Programar nunca ha sido fácil. Los primeros programadores escribían los programas a mano, garabateando símbolos en hojas de cuadrícula antes de convertirlos en grandes pilas de tarjetas perforadas que podían ser procesadas por el ordenador. Si había una marca fuera de lugar, todo tenía que rehacerse. Hoy en día, los programadores utilizan una serie de herramientas potentes que automatizan gran parte del trabajo, desde detectar errores mientras escriben a probar el código antes de implementarlo. Pero en otros sentidos, poco ha cambiado. Un erro
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