"La gran mayoría de denunciantes de corrupción hemos acabado en la ruina porque éramos una chinita en un engranaje que generaba poder y dinero. Denunciar suponía una muerte civil. La quiebra económica te llega a través de los pleitos en los que te ves inmerso. Pero hay algo peor: la soledad. La gente teme acercarse a ti por si le perjudica. No te dan empleo porque estás estigmatizada. Yo elaboraba bisutería para remontar. Dormí en una casa abandonada. Me calentaba las albóndigas junto a la calefacción central."
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