Pierre Besnard
Los siguientes extractos, traducidos por Paul Sharkey y que aparecen por primera vez en inglés, están tomados del discurso de Pierre Besnard en el Congreso de París de junio de 1937 de la Asociación Internacional de Trabajadores anarcosindicalista (AIT/AIT), L'Anarcho-Syndicalisme et l'Anarchisme, Rapport de Pierre Besnard, Secretaire de l'A. I.T. au Congrès Anarchiste International de 1937 (fechado el 30 de mayo de 1937; reeditado como suplemento de le Monde Libertaire, 1963), con una introducción de Alexander Schapiro.
La AIT celebró un congreso especial en París, del 11 al 13 de junio de 1937, para debatir la relación entre los movimientos anarcosindicalista y anarquista, y para tratar la participación de la CNT española en el gobierno republicano de España como parte de su lucha contra el fascismo. En julio de 1937, el respetado anarquista francés Sebastien Faure [Anarchism: Historia Documental de las Ideas Libertarias, Volumen Uno, Selección 66] publicó una mordaz reprimenda a los anarquistas españoles en el periódico anarquista francés Le Libertaire, en una serie de artículos titulados "La pendiente fatal", en los que los castigaba por unirse al gobierno. La CNT se enfureció y obligó a Besnard a dimitir como secretario general de la AIT.
Besnard (1886-1947) fue muy activo en el movimiento anarcosindicalista francés desde el final de la Primera Guerra Mundial hasta la Segunda. Contribuyó a la Encyclopédie anarchiste de Faure, y escribió varios libros sobre la teoría y la práctica del sindicalismo revolucionario, incluyendo Les syndicats ouvriers et la révolution sociale (París: Le Monde nouveau, 1930); Le Monde nouveau (París: CGTSR, 1936); y L'Ethique du syndicalisme (París: CGTSR, 1938). Intentó modernizar el anarcosindicalismo y persuadir a otros anarquistas para que apoyaran a los sindicatos anarcosindicalistas sin menoscabar su independencia y autonomía. Sin embargo, Besnard trató de lograr la unidad ideológica entre los anarquistas, adoptando una posición algo similar a la de los plataformistas asociados con el anarquista ruso Peter Arshinov y el partisano anarquista ucraniano Nestor Makhno (Anarchism, Volume One, Selection 115). Para más información sobre Besnard, véase Wayne Thorpe, "Anarchosyndicalism in Inter-War France: The Vision of Pierre Besnard", European History Quarterly, Vol. 26, No. 4, 559-590 (1996).
Alexander Schapiro
Alexander Schapiro (1882-1946) fue un veterano anarcosindicalista activo en el movimiento anarquista internacional y en el movimiento anarcosindicalista revolucionario en Rusia durante la Revolución Rusa y la guerra civil (Anarchism: A Documentary History of Libertarian Ideas, Volume One, Chapter 18: The Russian Revolution). Nacido en Rusia, se crió en Turquía, estudió en Francia y luego se unió a su padre en Londres, donde ambos participaron activamente en la Federación Anarquista de Londres. Fue delegado de la Federación Anarquista Judía de Londres en el Congreso Anarquista Internacional de Ámsterdam de 1907 y uno de los firmantes del Manifiesto Anarquista Internacional contra la Primera Guerra Mundial (Volumen Uno, Selección 81). Se convirtió en secretario de la Cruz Roja Anarquista, que prestó ayuda a los anarquistas encarcelados, especialmente en Rusia. Regresó a Rusia después de la Revolución de Febrero de 1917, donde trabajó en el periódico anarcosindicalista Golos Truda [La Voz del Trabajo] y trató de revivir y fortalecer el movimiento anarcosindicalista ruso. Durante un tiempo, Schapiro colaboró con el gobierno bolchevique, ocupando un puesto en el Comisariado de Asuntos Exteriores. Protestó contra la persecución y el encarcelamiento de anarquistas por parte del régimen bolchevique y se exilió en 1922. Participó activamente en la resucitada Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), que adoptó un programa anarcosindicalista (Volumen Uno, Selección 114), y ayudó a organizar la ayuda a los prisioneros anarquistas en Rusia. Pasó un tiempo en Berlín, donde trabajó con Gregory Maksimov (Volumen Uno, Selección 83) en el periódico anarcosindicalista ruso en el exilio, Rabochii Put' [La Voz de los Trabajadores], y luego fue a Francia, donde continuó su trabajo con la AIT y editó el periódico anarcosindicalista, La Voix du Travail [La Voz del Trabajo]. Finalmente emigró a Nueva York, donde murió en 1946.
