L'anarchie de A à Z : « V » comme Violence étatique.
En su libro "El erudito y el político", el sociólogo alemán Max Weber describió muy bien la relación entre el Estado y la violencia. Según Weber, el Estado moderno se ha apropiado del "monopolio de la violencia física legítima". Es incluso una de las condiciones de su supervivencia. Como sabemos, el aparato represivo (la policía, el ejército, el sistema penitenciario) está bajo el control exclusivo del Estado. El Estado utiliza su fuerza para preservar el orden social en su territorio. Pero como se supone que el Estado representa el "bien común", acabamos pensando que la policía y el ejército están al servicio de la población... Al menos eso es lo que nos gustaría creer. Cuando hay desigualdad, el aparato de represión tiene un papel muy específico: preservar los privilegios de una minoría por cualquier medio.
En una sociedad como la nuestra, la policía está ahí para asegurarse de que entendemos quién tiene el poder. Para muchas personas es sólo un recordatorio. Esta forma de control social es casi superflua: su sumisión ya se da por sentada. Pero para el resto de nosotros, no necesitamos preparar la revolución para ser objeto de agresiones policiales: basta con objetar cuando se nos pide que "circulemos", que seamos del color equivocado, que vivamos en el barrio equivocado, que perdamos nuestros trabajos y que nos manifestemos para conservarlos. La violencia arbitraria del Estado nos espera al menor descuido. Pero el Estado ya no es el único que castiga legalmente. En este periodo de liberalización desenfrenada, el sector privado se ha hecho cargo de la "seguridad" y subcontrata funciones que tradicionalmente realizaban la policía o el ejército.
La ley y el orden están bien con la injusticia y la opresión. Las fuerzas represivas sirven para mantener la distribución desigual de la riqueza y el poder. Algunos objetarán: vivimos en una sociedad liberal y democrática, no en un régimen fascista. Seamos más claros: en esta supuesta "sociedad de derecho", el aparato represivo está ahí para hacer valer el único derecho que cuenta, el del más fuerte. Un día u otro, los mandatos de los tribunales, la ley de los patrones y de los terratenientes, las decisiones tomadas desde arriba tienen que imponerse por la fuerza. No es una huelga sin policía. No es una manifestación sin policía. No es un bloqueo sin policía. Y cuando la presión sube de nivel, como en Oka en 1990, vemos de qué es capaz el Estado "democrático" en tiempos de crisis: suspensión de las libertades civiles, detenciones preventivas, promulgación de la ley marcial. Dispara a voluntad...
Según Max Weber, "si sólo hubiera estructuras sociales de las que estuviera ausente toda violencia, entonces el concepto de Estado habría desaparecido y sólo quedaría lo que se llama, en el verdadero sentido de la palabra, anarquía. ¿Por qué en el lenguaje cotidiano los términos "anarquía" y "violencia" se encuentran tan a menudo juntos? Para muchos, la desaparición del Estado significaría el puro caos y el estallido de la violencia de todos contra todos. Esto es lo que suele ocurrir cuando un Estado ataca a otro para saquear sus recursos y esclavizar a su población. El proyecto anarquista no tiene nada que ver con esto. Buscamos sustituir el sistema actual por una sociedad comunista y libertaria. Esta transformación radical de la sociedad presupone una resistencia sostenida contra las diversas formas de dominación que impiden nuestra liberación. Esto significa que en el camino tendremos que enfrentarnos al Estado y a su régimen de violencia institucionalizada. Hasta entonces, debemos apoyar la lucha contra el acoso y la brutalidad policial y negarnos a quedar atrapados por los discursos moralistas que condenan de antemano cualquier forma de acción que se salga del marco preestablecido por nuestros amos. Tenemos derecho a defendernos... ¡y a rebelarnos!
FUENTE: Biblioteca Anarquista
Traducido por Jorge Joya
Original: www.socialisme-libertaire.fr/2019/03/l-anarchie-de-a-a-z-v-comme-viole