“El cierre de Amnistía en Rusia es sólo el último de una larga lista de organizaciones que han sido castigadas por defender los derechos humanos y decir la verdad a las autoridades rusas. En un país en el que se ha encarcelado, asesinado o exiliado a decenas de activistas y disidentes, donde se ha difamado, bloqueado o forzado a autocensurarse a medios de comunicación independientes, y donde se ha prohibido o eliminado a organizaciones de la sociedad civil, si el Kremlin intenta cerrarte la boca quiere decir que lo estás haciendo bien”.
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