El 22 de julio de 2011 un hombre joven de clase media, socializado, culto, moderno, asiduo a redes sociales y oriundo de uno de los países más avanzados del mundo se acercó a un campamento y disparó indiscriminadamente durante más de 90 minutos contra un grupo de jóvenes. En total, 68 personas murieron en una masacre meditada, preparada y nunca antes vista en Europa. Dos días después de aquella tragedia, la cadena de tiendas más importante de su país retiraba del mercado los videojuegos preferidos por el asesino.
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