Los responsables del aeropuerto neoyorquino de La Guardia pagan miles de dólares al mes por el alquiler de un robot de seguridad que patrulla las instalaciones de la terminal.Sin embargo, este vigilante de última generación solo asusta y lanza miradas lascivas a las mujeres, mientras que a los que quieren hacer negocios fuera de la ley en las instalaciones les provoca risa, publica el New York Post.
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