No perdían pelo, dañaban el sofá o mordían al cartero, pero para miles de personas, Aibo (el perro robótico de Sony) era lo más parecido a un compañero canino. Así, cuando la compañía japonesa canceló el servicio de reparación de los robots el año pasado (ocho años después de cesar la producción), los propietarios se enfrentaron a una dolorosa realidad: sus mascotas terminarán rompiéndose tarde o temprano.
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