Los gorrones no votan para el establecimiento de nuevos derechos sociales. Esa estrategia gorrona les permite quedar bien ante su electorado sabiendo que la ley saldrá adelante y así tener un derecho más. Todo son ventajas en el pensamiento mágico del liberal español. Un gorrón sabe que gracias a los que luchan por los servicios públicos y el bien común tendrá una vida mejor sin aportar nada al colectivo. No quieren al Estado pero son rémoras del trabajo del intervencionista. Un liberal vive del marxista. Un gorrón.
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