El presente de la justicia parece estar moviéndose por otros derroteros, que si bien están relacionados con la IA, no ponen su énfasis tanto en la capacidad de almacenar y gestionar cantidades ingentes de datos de jurisprudencia como de prever qué y por qué hará un juez determinado en una situación dada. Al fin y al cabo, estos siguen siendo humanos y, por lo tanto, su comportamiento es susceptible de ser anticipado si se dispone de la información suficiente. Y cada vez está más claro que es viable.
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