La editorial Lo Diable Gros recoge un conjunto de textos de Salvador Seguí, el Rey del Sucre, el anarcosindicalista más determinante del siglo XX en los Países Catalanes. Los escritos, tres discursos, artículos y entrevistas realizadas en el marco del anarquismo -tal como lo define el responsable de la edición, Jordi Martí Font-, evidencian hasta qué punto los moldes de sus pensamientos mantienen la validez. Como asegura Xavier Díez, autor del prólogo, "los textos tienen cientos de años de antigüedad y, tanmateix, en este contexto de agitación que nos ha tocado vivir, parecen de una actualidad desconcertante".
Por Manuel Lillo
Salvador Seguí, el Noi del Sucre | Autor desconocido, dominio público, vía Wikimedia Commons
La biografía de Salvador Seguí y Rubinat (1887-1923) se podría equiparar con la microhistoria del anarcosindicalismo. Su trayectoria fue intensa, agitada, capaz de obtener grandes triunfos en su ámbito y cortada de raíz por los poderes fácticos.
Pintor de profesión y líder de la CNT, Seguí consolidó su popularidad con la huelga de la Canadiense de 1919, cuando puso su sindicato a disposición de los obreros de esta fábrica con una estrategia eficaz que desembocó, tras largos meses de lucha, en las mejoras salariales exigidas por los trabajadores y el fin de la represión. Curiosamente, en el contexto actual de la política catalana, esta huelga se ha reivindicado de manera reiterada por organizaciones independentistas que, a su vez, no han acostumbrado a mencionar el papel del Noi del Sucre en aquellos hechos. Es esto, también, lo que lamenta el editor Jordi Martí en la nota previa a los textos. Según él, las mentiras o los silencios sobre el anarquismo "han dejado un poso que este libro intenta combatir abriendo al dominio público la obra escrita de uno de los líderes sindicales y anarquistas más destacados, a todos los niveles, de la historia de los países Catalanes ". Como no hay acción eficaz sin un pensamiento y una estrategia previa que la sustentan, este libro recoge las reflexiones de Salvador Seguí a lo largo de sus años más agitados. Reflexiones hechas o en clave social, en clave nacional o internacional que aún son de gran actualidad.
En el primero de los casos, hay que destacar que Seguí fue siempre un firme defensor del sindicalismo y un claro enemigo del parlamentarismo. Por el simple hecho de que consideraba, esta última práctica, una herramienta condenada al fracaso y aplicada para perpetuar los poderosos en sus espacios de bienestar. En este sentido, el Noi del Sucre se enfrentaba a UGT. Preguntado, el periódico España Nueva en septiembre de 1919, sobre las prioridades de la clase obrera, Seguí respondía: "La CNT ganará la batalla en la UGT, para que los obreros, cansados y desengañados de los políticos, de dar dinero de las sociedades obreras para gastos electorales, ven en la Confederación del instrumento de lucha que necesitan para triunfar ". Según Seguí, los trabajadores "dirigidos por los socialistas" parecían más preocupados por la política que por la emancipación.
En este mismo sentido, en declaraciones al diario La Libertad en octubre de 2020, Seguí aseveraba: "Queremos sustraer la UGT de las influencias del partido socialista. Los obreros que forman parte de la UGT no deben permanecer más tiempo bajo la tutela de un elemento extraño. Este elemento extraño es el partido socialista (...) su función es muy diferente a la nuestra. Nosotros creemos que la lucha de clases, que necesariamente debemos sostener, no puede ser realizada por otra entidad que no sea el sindicato, y que cualquier elemento que no sea del sindicato obstaculiza en lugar de acelerar su acción ". En este mismo artículo, Seguí justificaba que "las mismas razones que nos separan del socialismo militante nos empujan a huir de la lucha electoral". Y hablaba: "el fracaso del régimen es el fracaso del parlamentarismo y, aunque este sistema pudiera inspirarnos alguna confianza, seguiríamos rechazándolo, porque sería una insensatez acogerse, ahora que su inutilidad ha sido demostrada (...) los sindicatos tienen una misión que cumplir que es fuera de toda influencia parlamentaria o electoral. Nuestra intervención en las elecciones no serviría para nada más que para dar al régimen imperante una inyección que le permitiera vivir artificialmente un poco más. Y nosotros no sentimos ninguna simpatía por el régimen ".
