No hubo ninguna reacción oficial al resultado de la votación del Congreso que permitió al Gobierno sacar adelante la nueva reforma laboral, la llave para que España pueda pedir pronto el desembolso de 12.000 millones de euros del Fondo de Recuperación de la UE, pero Bruselas y otras capitales europeas siguieron con el mismo interés y estupefacción que muchos españoles su desenlace, la aprobación gracias al inopinado voto a favor del diputado popular Alberto Casero.