Infantilizar a alguien supone tratarlo del modo en como se trata a un niño; oprimirlo supone no sólo una subordinacion, sino también un maltrato explícito. Los roles de género tradicionales implican una infantilización sistemática de la mujer, pero no siempre una opresión, así como no se oprime a los niños, sino que se les entiende necesitados de protección, y por tanto, exentos de responsabilidad. Ya Engels percibe que está situación aplicaba más a las clases altas que a las bajas. Y supone para las mujeres ventajas e inconvenientes.