El 8 de julio de 2009, el champán, finalmente fluyó. Después de una intensa competencia de dos años, un consorcio liderado por una empresa española en graves dificultades financieras se enteró de que su oferta a la baja de 3,1 mil millones de dólares habían ganado la competición a nivel mundial para construir el nuevo juego de esclusas del Canal de Panamá. Los vencedores brindaron su victoria en La Vitrola, un elegante restaurante en un barrio de lujo al este de Ciudad de Panamá.
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