Alexander Schapiro: Introducción al anarcosindicalismo y al anarquismo
Cuando los anarquistas rusos, hace casi medio siglo, fueron pioneros en enarbolar los colores anarcosindicalistas, la palabra fue recibida con bastante frialdad por el movimiento anarquista. Y en 1917, tras la caída del zarismo -también era la víspera de la Revolución de Octubre-, los anarco-comunistas se mostraron excesivamente cautelosos e incluso hostiles hacia esta nueva formación anarquista.
El anarcosindicalismo no es una doctrina. Es el encuentro entre una doctrina determinada y una táctica sindical igualmente específica.
El sindicalismo revolucionario, tal como lo conocimos en Francia, antes de la guerra, fue, por así decirlo, creado y alimentado por militantes anarquistas, por [Fernand] Pelloutier [Volumen Uno, Selección 56], por [Victor] Griffuelhes, por [Emile] Pouget. Pero desde su llegada, sus creadores y propagandistas, sus militantes, hicieron rodear al movimiento de un muro de absoluta neutralidad en cuanto a la ideología política o filosófica [Volumen Uno, Selección 60]. Recordemos los términos de la Carta de Amiens ["el sindicalismo se basta a sí mismo"]...
Pero la lucha de clases sólo tiene un valor positivo si es constructiva en sus aspiraciones. Así que esa lucha tiene que estar dotada de un programa futuro que complemente su programa mínimo de reivindicaciones parciales en el aquí y ahora.
El anarcosindicalismo surgió precisamente de esa necesidad, que los anarquistas han acabado por apreciar, de añadir al programa a corto plazo un programa social que abarcara toda la vida económica y social de un pueblo.
La Gran Guerra arrasó con la Carta de neutralidad sindical. Y la división dentro de la Primera Internacional entre Marx y Bakunin [Volumen Uno, Capítulo 6] tuvo su eco -casi medio siglo después- en la inevitable división histórica del movimiento obrero internacional de posguerra.
Para contrarrestar la política de subordinación del movimiento obrero a las conveniencias de los llamados partidos políticos "obreros", de los rescoldos aún humeantes de la guerra de 1914-1918 surgió un nuevo movimiento fundado en la acción directa de las masas, al margen y contra todos los partidos políticos. El anarcosindicalismo hizo realidad la única confluencia de fuerzas y personal capaz de garantizar a la clase obrera y campesina su completa independencia y su derecho inalienable a la iniciativa revolucionaria en todas las manifestaciones de una lucha sin cuartel contra el capitalismo y el Estado, y la reconstrucción de una vida social libertaria sobre las ruinas de los regímenes caducos.
Así pues, el anarcosindicalismo es complementario del anarcocomunismo. Este último adolece de un defecto considerable que paraliza toda su propaganda: su alejamiento de las masas trabajadoras. Para plantar allí los principios libertarios y darles oportunidades de realización real, lo que se necesitaba era la organización de los sindicatos y la colocación del sindicalismo sobre bases libertarias y antiestatistas.
Eso es lo que hizo y sigue haciendo el anarcosindicalismo.
