Durante la revolución industrial no se priorizó la salud de del planeta ni la de sus habitantes, y los costes y beneficios de estas transformaciones se distribuyeron de forma desigual entre países. La revolución que vivimos hoy en día es muy diferente: la «cuarta revolución industrial» ofrece más información que nunca. Estamos descubriendo nuevas formas de usar la tecnología para reducir los gases de efecto invernadero y gestionar el consumo de recursos de forma que todo esto resulte positivo tanto para la economía como el medio ambiente.
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