China no es una democracia liberal (ni lo pretende ser, habría que añadir), pero sería inexacto e injusto no reconocer que cuenta con un nivel de apoyo cívico que ya quisieran para sí muchas democracias occidentales hoy día. China es otro planeta, decía el filósofo francés Guy Sorman, y su tradición burocrática unida a un ejercicio competente de la gestión se evidencia plenamente competitivo con el liberalismo. Reducir esto a una dictadura basada en el acaparamiento del poder absoluto a costa de ignorar el bienestar de la población o su...
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