No es la primera vez que a Grindr, que tiene más de 10 millones de descargas en todo el mundo, se la acusa de no proteger los datos que sus usuarios, colectivos de riesgo de exclusión social, le facilitaban. Ya hubo un escándalo similar cuando en 2014, la policía egipcia hizo redadas de gays con la app, o cuando en 2018 vendió los datos sobre el estado serológico de los usuarios (es decir, si eran portadores del VIH), lo cual sigue suponiendo hoy en día mucho estigma.
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