda parecían más a gusto que el movimiento libertario. En Madrid, la estructura de Democracia real ya, que quería ser independiente de las viejas organizaciones, planteó claramente un discurso reformista y consiguió controlar el movimiento al principio. El manifiesto de Democracia real ya fue ampliamente difundido y parecía ser el escaparate de un movimiento aún en ciernes. Real democracia ya se hizo eco de la propaganda contra las acciones radicales consideradas violentas. Sin embargo, las prácticas libertarias se están extendiendo en este movimiento.
¿Una revolución socialdemócrata?
Las primeras asambleas de Madrid reunieron a una juventud todavía poco política que no veía con hostilidad la idea de reformar la democracia representativa. La denuncia de los excesos del capitalismo y del parlamento se refleja en las reivindicaciones que surgen de la protesta: crítica a la corrupción de los cargos electos y a los excesos de las finanzas. Los indignados no cuestionan la lógica de la competencia y del beneficio que caracteriza al capitalismo. También aspiran a cambiar las instituciones sin tener en cuenta la dimensión burocrática y autoritaria de la organización del Estado. Sobre todo, los españoles se organizaron en asambleas, pero no consideraron esta nueva forma política como un requisito previo para otra sociedad. Por el contrario, las asambleas se estructuran en diversas comisiones encargadas de aportar propuestas de reforma que pueden ser asumidas eventualmente por una socialdemocracia algo combativa. El colectivo francés Lieux Communs destaca esta ambigüedad.
Asimismo, la revuelta estalló con motivo de las elecciones municipales, pero el antielectoralismo parece tener muchos matices. Sólo los dos partidos dominantes (PSOE y PP) son rechazados abiertamente. Pero el movimiento exige una mejor representación de los partidos "pequeños" mediante una mayor proporcionalidad en las instituciones. Sin embargo, fue la abstención la que triunfó en las elecciones de mayo. Los medios de comunicación franceses tratan de circunscribir la protesta española a su estrecha línea política. El periódico online Rue 89 habla de una "revolución socialdemócrata" y los periodistas transmiten los aspectos que menos les molestan. Se destacan las iniciativas más reformistas. Los medios de comunicación dan a esta revuelta la imagen que asignan a las luchas sociales: estos movimientos deben contentarse con desafiar a las instituciones, pero no pueden sustituirlas. Stéphane Hessel y su folleto titulado "Indignant vous" se presenta como el principal inspirador de la revuelta española. Los colectivos libertarios observaron el mismo fenómeno y criticaron este movimiento como reformista y ciudadano. Por otro lado, los revolucionarios son más matizados, insistiendo en el potencial de un movimiento de protesta que surge de forma más bien espontánea y autónoma.
Un movimiento espontáneo
En Francia, un texto publicado en la página web de la Organisation communiste libertaire describe la aparición del movimiento. La cuestión de la precariedad y la miseria social parece ser uno de los detonantes de la revuelta. Los anarquistas adoptaron una posición crítica, pero matizada, hacia los Indignados. "Este movimiento, aún incipiente, tiene claramente una dimensión tanto espontánea como conflictiva; está en gran medida en proceso de autoconstitución (cambia de nombre continuamente, hay mucha improvisación...) en una situación móvil y evolutiva, es decir, por definición, con más incógnitas que datos ciertos", según el OCL. Por ello, los revolucionarios insisten en la dimensión espontánea de la revuelta, que puede conducir a la radicalización. Los libertarios que simpatizan con el movimiento insisten en su doble dinámica. Por un lado, la ocupación de las plazas públicas permite una reapropiación del espacio y la experimentación de prácticas de autogestión en la vida cotidiana. "Las relaciones de fuerza con el capital y el Estado se construyen también aquí, en las formas de ser, de mezclarse y de dejar de ocupar lugares asignados, en las nuevas relaciones que se crean, y que dan razones adicionales para luchar", dice la OCL en otro texto. Por otro lado, las asambleas generales, a pesar de sus limitaciones, construyen la democracia directa a una escala significativa. En Madrid, el grupo salvaje esgrime el lema: "Política sin políticos, ¡poder para las asambleas! Los ocupantes libertarios también insisten en rechazar los partidos y las organizaciones institucionales. "Es increíble que nunca se hable de los partidos políticos, de Zapatero y del PP. El enemigo es el sistema, el capitalismo, el consumo indiscriminado", dicen los anarquistas españoles.
La limitada influencia de los libertarios
En un texto publicado sobre la Vie des idées, la influencia de los centros sociales autogestionados parece ser decisiva en la estructuración del movimiento, especialmente en Barcelona, que se beneficia de una fuerte presencia de libertarios. Las prácticas de autoorganización y democracia directa se extendieron rápidamente, con un fuerte elemento de espontaneidad. "Las asambleas generales, las comisiones y los grupos de trabajo (que, a su vez, organizan su trabajo y sus decisiones en asambleas)" organizaron el movimiento. Si los anarquistas siguen siendo escépticos respecto a las reivindicaciones reformistas, la práctica de la ocupación de las calles y las asambleas puede convenirles. Los libertarios madrileños, como otras corrientes políticas, parecen ver las asambleas ante todo como una plataforma para sus ideas. Esto no es una hazaña en una sociedad plagada del sexismo que impregna este movimiento. Pero los anarquistas españoles intentaron construir asambleas de lucha e incitar a la acción directa para destruir las instituciones. Sus ideas se fueron escuchando, pero se dieron cuenta de que la mayoría de los participantes en las asambleas se fueron politizando y prefirieron inicialmente la reflexión a la acción. "Una lucha que se organiza horizontalmente, en asambleas, que practica la acción directa y la participación directa, la solidaridad" abre perspectivas según los anarquistas madrileños. Su texto plantea una verdadera división dentro del movimiento libertario. Los anarquistas identitarios (orgas, grupúsculos, ideólogos, izquierdistas) se contentan con mascullar eslóganes rimbombantes para tranquilizarse y demostrar que son realmente radicales. Por el contrario, los anarquistas de lucha participan en los movimientos de protesta para radicalizarlos. Intentan vincular su proyecto de sociedad con aspiraciones que se corresponden con los problemas de la vida cotidiana que sufre la mayoría de la población. Por ello, los libertarios intentan, a pesar de su escaso número, impulsar las asambleas de lucha en los barrios para pasar de la indignación a la acción directa.