Con la contraofensiva empantanada, más allá del furibundo bombardeo desinformativo que sufrimos, se puede afirmar que la estrategia rusa en la guerra de Ucrania está dando frutos tangibles. Tanto en lo que se refiere a la erosión de las capacidades operativas ucranianas en el teatro, como a la quiebra de voluntades en el tablero internacional. Acercándonos hacia el segundo invierno de guerra, las muestras de hastío son crecientes en algunos de los países donantes, a ambos lados del Atlántico.