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Las grandes empresas tecnológicas son demasiado grandes y complejas como para ser controladas
La ‘Ley de Variedad Requerida de Ashby’ (1903-1972) establece que para controlar algo debes ser tan complejo como la complejidad de lo que estás intentando controlar. Esas corporaciones que surgen en la intersección son entidades artificiales están construidas para servir a los seres vivos, pero lo que sucede es que no terminan sirviendo exactamente ni a los fundadores ni a los accionistas ni a los empleados ni a sus clientes, ya que ninguno de ellos tiene un control absoluto sobre su evolución.
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