Pasa el tiempo, y los nuevos oráculos de Internet, que ahora ya no son personas, sino multinacionales sedientas, como es normal, de dinero, van parcheando la base que el bueno de Tim y sus amiguetes crearon. Que si SSL, que si certificados de cuentas de correo, que si SPFs, que si HTTP2… Y, mientras tanto, lo que antes era un sistema democrático, creado precisamente para que todos pudieran acceder a él, se vuelve más dependiente de los dólares.
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