Los amantes de la animación japonesa saben que el movimiento es clave para dotar de vida a los personajes. Un mechón de cabello ondeando con la brisa o la caída fluida de una prenda pueden hacer que una escena cobre realismo y emoción. Sin embargo, animar estos detalles de forma manual es un trabajo meticuloso que exige años de práctica. Cada cuadro debe ser dibujado con precisión para mantener la coherencia y naturalidad del movimiento. Esto ha llevado a los estudios de animación a buscar nuevas herramientas que reduzcan la carga de trabajo si
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