Más allá del bastón y el perro guía, la tecnología puede minimizar el reto de convivir con una discapacidad visual. ATAD trasforma datos en señales acústicas gracias a unas cámaras situadas a la altura de los ojos que captan las imágenes de lo que hay enfrente. La persona recibe las vibraciones por transmisión ósea sobre los huesos de la mandíbula para no tamponar el sonido ambiente.
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