Judith Piquet lo corrobora. A Ayuso le cuentan que puede ser delito señalar a migrantes sin pruebas y al día siguiente dice que es cosa de la alcaldesa. Alfonso Serrano, fiel escudero de Ayuso, sube la apuesta y enseña un documento que no tenía que enseñar. Ayuso se va de rositas y los otros dos pueden haberla cagado, pero de bien. LIBERTAD.
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