Ahora que el anarcosindicalismo existe como una fuerza que organiza la revolución social sobre líneas comunistas libertarias, los anarcosindicalistas se deben a sí mismos el convertirse en anarcosindicalistas por el bien de la organización de la revolución y todo anarquista que pueda convertirse en sindicalista debería ser miembro de la Confederación General del Trabajo anarcosindicalista.
Organizados, fuera de sus sindicatos, en sus federaciones ideológicas (o, por tomar prestada la terminología empleada por nuestros compañeros españoles, "específicas"), los anarquistas siguen siendo la levadura continuamente activa, permitiendo que el anarcosindicalismo se construya pero impidiendo compromisos peligrosos.
Pero la orientación ideológica que supone que los "constructores" se impregnen del ideal de los "propagandistas" se convierte en un liderazgo efectivo. Antes, y sobre todo en la posguerra, a nivel nacional e internacional, los movimientos sindicales se habían encontrado siempre atados a las cuerdas del delantal de algún partido "obrero" o de la Internacional "del trabajo". El anarcosindicalismo, que hoy representa el movimiento revolucionario sindicalista de acción directa y la reconstrucción libertaria, no debe, imitando al resto del movimiento obrero, llegar a encontrarse también atado a las cuerdas del delantal de alguna organización "específica", ya sea a nivel nacional o internacional. Eso sería un error tan irreversiblemente fatal como lo ha sido para las marcas reformistas o dictatoriales del sindicalismo.
La Federación Anarquista apoya a la Confederación Anarcosindicalista en su lucha de clases y en su esfuerzo por la reconstrucción revolucionaria. Pero no debe asumir la iniciativa ni la dirección de la misma.
En la escena internacional, una Internacional Anarquista sólo puede reflejar las Federaciones Anarquistas nacionales. Será el baluarte de la AIT, pero nunca debe convertirse en su comandante en jefe.
Pierre Besnard: anarcosindicalismo y anarquismo
I. ¿Qué es el anarquismo revolucionario?
El Anarquismo Revolucionario es un movimiento cuya doctrina está destinada a instituir una existencia individual y colectiva de la que quedarán excluidos el Estado, el Gobierno y la Autoridad.
Incontrovertiblemente, el fundamento de esa sociedad será el hombre.
Así pues, el anarquismo es la afirmación de una reivindicación social permanente en el aquí y ahora y en el futuro infinito, en el futuro indefinido.
Implica un proyecto económico, administrativo y social y tiene que comenzar ahora mismo...
Históricamente, el anarquismo revolucionario es la tercera rama del socialismo tradicional.
A diferencia de las otras dos ramas, el socialismo y el comunismo, ambas políticas, autoritarias y estatistas, es a-político, antiparlamentario y anti-estatista.
Su característica esencial es la libertad en un contexto de responsabilidad, tanto individual como colectiva.
Sus principales tareas en la actualidad son: la propaganda, la divulgación y la educación social de las masas trabajadoras hoy y, mañana, la administración de la sociedad.
II. ¿Qué es el anarcosindicalismo?
El anarcosindicalismo es un movimiento organizativo y organizado. Toma su doctrina del anarquismo y su formato organizativo del sindicalismo revolucionario.
Es la expresión contemporánea de la doctrina anarquista en materia económica y social.
En cuanto a la revolución, es también, como ha demostrado la propia experiencia española, el agente esencial de su realización.
A nivel mundial, está representada por la AIT y sus Centros Nacionales.
Su doctrina ha sido definida por el Congreso fundacional de la 2ª AIT (25-31 de diciembre de 1922 [Anarquismo, Volumen 1, Selección 114]), por los congresos sucesivos y por las obras y escritos de sus militantes.
En España, la CNT representa el anarcosindicalismo de la AIT.
Prácticamente y no menos históricamente, el Anarcosindicalismo es el formato organizativo que asume la Anarquía para los fines de la lucha contra el capitalismo. Está fundamentalmente en desacuerdo con el sindicalismo político y reformista.
La sustitución por parte del anarcosindicalismo de la idea de clase por la de partido lo convierte en una herramienta esencial para los trabajadores obligados a defender sus condiciones de vida en su preparación para la liberación económica y social.
