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Satán es mi señor (parte 2): ¡Quiero que mi vida sea un infierno!
La torre Nakagin se hizo para solteros que no quisiesen follar en su casa y, en ente vlog, como fans del dillingerismo que somos, no podemos menos que aplaudir el lanzarse a una vida autosuficiente en un par de míseros metros cuadrados fijados por unos pocos tornillos a una estructura central. Más aún si esos míseros dos metros son una cápsula cuya puerta de la ducha sólo puede manejar un señor japonés. Porque un occidental, invariablemente, se pillaría la minga al cerrarla.
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