Cuando a finales de 2019 se entregó a la Royal Navy, con regia ceremonia en Portsmouth incluida, se esperaba del portaaviones HMS Prince of Wales grandes y memorables hazañas que le granjeasen a su vez aún más grandes y memorables titulares. Tres años después los ha conseguido, aunque probablemente no con el cariz que esperaban sus responsables. Más que un motivo de orgullo, el también conocido como R09 empieza a convertirse en una molesta espinita clavada en el orgullo de la Royal Navy. Molesta y cara. Tremendamente cara.
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