El movimiento anarcosindicalista posibilita la unión de la acción en pos de las reivindicaciones cotidianas y las aspiraciones más elevadas de los trabajadores.
Logra una amalgama de ambos en términos de intereses materiales, morales, de corto plazo y de futuro.
De la coincidencia de intereses surge una identidad de objetivos y, como consecuencia lógica y natural, una conciliación de doctrinas.
El anarcosindicalismo: un movimiento de ensayo y error
Como toda doctrina verdaderamente social, el anarcosindicalismo es esencialmente una cuestión de ensayo y error.
Prueba de ello es que hoy, en España, su doctrina, consagrada y confirmada por los hechos, es realizable a corto plazo.
¿Basado en la prueba y el error? Como todo movimiento social y todas las ciencias.
En sociología como en física o química o mecánica, la idea surge del hecho y vuelve a él.
El hecho siempre es anterior a la idea y conjura la doctrina, la filosofía de la que ha de brotar la realización.
La doctrina, la idea, el anhelo de seguir experimentando como medio para alcanzar el fin, se desprenden de los fenómenos registrados que dan lugar a leyes reconocidas por todos y autentificadas por la experiencia.
Comentarios históricos
A través de los tiempos, ¿qué nos ha enseñado la experiencia social en todos los países y en el mundo moderno en particular?
1. Que dentro de su propia clase, los individuos están cada vez más seguros de agruparse en el terreno firme de sus intereses.
2. Que las clases antagónicas buscan, a través de la eliminación de sus propias contradicciones, realizar su interés común; los capitalistas mediante el establecimiento del capitalismo de Estado, del que el fascismo es la expresión más clara; los trabajadores, mediante la expropiación del capital, la abolición de la esclavitud asalariada, la abolición del Estado y el establecimiento del comunismo libertario.
3. Que, al igual que sus adversarios -y, por desgracia, después de ellos-, los trabajadores tratan de lograr la unidad y la puesta en común de todos sus recursos, porque han llegado a comprender, por fin, que las batallas cruciales que se libran exigen una organización metódica, una coordinación y un despliegue masivo y ordenado de estas fuerzas; porque han aprendido la lección que enseñan los hechos y la experiencia, que indica claramente que la acción debe ser bien preparada, directa, generalizada y sincronizada.
4. Que la época de las revoluciones políticas ha terminado; que en todas partes la revolución social ha entrado en escena; que ningún partido o grupo especialmente clasista y proletario puede, oponiendo los intereses dispares de su heterogénea militancia, servir de punta de lanza revolucionaria, de organización de clase; que, aunque un empresario pueda profesar ser socialista, comunista o anarquista -existen- y aunque pueda coincidir con su obreroideológicamente dentro del grupo, en realidad no tiene ningún interés de clase en común con él, una vez que ambos vuelven a la fábrica, al patio, al taller, a la oficina, etc. En la vida real, son y siguen siendo: en el caso de uno, un empresario, y, en el caso del otro, un trabajador, con todos los antagonismos que sus circunstancias implican.
5. Que el único grupo genuinamente de clase con el potencial, en virtud de su nombre, su poder y los recursos a su disposición -que sólo él puede poner en marcha-, de destruir simultáneamente el capitalismo y hacer realidad el comunismo libertario, es el sindicato. Incluso ahora reúne organizativamente a los trabajadores manuales, técnicos y científicos -y esto es algo que llevará más lejos mañana- asegurando el sostenimiento de la vida de la sociedad en su conjunto. El sindicato es también la agrupación típica, el modelo libre y concreto de asociación que puede dotar a la sociedad comunista libertaria de las sólidas bases económicas vitales para el nuevo orden que surgirá de la revolución.
El anarquismo revolucionario y el anarcosindicalismo comparten un objetivo común
La Carta de la AIT ha extraído de todas estas consideraciones históricas lo que es común a todos los anarcosindicalistas del mundo. De acuerdo con la FAI, la CNT se esfuerza incluso ahora por ponerlo en práctica.