Todos estos razonamientos conectan con la desconfianza que Seguí, y el anarcosindicalismo en general, sienten hacia la revolución rusa. Respetando y admirando, en cierto modo, todo lo que se desencadenó en octubre de 1917, "no nos obliga a una sumisión que no podemos esperar, ni a la aceptación integral de los procedimientos emprendidos por los comunistas del eximperio zar. Siendo que estos párrafos significan censura, ya que de todo lo que ha llegado sobre Rusia se desprende que esas empresas van a actuar de la mejor manera posible, pensamos que la revolución ha de ser en España una cosa muy diferente, y que el poder no ha de estar en manos de un partido político, por mucho que siga las intenciones que tenga; sin embargo ha de residir en los sindicatos, porque son, al fin y al cabo, las entidades que han de tener las responsabilidades de la producción y de la distribución. La dictadura, si es que por arribar del régimen burgués al comunismo hay necesidad de ejercerla, ha de ser realizada por los sindicatos, en los que reside toda la fuerza de la clase que ha de hacer la revolución y asegurarla". En un discurso emitido desde la presidencia de la Mola de Maó, se anunció a parar el comentario de la mencionada huelga de la Canadiense -y desde donde se comunicó con carta con quien sería futuro presidente de la Generalitat, Lluís Companys-, resume todo este pensamiento sentenciando que "no somos leninistas porque no creemos que el Estado siga, por más revolucionario y socialista que sea, que ha de usufructuar los elementos de la producción. Los sindicatos son los únicos que tienen solvencia para ello (...) el Estado ruso, por esencialmente socialista que sea, no es el único en distribuir la producción. Así que sería tanto como crear un hogar como un factor sobrenatural".
De hecho, tan convencida estaba de que, según Seguí, los obreros del Estado español no estaban preparados para llevar a cabo la revolución. En un discurso a finales de diciembre de 1919 en la Casa del pueblo de Madrid aseguraba que "no estamos preparados, no tenemos organización y", en caso de que "la revolución llegara a la puerta de casa nuestra", "incluso deberíamos decir a la burguesía" que "nosotros no queremos aceptar esta responsabilidad".Lo que se necesitaba era una orientación que, segun el coloso del anarquismo , no procedía más de la entonces recién nacida república soviética. Su negativa radicaba en el hecho de que aquella revolución había sido dictada por los partidos y no por los sindicatos, ya que "no es el partido socialista del centro, ni es el partido socialista de la derecha, ni es el partido socialista de la izquierda, el que puede asegurar la producción; es el delegado del Sindicato de Transportes, es el delegado del Sindicato de Alimentación, es el delegado del Sindicato Metalúrgico, es el delegado del Sindicato de la Construcción, que tiene la responsabilidad, por la representación que tiene, de asegurar todas estas necesidades para el conjunto de la colectividad". En definitiva, tal y como se decía también en la Casa del Pueblo de la capital española, "la hegemonía del proletariado no la pueden ejercer ni los partidos socialistas ni los grupos anarquistas, esta hegemonía la tienen que ejercer los sindicatos profesionales, los sindicalistas".
Los discursos de Seguí con vocación internacional, sin embargo, no se limitan a lo que pasaba en el extinto imperio de los zares. El Rey del Sucre analizaba, por ejemplo, las políticas del primer ministro británico David Lloyd George (1863-1945), "a las que consideraba el tipo representativo del nuevo sistema capitalista, que tendía a vincular la riqueza al Estado". Aseguraba el anarcosindicalista que este dirigente liberal se equivocaba con sus políticas para compensar a los trabajadores que habían participado en la Primera Guerra Mundial. Lo argumentó en una intervención en el Congreso de Sants de la CNT a finales de 1918. De otra parte, no se puede dejar de comentar los pensamientos lúcidos de Seguí sobre el porqué de las guerras españolas en Marroquín y los intereses estatales en el orden internacional que provocaron.
