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La piedra filosofal ha resultado ser una bacteria, la Cupriavidus metallidurans, aunque yo, por simplificar, la llamaría directamente la bacteria Midas. Pues lo que parecía imposible se ha logrado en la Universidad Estatal de Michigan, fruto de la investigación y del trabajo febril de el profesor de microbiología y genética molecular Kazem Kashefi y el profesor asociado de arte electrónico Adam Brown.