Esta noción no implica en absoluto que el anarcosindicalismo -que es, recordemos, contrario al Estado y federalista- signifique y pretenda serlo todo y que no deba existir nada más junto a él.
Por el contrario, el anarcosindicalismo opina que los hombres, si bien no pueden abstenerse de producir para sobrevivir, no deben tener como único objetivo la producción. Admite con toda franqueza y no duda en anunciar que el hombre tiene y debe tener, con razón, otras aspiraciones -las más elevadas- hacia lo bueno, lo bello, lo mejor, y esto en todos los ámbitos a los que sus facultades le permiten acceder; que se requieren organismos administrativos y sociales a la altura de todas las exigencias de una vida plena, redonda y completa, que operen con la ayuda ilustrada y bajo la supervisión atenta, constante e implacable de todos.
Acepta sin duda que los individuos tienen derecho -o más bien, tienen el deber- de administrarse a sí mismos. Les invita formalmente a hacerlo, aquí y ahora.
Asimismo, desea fervientemente que los municipios se federen a nivel regional, que se confederen entre sí a nivel nacional y que las confederaciones se vinculen a nivel internacional, siguiendo el modelo de los sindicatos y de la CGT [Confédération Générale du Travail].
Incluso está convencida de que esto es crucial y está dispuesta a sumar sus esfuerzos y los de sus sindicatos a los esfuerzos de los individuos que operan como tales y a los esfuerzos de las comunas federadas, confederadas y combinadas para hacer realidad ese genuino comunismo libertario que no puede sino ser obra del anarquismo...
Necesariamente, el acuerdo entre anarcosindicalistas y anarcocomunistas sobre el comunismo libertario como objetivo es completo, permanente y absoluto.
Así, es claro y evidente que el lugar de los trabajadores, de los explotados de cualquier tipo, cuyo ideal es el anarcocomunismo, no puede ser otro que el de los sindicatos anarcosindicalistas y ningún otro.
Su doctrina hace de esto un deber imperioso, específico e ineludible.
Además, es su mejor medio práctico para lograr realmente esa unidad de acción tan necesaria para el movimiento anarquista revolucionario moderno.
Es sólo en la acción y a través de la acción que los anarquistas descubrirán su verdadera unidad de pensamiento; que el movimiento anarcosindicalista, desajustado durante los últimos 30 años, también redescubrirá su equilibrio y su vigor; que todos los anarquistas finalmente llegarán a ver la revolución social como un evento inminente y una propuesta factible.
El papel de los grupos anarquistas y de los sindicatos
Todo lo anterior lleva natural y lógicamente a considerar el papel de los grupos anarquistas y de los sindicatos.
Los anarcosindicalistas no tienen dificultad en estar de acuerdo en que los grupos anarcocomunistas, siendo más móviles que las organizaciones sindicales, deben ir a la prospección entre las masas trabajadoras; que deben buscar reclutas y templar a los militantes; que deben llevar a cabo una propaganda activa y un trabajo pionero intensivo con miras a ganar el mayor número posible de trabajadores hasta ahora engañados y engañados por todos los partidos políticos, sin excepción, a su lado y por lo tanto a los sindicatos anarcosindicalistas.
Esta empresa totalmente ideológica, esta campaña de propaganda de tipo psicológico corresponde, sin duda, a los grupos anarcocomunistas, con la condición expresa de que se identifiquen con el trabajo de los sindicatos anarcosindicalistas a los que complementan y refuerzan, por el bien del comunismo libertario.
Pero permítanme afirmar sin rodeos que la responsabilidad de la toma de decisiones, la acción y la supervisión de estos últimos debe residir en el aquí y ahora con los sindicatos como agentes ejecutivos y operativos que llevan a cabo las tareas revolucionarias.
