(o la letra) para comprobar la validez de cada NIF. Chupado, ¿verdad? Pues no. El problema es bastante más complejo. Y, algorítmicamente, muy interesante. La primera vuelta de tuerca viene cuando el funcionario aplica la imaginación a la hora de escribir el NIF en el expediente. Pero tiene fácil solución. Pero con tantísimos contratos públicos, tarde o temprano te encuentras con casos más exóticos, como estos de la imagen. Porque las herramientas informáticas de algunas administraciones...
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