Miles de niños viven en las favelas brasileñas desde el momento de su nacimiento, donde es común acabar sucumbiendo a la criminalidad, llegando a dedicarse al tráfico de drogas. Por ello, muchas familias han decidido apuntar a los niños a clubes de artes marciales para que puedan pasar tiempo con compañeros sin el ambiente de la calle y así, intentar inculcarles un nuevo modo de vida, basado en la confianza, el respeto, la paciencia y el compañerismo. Aspiran a convertirse en verdaderos guerreros y sacar a sus familias de la pobreza.
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