También soy de la opinión de que corresponde a estos sindicatos preparar todas esas empresas de orden económico, defensivo u ofensivo.
Por último, en mi opinión, el sistema económico, administrativo y social debe ser homogéneo, armonioso, etc., y la base de ese sistema, si ha de ser real, sólido y duradero, no puede ser otra que la económica.
En nombre de los sindicatos, reclamo el derecho a ocuparse de las tareas económicas revolucionarias y post-revolucionarias porque la organización de la producción es la verdadera vocación de los trabajadores.
Por otro lado, la lógica dicta que las comunas, los organismos administrativos y sus servicios técnicos y sociales, deben ocuparse de la distribución de los bienes: interpretar los deseos de los hombres en términos sociales, organizar la vida en todas sus manifestaciones. A partir de ahora, los grupos anarquistas tienen el deber de sentar las bases de estas realizaciones revolucionarias.
La tarea de cada uno de estos organismos es, por lo tanto, extremadamente clara y perfectamente definida. A grandes rasgos, bastará con que todos actúen y se esfuercen en todas las esferas de actividad, en función de las capacidades reales de cada uno.
En ningún momento, y permítanme ofrecer aquí las garantías más formales, en ningún momento los sindicatos anarcosindicalistas podrán constituir un obstáculo a la marcha del comunismo revolucionario.
Y en ningún momento, tampoco, podrán volverse reformistas, porque son y seguirán siendo revolucionarios, federalistas y antiestatistas, porque, al igual que los grupos anarcosindicalistas, su propósito es establecer el comunismo libertario.
Para concluir esta parte de mi intervención, permítanme afirmar:
1. El movimiento anarcosindicalista no puede desviarse, debido a la estrecha e implacable supervisión ejercida sobre sus organizaciones y militantes.
2. Que, en términos actuales, en el ámbito de la revolución, el movimiento anarcosindicalista representa el medio por el que se puede alcanzar el comunismo libertario. Que corresponde a los grupos anarcosindicalistas, que operan exclusivamente en el terreno ideológico, llevar la propaganda hasta donde se pueda.
3. Que el movimiento anarcocomunista debe ocuparse principalmente de las tareas de propaganda y educación: el estudio de la sociedad y la divulgación de la misma.
4. Que el mejor contacto permanente que se pueda conseguir se logrará, como en España, mediante el reclutamiento irrestricto en los sindicatos anarcosindicalistas encargados de preparar y llevar a cabo la acción (que son los únicos capaces de llevarla a buen término, al contar con la afiliación y los recursos necesarios) de todos los anarcosindicalistas de cada país; que la doctrina de ensayo y error del anarcosindicalismo, que es la doctrina del anarquismo mismo, es lo suficientemente sólida y firme como para no incurrir en el riesgo de ninguna infracción, atenuación o desviación.
5. Que el anarco-comunismo, verdadera cara del socialismo, fue engendrado por la absoluta insuficiencia de todos los partidos políticos; que el anarcosindicalismo, forma moderna y activa de ese movimiento, derivado del anarquismo, atiende actualmente a todas las tareas positivas del anarco-comunismo y prepara el camino para el comunismo libertario, del que será la principal partera; que las tareas del anarcocomunismo -al igual que las del anarcosindicalismo- se cumplirán en el período posrevolucionario, cuando los hombres, debido a la evolución y desarrollo de su capacidad de comprensión, sean capaces de acceder al comunismo libre, meta de la anarquía.
En resumen, el anarcosindicalismo es la fuerza necesaria para la lucha bajo el régimen existente y el agente de la construcción económica del comunismo libertario en el período posrevolucionario.
El anarquismo ayuda al movimiento anarcosindicalista, sin suplantarlo.
Las actividades de sus militantes se mezclan con las de los militantes anarcosindicalistas en el seno de los sindicatos.
Los dos movimientos se deben, pues, una ayuda mutua permanente.
