La investigación demuestra que las posibilidades de que la pareja decida divoricarse disminuyen notoriamente cuando el integrante femenino de la pareja tiene el mismo nivel académico - o superior - que el hombre: los resultados dejaron entrever que, quienes se casaron en la década de los 90 y la mujer tenía menos educación que el hombre, tenían 40% más de chances de poner fin a su matrimonio.