Aunque en lo internacional, en un artículo en Solidaridad Obrera, motivado por una estancia que la anarcosindicalista hizo en Francia en octubre de 1917, el Noi del Sucre se declaraba admirador de la Revolución Francesa para criticar, a su vez, la tradición regresiva de España. "Yo veo en el rostro de los pobladores de las Galias toda la tragedia del momento; yo leo en el alma de estos hombres, hoy graves y silenciosos, el juramento que han hecho de sobreponerse a la fatalidad; yo percibo la majestuosa serenidad de sus vidas que los hacen, inconmovibles, desafiar la muerte ... Es el pueblo de la revolución, es la patria de la comuna, es la Francia de las grandes luchas por la libertad y la justicia ... son los héroes que quizás equivocadamente defienden el tirano moral de la Humanidad. Hemos nacido en España y sabemos que son las procesiones religiosas del hambre, la resignación y la ignorancia, la inconsecuencia y la crueldad, la injusticia y el vilipendio; conocemos tierras baldías y ciudades conventuales, conocemos la suciedad que todo lo invade, y los crímenes que se cometen en nuestra tierra; conocemos un pueblo abyecto e indiferente a los problemas esenciales de la vida ... Es el pueblo de los toros, es la patria de Torquemada, es la España de las 'cuarteladas', es el espíritu de Ignacio de Loyola que aún invade en toda el alma nacional ".
De hecho, las críticas de Seguí en España, a su política y en su tradición son constantes. Son estas reflexiones, posiblemente, las que más pueden identificar muchos lectores actuales -condicionats por los hechos que se han dado en los últimos años- con el pensamiento de la anarcosindicalista. Estos argumentos solían situar en la diana la burguesía oligarca catalana, representada por la Liga Regionalista y el Fomento del Trabajo Nacional. "Tres aspectos se distinguen fácilmente en la política española: el imperialista, que es una concesión hecha a la camarilla; el de regresión social y de los grandes negocios, que son concesiones hechas al Fomento del Trabajo Nacional y en la Liga; y el de la ausencia del espíritu liberal, que es una resultante lógica de las claudicaciones de algunos caudillos demócratas y de la indecisión, el límite de la cobardía, de otros ", aseguraba en un artículo en diciembre de 1921 a vida Nueva.
En los viajes que hacía por España para hacer discursos, Seguí solía señalar con dureza este espacio político catalanista, a quien consideraba firme enemigo de la independencia de Cataluña y firme perpetuador del sistema político español. "Sabéis quién serían los primeros en no aceptar la independencia de Cataluña? Los mercaderes de la Liga Regionalista; la misma burguesía catalana, que está dentro de la Liga Regionalista, sería la que no aceptaría de ninguna manera la independencia de Cataluña. Por ello se plantea el problema falso [el del regionalismo], más que nada por la ineptitud, por la miopía mental de los políticos de España, que han dado una cierta importancia a un problema que realmente no era más que una elucubración mental, una aspiración política de algo inconfesable de los líderes de la Liga ", decía en la Casa del Pueblo de Madrid. Seguí, de hecho, no se oponía a la independencia de Cataluña, una alternativa que contaba con defensores en el Principado: más bien todo lo contrario. En el Ateneo de Madrid, trataba de convencer de las ventajas que podía tener esta posibilidad para todos los españoles. "Una Cataluña liberada de España os aseguro, amigos madrileños, que sería una Cataluña amiga de todos los pueblos de la Península Hispánica y sospecho que los que ahora pretenden presentarse como los líderes del catalanismo, temen un entendimiento fraternal y duradera con las otras nacionalidades peninsulares. Por lo tanto, es falsa la catalanidad de los que dirigen la Liga Regionalista. Y es que esta gente antepone sus intereses de clase, es decir, los intereses del capitalismo, a todo otro interés o ideología ".
Precisamente, los pistoleros de los Sindicatos Libres, al servicio de la oligarquía catalana de la época, acabaron con la vida de Salvador Seguí el 10 de marzo de 1923. Lo contaba su viuda, Teresa Muntaner, en Triunfo 1973 , en una entrevista emotiva, detallada y bien interesante que recoge, también, este libro. Un libro que destaca la vigencia de un pensamiento arrinconado, que algunos han conseguido que caiga en el olvido después de haber sido determinado durante el primer tercio del siglo XX en los Países Catalanes. Los acontecimientos posteriores, el juego sucio del Estado, la consolidación del parlamentarismo, el sindicalismo descafeinado y muchos otros factores han hecho del anarquismo un movimiento marginal en el presente y del que, curiosamente, poca gente es consciente de la fuerza y de la capacidad que tuvo en el pasado. Este libro editado por El Diablo Gros contribuye a reconciliar el anarcosindicalismo con su historia, ante una amnesia que no parece nada casual.
Salvador Seguí, el coloso del anarquismo
Edición de Jordi Martí Font
Prólogo de Xavier Díez
El Diablo Gros, Tarragona, 2021
Colección La Tramuntana
244 páginas
Traducido por Jorge Joya
Original: www.eltemps.cat/article/14995/lactualitat-desconcertant-del-pensament-