Y más tarde, llegada la paz, la armonía y la concordia, el anarquismo y el anarcosindicalismo, amalgamándose en un solo movimiento, perseguirán la realización del comunismo libertario, objetivo último de la anarquía.
La tarea más apremiante del anarcosindicalismo hoy es organizar a los trabajadores bajo su égida con miras a la batalla decisiva contra el capitalismo; hacer los preparativos técnicos para esa batalla, unir las fuerzas de producción para la construcción revolucionaria del orden comunista libertario; y, mañana, organizar la economía hasta que se establezca el comunismo libre; y, finalmente, defender la revolución.
La del anarquismo revolucionario consiste en desplegar todos los medios a su alcance para contribuir a ello.
Relación entre anarquismo y anarcosindicalismo
Es evidente que debe haber una relación entre el anarquismo y el anarcosindicalismo, tanto a nivel nacional como internacional. Además, la AIT, en su congreso fundacional, anticipó precisamente tal eventualidad.
Las relaciones entre ellos deben basarse en la independencia de cada movimiento y en la autonomía del otro, y deben permanecer en un pie de la más completa igualdad.
Además de la fertilización cruzada de los dos movimientos a través de las acciones de sus militantes, es de desear que en cada localidad, región y país, se establezcan contactos entre las organizaciones anarquistas y anarcosindicalistas.
Para que estas relaciones sean fructíferas y duraderas, deberán apoyarse en una base de tolerancia mutua, facilitada por una base doctrinal común en todos los ámbitos y una comprensión precisa de las tareas que incumben a los dos movimientos...
Pero esas relaciones sólo pueden establecerse con dos condiciones:
1. Que los anarquistas de cada país sean de un mismo parecer, doctrinalmente.
2. La unificación de las agrupaciones anarquistas dentro de cada país sobre la base de una sola doctrina del anarquismo revolucionario.
Conclusiones generales
Cualesquiera que sean los deseos del Congreso y de la AIT con respecto a la realización práctica de estas relaciones, sólo pueden conseguirlo, como las circunstancias requieren que lo hagan, si esas dos condiciones son cumplidas de antemano por los movimientos anarquistas de cada país.
Habría sido infinitamente preferible, además de coherente con nuestros principios conocidos, es decir, con los principios federalistas, que esa unidad doctrinal y esa unificación de las fuerzas anarquistas se produjera antes de la reunión del Congreso que debe dar origen a la Internacional Anarquista.
En nombre de los anarcosindicalistas que lograron ese doble objetivo mediante el lanzamiento de la actual AIT allá por 1922, hago un llamamiento a todos nuestros compañeros anarquistas revolucionarios para que sigan su ejemplo.
Si todos ellos están de acuerdo, la Internacional que surja de este Congreso merecerá el título con el que seguramente la dotarán y que no puede ser otro que: La Internacional Anarquista Revolucionaria -y repito- lo lograrán sin problemas.
Basta, pero es necesario, que todos se pongan de acuerdo para romper de una vez por todas con las llamadas fuerzas de la democracia, sean políticas o sindicales; que afirmen que el anarquismo revolucionario, por sus objetivos, su metodología y su doctrina, no tiene ni puede tener nada en común con esas fuerzas llamadas "democráticas" que son, en todos los países, los mejores servidores del capitalismo.
Si, llevando esto a sus límites, el movimiento anarquista revolucionario rompe también con todos los disidentes de los partidos políticos autoritarios que, al igual que sus partidos de origen, sólo tienen una ambición -tomar o recuperar el poder-, el movimiento anarquista revolucionario y el movimiento anarcosindicalista podrán avanzar sin miedo y al paso hacia su objetivo común: el cambio social revolucionario a través de la instauración del comunismo libertario, paso necesario en el camino hacia el comunismo libre.
Pierre Besnard, IWA General Secretary
May 30, 1937
IWA-AIT
Traducido por Jorge Joya
En el blog: libertamen.wordpress.com/2022/01/10/anarcosindicalismo-y-anarquismo-al