Si el mérito refiere aquella dignidad que concedemos a quien logra por sí mismo una determinada posición, resulta que nadie escoge nacer con tales o cuales talentos; ni que esos talentos sean apreciados en su cultura y época; ni pertenecer a una familia rica o pobre; ni venir al mundo en un entorno estimulante y cosmopolita, en lugar de en otro mediocre o embrutecedor. ¿Entonces? ¿De qué «mérito» hablamos? ¿Cómo es que sacralizamos algo de cuya existencia cabe tan fundadamente sospechar? ¿No estaremos ante una nueva teocracia secularizada?
|
etiquetas: meritocracia , opio , pueblo , desigualdad , capitalismo