En un campo a las afueras de Kiev, los fundadores de Vyriy, una empresa ucraniana de drones, trabajaban hace poco en un arma del futuro. Para mostrar cómo funcionaba, Oleksii Babenko, de 25 años, director ejecutivo de Vyriy, se subió a su motocicleta y recorrió un camino de tierra. Detrás de él, lo seguía un dron, mientras un colega monitoreaba los movimientos desde una computadora del tamaño de un portafolio.
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